El primer hincha de la historia

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El fútbol está lleno de historias magnificas, a veces increíbles. Esta es una de ellas, esta es la historia del primer hincha.

 

Dicen las estadísticas que es Uruguay el país que, en proporción a su tamaño, más jugadores de fútbol exporta. Dicen los que saben de historia que fue el primer campeón de un Mundial; y esos mismos también juran que nunca se ha vuelto a oír un silencio tan abrumador como aquel que inundó el Estadio Maracaná el 16 de julio de 1950, en esa tarde fatídica que quedó grabada para siempre en el ADN de los brasileños.

 

Del repertorio de mitos y leyendas, de historias hiperbólicas que rodean al fútbol uruguayo, había una que se estaba quedando por fuera. Fue entonces cuando el relator Victor Hugo Morales, el loco que relato el barrilete cósmico de Maradona, se dio a la tarea de enseñarnos algo nuevo: la genealogía de la palabra hincha.

 

Dijo Víctor Hugo que la palabra viene del siglo XX y que hace referencia a los niños que hinchaban las pelotas. Pero el relator esta vez se quedó corto, porque como descubriría después el antropólogo Daniel Vidart, la palabra hincha viene de un personaje en específico. De un uruguayo, como no podía ser diferente.

 

Cuenta la historia que por el año 1900, en Montevideo, un bigotudo se raspaba el esternón en el Estadio Gran Parque Central de tanto gritar palabras de ánimo a su amado Nacional. Esto era durante los partidos, porque cuando no estaba alentando desde la raya, Prudencio Miguel Reyes vivía de inflar balones. En ese entonces la pelota era de tiento, un esférico pesadísimo que con el pasar del partido se iba deformando y que la sola tarea de inflarlo era toda una empresa. Reyes era un tipo fuerte, dispuesto a dejarlo todo por los colores de su equipo, primero inflando balones y después animando jugadores.

 

Don Prudencio Miguel Reyes. Foto: Pasión Tricolor
Don Prudencio Miguel Reyes. Foto: Pasión Tricolor

 

En la jerga común la palabra inflar, equivale a hinchar, y fue así como un buen día, nació la palabra hincha. Mientras Nacional jugaba, Reyes gritaba con tal fuerza y fiereza que la gente a su alrededor empezó a decir sorprendida: “mirá como grita el hincha”.

 

Nunca sabremos quién fue el primero en acuñarla, pero lo cierto es que la palabra se escapó del estadio y voló por todo el mundo para añadirle más color al fútbol, o si se quiere al deporte. El hinchapelotas, sin saberlo, se convirtió en el primer hincha de la historia del fútbol. Gracias a él también es que la de Nacional de Uruguay se jacta de ser la primera hinchada del mundo.

 

Hoy en día se les reconoce con facilidad: camiseta, gorro, maleta, bandera y hasta pintura en la cara con los colores de su equipo. Los hinchas después de Prudencio Reyes se convirtieron en estos locos con sueños que botan monedas en fuentes esperando que se conviertan en copas. Están en todas partes, en todos los estadios, los hay de todo tipo. Más de un siglo después, el fútbol es (o debería ser) de los hinchas.

 

Don Prudencia Miguel Reyes, por no hacerle honor a su nombre, por gritar desaforado, fundó una escuela y marcó el espectáculo del fútbol para siempre. Decía Leo Maslíah, el ilustre músico uruguayo, que en Montevideo hay poetas que salen de agujeros mal tapados, que no pretenden glorias ni laureles. Reyes, entre todos esos, es quizá el más grande.

 

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