Los 28 jugadores que participaron nos regalaron un partido sensacional. El cabezazo de Falcao bien puede valer un mundial.
Dos puestos, dos nombres.
En un sentido estrictamente futbolístico este era un partido para hombres. Colombia recibía a un verdadero rodillo que venía de ganar nueve juegos en línea, con 26 goles a favor y solo dos en contra. Para los defensas suponía una prueba especialmente exigente. Había que anular a cinco jugadores rápidos y regateadores. En esa tarea hubo dos jugadores que volaron muy alto: Fabra y Davinson Sánchez.
Esta noticia es doblemente positiva porque el lateral izquierdo y el compañero de Zapata en el centro de la defensa son dos puestos que, hasta hoy, no tenían dueño. Esperamos que después de este partido se le entreguen las llaves a los muchachos de Boca y el Tottenham. Fabra estuvo inmenso en defensa. William jamás logró herir por su lado. No tuvo ninguna responsabilidad en el gol. Y en ataque demostró tener la serenidad y el buen pie en los últimos metros que Farid Díaz no mostró cuando era el dueño del puesto.
Davinson también estuvo sensacional. A parte de algún despiste ganó todas por arriba, en los sprints superó siempre a Firmino y a Gabriel Jesus, y a diferencia de Murillo contra Venezuela, siempre trató de darle sentido a sus intervenciones con el balón buscando a compañeros libres. El pelotazo fue siempre su último recurso.
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Bien los cambios
Cuadrado no tiene en la Juventus el estatus que tiene en la Selección. En Colombia es una de las vacas sagradas, mientras que en Italia es un buen jugador que alterna entre la titularidad y el banco. Por eso, con la Selección se toma unas licencias que en Italia no: gambetea en zonas que no debe, transporta en exceso, y por momentos hace uso del lujo por el lujo y no como recurso. Aparte de algunas pinceladas, su primer tiempo resultó irritante. Acierto de Pékerman llamarle la atención y darle la segunda parte a Chará. Yimmy estuvo tímido, no fue el cacique del Metropolitano que es cada semana, pero estuvo muy aplicado en marca, se exprimió y fue una ayuda que Arias y a Tesillo supieron agradecerle.
El cambio de Teo también fue interesante. Como siempre la simplicidad de su juego le viene muy bien al equipo. Combinó por el costado izquierdo tres veces con Fabra y James generando espacios para descargar por el otro lado. Siempre será un gran valor tenerlo a su cabeza brillante pensando para la Selección.
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Terminar las jugadas
Pékerman tenía un dilema muy complicado para este juego. Por un lado, debía proponer un equipo con capacidad para preocupar al rival, que obligara a correr hacía atrás a Alves y Filipe Luis, y que tuviera volumen de ataque para tener opciones de ganarle a un equipo que recibió dos goles en nueve partidos. Pero por otro lado, debía tomar precauciones. Perder pelotas en transiciones era mortal. El equipo debía tener las espaldas muy bien cuidadas y estar muy junto para no darle metros a Neymar y William para conducir a campo abierto.
Lograr ese balance era muy complicado. Pero se consiguió y eso es muy meritorio. Si bien Brasil generó opciones y Neymar dejó clavado varias veces a Arias, el trabajo colectivo para limitar el potencial ofensivo de Brasil fue espectacular. La clave fue terminar las jugadas en ataque. Cuando Colombia robaba en campo contrario en dos toques ya proponía duelos y sus jugadores quedaban con opción de disparar. Colombia fue práctico y ágil cuando atacó.
Al no comprometer balones en zonas intermedias con el equipo saliendo, se cuidó de quedar mal parada y sufrir la furia del contragolpe del rival. Todos estuvieron en esa honda: Cardona, James, Falcao, Chará. Terminar las jugadas en los últimos metros fue fundamental.
P.D.: Falcao es lejos el mejor nueve que Colombia puede tener. Para él y para el equipo su gol es una gran satisfacción. Pero también aportó movilidad, aguantó muy bien el balón y complicó a Thiago y Marquinhos con sus movimientos.
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Foto: as.com