¿Por qué Chilavert?

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Si el apellido Chilavert lo remite inmediatamente a la polémica y al escándalo, debe leer este texto. Entenderá que además fue un verdadero fenómeno bajo los tres palos. Y confirmará, cómo no, que el paraguayo no creía en nadie. En nadie. 

 

Este texto no es un homenaje al fenómeno de José Luís Chilavert. Tampoco es una apología al caradura de José Luís Chilavert. Este texto es un intento por descubrir quién fue José Luís Chilavert. Es un intento por recordar a alguien que vi muy poco pero que nunca he olvidado. Es un intento por aterrizar todos los mitos que escuché hace mucho y que cada tanto vuelvo escuchar por ahí. Chilavert me marcó, sin yo saberlo. Por eso, este texto tiene como pretensión responder una pregunta: ¿Por qué Chilavert?

 

Porque tapaba como pocos

Empiezo por una de las contradicciones más grandes que tengo con Chilavert: es un arquero que no recuerdo por ser arquero. Antes de investigarlo, Chilavert suscitaba en mí un sentimiento de desaprobación por su carácter y de admiración profunda por su zurda de 24 quilates. Yo (y quizás varios de mi generación) no lo recordaba por ser uno de los arqueros más grandes de la historia.

 

Sí, de la Historia: tres veces escogido el mejor arquero del año por IFFHS (International Federation of Football History and Statistics). Lo igualan solamente las leyendas de Walter Zenga y Oliver Kahn, lo supera solamente Iker Casillas y Gianluigi Buffón. Súmele a esto que en el 2000, la IFFHS lo puso sexto en la lista de los mejores arqueros del siglo XX. Arriba solo estaban gigantes como Dino Zoff, Gordon Banks y Lev Yashin, la araña negra.

 

 

El paraguayo era un bus del INPEC (blindado contra rockets) bajo los tres palos. Era más fácil lanzar una granada a la embajada gringa que meter la pelota en su arco. En 1994, el Milán de Capello que se cansaba de ganar se midió contra Vélez. El resultado: Baresi, Costacurta, Maldini, Desailly, Boban y Savicevic se fueron a la casa con la introducción a la derrota aprendida.

 

Porque era una máquina de hacer goles

El primero del mundo en hacer gol de tiro libre. El único arquero en hacer un hattrick. Chilavert hizo 62 goles en sus 737. Rogerio Ceni en 1241 partidos hizo 130 goles. Es el segundón dirán algunos, pero ojo: Chilavert impuso una moda y me atrevería a decir que fue con este gol.

 

Vea todo el video pero fíjese en el segundo 45 cuando le hace el gol a Boca, ahí empezó la moda.

 

Además, Ceni nunca hizo un gol así. Nadie nunca hizo un gol así. No sé si alguien hará un gol así.

 

 

 

Porque no comía cuento de nadie

Era un líder innato, sí,  pero hay que decir que se le iba la mano. Hizo lo que quizo. Con toda seguridad sigue haciendo le que le place. Hay demasiados insumos para demostrar que su temperamento era implacable.

 

Por ejemplo, en el 2000 cuando es expulsado en La Bombonera por chocar con Martín Palermo y en su camino al camerino empuja a los policías como diciendo “no necesito protección, soy intocable”. (Vea su salida desde el minuto 4:45)

 

 

O cuando le cambió el sistema de juego a Marcelo Bielsa, casi nadie. (Vea los primeros 2 minutos)

 

 

Sin duda alguna, lo más diciente de su carácter fueron sus peleas. Cuando ahorcó al ‘Muñeco’ Gallardo. Cuando le escupió a Roberto Carlos (también le escupió a Ciccioli). Cuando le pegó un puñetazo en la nariz al Tino (nota: es zurdo también para golpear). Cuando trató de reventar al empresario Seijas en un aeropuerto alegando que no le pagó un plata y lo llamó “paraguayo muerto de hambre”. Pero para mí, la muestra representativa más grande de su personalidad es cuando le atajó un penal al Pibe en su partido de despedida.

 

¿Por qué Chilavert? Porque el paraguayo podía ser un Picasso o un accidente de tránsito, total daba lo mismo: no se le podía quitar los ojos de encima.

 

Su explicación es invaluable.

 

Foto:

MendozaPost


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