Ese momento donde acaba la última transmisión del domingo y no queda sino la irrefutable realización que habrá que esperar -mientras se trabaja y se madruga- otros siete u ocho días para ver fútbol en forma. En ese momento, muere el alma. Revive efímera, volátil como es ella, quizás un día entre semana. Pero solo logra cobrar fuerzas y levantarse alto nuevamente en los maratones de fútbol que los domingos han monopolizado. El siguiente es un poema dedicado a ese momento.
LOS DOMINGOS MUERE EL ALMA
el minuto 87
anuncia la llegada
de los tres minutos bajo el agua
donde la tarde tendrá que ahogarse
se hace oscuro el horizonte
se acaba el fútbol, se vuelve lunes
la impaciencia sintoniza
cuando acaba la transmisión
el alma grita que no es justo
que los goles no alcanzaron
que varias patadas se quedaron fuera
se duelen al no darse
que el arquero solo tuvo una
pobrecito denle más que se queda sin lucirse
y el alma se queda de última en las gradas
mira a todos irse
mientras muere en un domingo
porque ya no habrá más fútbol
-alejandro.escorcia
@alescorci
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