Un amargo debut suramericano para los de Leonel Álvarez. El Medellín fue mejor durante los noventa, pero dejó escapar un partido que tenía controlado. Universidad Católica, sin proponer mucho, se llevó un valiosísimo empate de visitante.

 

Desde el planteamiento, Leonel salió a atacar. La figura fue un 4-3-1-2 con Didier Moreno de único cabeza de área, equilibrando él solo la maquinaría ofensiva del equipo. Por los costados, de interiores, jugaron ‘Goma’ Hernández y Arias; Marrugo –de soberbio partido– jugó de enganche; y en punta lo hicieron Leo Castro y Caicedo. Un once de gala diseñado para sentenciar la eliminatoria de local.

 

La iniciativa fue siempre de Medellín. No obstante, en los primeros minutos el partido estuvo empantanado en la mitad y a los de rojo les costó trabajo imponer su juego. Los ecuatorianos no proponían nada en ataque, pero impedían, con poco más que su sola presencia, que los volantes del Medellín combinaran con claridad por el carril central. A lo largo de todo el partido, ni Tipton ni Piedrahita fueron opciones por las bandas, lo cual centralizó el juego del equipo.

 

Marrugo, entonces, fue el jugador bisagra. El partido se destrabó cuando el cartagenero comenzó a moverse y a pedir el balón por delante de la primera línea de volantes. Anoche, demostró que está entero y que juega mejor cuando tiene absoluta libertad posicional. Cuando Marrugo agarró el balón, el rival se desorganizó y aparecieron los espacios para que los dos delanteros pudieran recibir entre los volantes de contención y los centrales ecuatorianos. Imposible no resaltar en este punto el soberbio primer tiempo de Caicedo. Lo hizo todo bien, presionó, recuperó, tocó con criterio, marcó diagonales y dio la asistencia para que castro adelantara al Medellín.

 

El gol llegó a los veinte minutos y, a partir de ahí, el Medellín se hizo con el balón y anuló al rival. La ‘U’ no encontró nunca a Escalada, su jugador más creativo, y el juego ofensivo se sustentó en carreras desbocadas de sus dos extremos, Ibarra y Patta. Además, cada vez que animaban a ir hacia delante quedaban descompensados en el medio campo. Medellín debió haber ido al descanso con dos o tres goles de diferencia.

 

El segundo tiempo arrancó igual. El Medellín combinaba por adentro, llegaba al área, pero no lograba hacer el segundo gol, el de la seguridad. Marrugo y Castro desperdiciaron opciones clarísimas, de esas que no se pueden fallar en una eliminatoria suramericana. La ‘U’, por su parte, no tenía más plan que tirarla larga e intentar capitalizar la velocidad de sus extremos. Antes del gol del empate, lo más peligroso que se inventó el visitante fueron un par de tiros de esquina y un saque largo del arquero que cogió por sorpresa a la zaga. Nada más.

 

Pero en el fútbol las desconcentraciones se pagan caras. Un rechazo aparentemente inofensivo, cayó en los pies de Ibarra, se transformó en un pase atrás y terminó en un remate arriba fortísimo del recién ingresado Jhonathan Lucas. Golazo y, a falta de diez minutos, el panorama se le oscurecía al Medellín.

 

Leonel reaccionó. Los ingresos de Hechalar –anterior al gol–, ‘Mao’ Molina y Burbano le dieron más volumen ofensivo al equipo, pero desbarataron la figura inicial y el equipo perdió el dominio. Con el ingreso de Molina, Marrugo perdió protagonismo y el equipo claridad. Tampoco el ingreso de Hechalar fue efectivo. El argentino entró a jugar pegado a la banda izquierda y nunca pudo entrar en los circuitos de un equipo que jugó siempre por el centro. El pitazo final anunció el fracaso.

 

Medellín se complicó solo. Desperdició lo que no podía desperdiciar y menospreció a un rival que parecía sometido. La llave está abierta. Leonel tiene nómina y jerarquía para ir a Quito a ganar. Sí. Pero, ¿para qué complicarse desde tan temprano?

 

Foto:

Depor

 

Autor: Martín Lleras Jacobsen