Para traer buena suerte, para soñar con Rusia, recordamos las cinco veces anteriores en las que compramos el tiquete a un Mundial.
Chile 62 (7 de mayo de 1961)
En esos días en los que la Selección sabía a poco y lo bueno del fútbol colombiano no era colombiano sino argentino y brasileño, de repente se nos dio la chance de ir a un Mundial. Brasil y Chile tenían cupo directo por ser el vigente campeón y el local. Los otros tres cupos se jugaban a un partido y por eliminación directa.
El azar nos emparejó con Perú y la cosa no arrancó mal. En la ida en Bogotá ganamos con un gol de Eusebio Escobar. Fue raro, pues los peruanos eran los favoritos y en Colombia apenas destacaban un par de nombres: el arquero Efraín ‘El Caimán’ Sánchez y el entrenador argentino Adolfo Pedernera y ya, pare de contar.
En Lima rozamos con la tragedia. A los dos minutos los peruanos se pusieron 1-0 y ya nos íbamos al diablo, pero apareció Héctor ‘El Zipa’ González y de cabeza nos puso en nuestro primer Mundial; el del 4 – 4 a Rusia y el gol olímpico del hasta entonces desconocido Marcos Coll.
Italia 90 (30 de octubre de 1989)
28 años después la vuelta no podía ser tan fácil. Solo había 2,5 cupos al Mundial, pues Argentina ya estaba clasificada por ser el campeón defensor. Aunque Colombia ganó el Grupo 2, la diferencia de goles la dejó por debajo de Uruguay y Brasil que ganaron los grupos 1 y 3 respectivamente.
En el repechaje nos tocó vérnosla con Israel. Fue una llave a muerte. Un gol solitario del ‘Palomo Usuriaga’ en Barranquilla nos dio la clasificación. Después, en Israel, sufrimos para sacar el 0-0.
El gol del ‘Palomo’ fue digno del Barca de Guardiola. Toma, paso y dámela.
USA 94 (5 de septiembre de 1993)
El 5-0 ya es un lugar común. Futboleros y no futboleros tienen tatuada la gesta en el Monumental. Necesitábamos el empate y estaba. Pero no. Pacho no se iba a guardar nada. Nos aprovechamos de la incorregible soberbia argentina y le metimos 1, 2, 3, 4 y 5 goles.
“Saquen el aguardiente”, gritaba el relator.
Pero lo que vino después fue lamentable: al destino no le bastó con el papelón en Estados Unidos. No. Después de eso el equipo tuvo que enterrar a su capitán, autor del error más caro en la historia del fútbol. Hay quienes se atreven a decir que el 5-0 nunca debió haber sido. Que nos hizo más mal que bien.
Quizá les quepa la razón. Pero ese día fuimos más felices que nunca.
Francia 98 (10 de septiembre de 1997)
Venezuela era el último en la tabla, tres puntos y cero victorias. En Barranquilla era ganar o ganar porque después se venía Argentina. Como siempre contra los venezolanos, el partido fue un parto de 90 minutos.
Colombia se hizo con el balón, eran esos días del toque-toque. El Pibe se adueñó del partido y Colombia tuvo opciones claras, pero Dudamel fue infranqueable. No lográbamos concretar nada en el calor insoportable del Metropolitano. Y el reloj comenzaba a matarnos.
Pero luego vino el Tino y sus piernas largas, y sus amagues: que le pego y que no. Desborde por derecha y centro pinchado para el petiso Cabrera que se botó en una palomita de manual y nos metió en el Mundial.
Brasil 2014. (11 de octubre de 2013)
Las Eliminatorias al Mundial de 2014 fueron atípicas. Acostumbrados a sudar sangre, esa vez llegamos sobrados a la penúltima fecha. Teníamos pie y medio en Brasil y un empate contra Chile en Barranquilla nos aseguraba la clasificación matemática. Fácil.
Quizá porque no estamos acostumbrados a la opulencia, pero la cosa arrancó mal. Dos pérdidas infantiles en la mitad y un tiro de esquina apalearon a Colombia. El primer tiempo terminó 0-3. Estábamos fríos. Nevaba en el Metropolitano.
Pero luego vino la gloria. El mejor segundo tiempo de la historia. Colombia, empujada por un estadio feroz, hizo el primero y el segundo… y pitaron penal para el tercero. Y ahí estaba él. Falcao. Siempre. Ya había hecho el segundo y luego hizo el tercero. Gol y clasificación.
Foto:
Vavel