Mucho fútbol no es mejor fútbol

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El 2016 fue una año de fútbol mediocre en Colombia. Si bien Atlético Nacional supo sacar la cara por el continente, la Dimayor le cortó la cara a Rueda cuando lo obligó a escoger entre el Mundial de Clubes y la Liga Águila. Quedó claro que el calendario en Colombia es mediocre.

 

En la temporada 2014/15, el Barcelona de la MSN deslumbró al mundo entero y ganó cinco de los seis torneos que disputó. Si se suman todos los partidos que jugó entre Liga, Copa del Rey y Champions fueron un total de 60. Muchos, pero a la vez pocos si se contrastan con la cantidad exagerada de partidos que jugó Atlético Nacional en un año similar. En 2016 el Nacional de Rueda disputó siete torneos: dos Ligas, Superliga, Copa Colombia, Copa Libertadores, Copa Sudamericana y Mundial de Clubes. En todos llegó a instancias finales y en total disputó 88 partidos. ¡88! Casi 50% más que el gran Barcelona de Luis Enrique.

 

Pero este no es un caso aislado. El calendario en Colombia es un completo despropósito. Nuestros equipos, y no solo los que participan en competencias internacionales, disputan una cantidad de partidos que va en contra de cualquier lógica. Los dirigentes de nuestro fútbol, en su afán de llenarse los bolsillos, sin una planificación inteligente o sin planificación alguna, saturan el calendario con una cantidad excesiva de partidos que termina perjudicando la calidad del espectáculo. Las consecuencias negativas no son pocas, ni menores:

 

En primer lugar, el torneo pierde atractivo. Colombia es un país muy futbolero, pero hasta el más obsesivo se cansaría de ver el nivel tan pobre de los partidos que tenemos que tolerar tres días. ¿No sería mejor tener menos partidos, pero de mejor calidad? Con jugadores más descansados y canchas en buen estado (son tantos partidos que la grama no alcanza a recuperarse), el espectáculo incrementaría en calidad. Además, los estadios estarían más llenos, pues es una tontería pensar que en Colombia la gente tiene plata para asistir con tal frecuencia a los estadios.

 

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La nómina que se considero para enfrentar a Santa Fe. Foto: Cápsulas

 

También se perjudica la competitividad. En una liga que aspira a ser la mejor en Suramérica no es admisible que ocurran eventos bochornosos como los de la pasada Liga Águila, en la que Nacional tuvo que enfrentar a Santa Fe con una nómina sub-19 en una semifinal. El calendario era tan apretado que la Dimayor ya no tenía como aplazar estos partidos. No se puede creer que un equipo, el que sea, deba renunciar a un torneo por cuestiones de calendario. Que las limitaciones las ponga la nómina del equipo, no el calendario. No se puede perjudicar a un equipo por ser mejor que los demás. “Bueno, el Barcelona debe decidir ahora si se va a ir por la Champions o por la Liga”, suena mal ¿cierto?

 

Logística- y organizacionalmente, nuestro fútbol también es un desastre. La cantidad exagerada de partidos exige, claro, una cantidad exagerada de partidos aplazados. Esto hace de la Liga Águila un torneo demasiado folclórico. No es serio que habitualmente haya equipos con dos o tres partidos menos que el resto y que sea imposible tener una imagen real de cómo va la clasificación.

 

Finalmente, hay dos factores que son un cóctel de lesiones: los tiempos reducidos de recuperación y las exigentes condiciones geográficas de nuestro país (aquí se juega en la altura de Bogotá, tres días después en el calor húmedo y agobiante de Barranquilla, luego en el frío de Tunja). En últimas la exigencia física del torneo local afecta el desempeño internacional de nuestros equipos.

 

¿Cómo solucionar el problema? Algunas propuestas concretas:

 

1-Reducir el número de equipos en nuestra liga. Con una liga de 16 equipos, no solo habría menos partidos, sino que el torneo sería más atractivo. Admitámoslo, en este momento hay equipos en la A que no tienen el nivel para una primera división. En Suramérica solo Colombia, Venezuela y Brasil tienen 20 equipos en primera, Argentina tiene 30 y es un fiasco. La Bundesliga tiene 18 y es hermosa. Más no siempre es mejor.

 

2-Reducir el número de clasificados después de la fase del todos contra todos. Ocho clasificados son demasiados, el 40% de todos los participantes. Un torneo en el que cerca de la mitad de los equipos clasifican no puede ser sino mediocre. Además, las fases finales se alargan demasiado. Si se clasificaran cuatro equipos solo habría semifinales y finales, se premiaría a los mejores equipos del semestre y, de paso, se combatiría la mediocridad. En ningún torneo debería poder quedar campeón un equipo que toda la temporada estuvo en la mitad de la tabla.

 

3-Acabar con la fecha de clásicos. En un año, Santa Fe y Millonarios, así como Nacional y Medellín, se enfrentan, al menos, cuatro veces (y pueden ser más, si se encuentran en fases finales y Copa Colombia). Tantos clásicos al año hacen que estos partidos, en teoría los más atractivos para el hincha, se hagan poco interesantes. ¿Se imaginan que el Real Madrid y el Barcelona jugaran seis veces al año? El partido, seguro, no sería lo que es. Se pierde en taquilla, sí, pero se gana en fútbol y atractivo.

 

4-El formato de la Copa Colombia debe cambiar. La fase de grupos con ida y vuelta es exagerada. Sería interesante adaptar alguno de los formatos europeos, aunque es difícil por la precaria estructura de divisiones de nuestro fútbol. Una alternativa podría ser otorgar la localía con una reclasificación histórica, es decir punto acumulados en las distintas participaciones, (o en últimas rifar la localía para beneficiar a los equipos con menos trayectoria) y jugar una sola vez contra cada equipo. Sería una eliminación directa al mejor estilo de la FA Cup inglesa.

 

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Es un verdadero papelón el aplazamiento sistemático de la Dimayor. Foto: RCN

 

 

El año pasado vimos dos ligas desabridas que, por temas de planificación más que de fútbol, despertaron poco interés en el aficionado. Si queremos aspirar, de una vez por todas y con determinación, a ser la primera liga del continente, lo primero es mirar para adentro y organizar el circo que es nuestro calendario. Una liga seria requiere de una planificación seria. No más improvisación, por favor.

 

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