Mónaco y Manchester City le regalaron a los espectadores una serie sensacional. Una auténtica montaña rusa. En los dos partidos, cada equipo, cuando mandó, sometió al otro hasta el extremo. Nunca vimos medias tintas.
Doce goles. Pura emoción. Fue la serie de los jugadores rápidos, desequilibrantes. Brillaron Mbappé, Sterling, Sané, Agüero. Fue una serie memorable. Estas fueron las tres cosas que aprendimos:
Muchos goles, pero mucho por ajustar
Tanto Guardiola como Jardim tendrán cosas por ajustar. La serie fue muy igualada, pero recibir seis goles en dos partidos nunca será un buen síntoma. Cuando alguno de los equipos logró imponerse, rasgó las costuras de su rival. Es difícil que un equipo con tantos picos (altos y bajos) presente candidatura al título.
El Manchester City, con la plantilla que tiene, no puede mostrar tal vulnerabilidad defensiva. Y lo de Jardim es de admirar. Ha construido un equipo con muchas virtudes, usando una plantilla extremadamente joven. Muchos de sus jugadores ya no son promesas, son certezas. Sin embargo, el rival que enfrente en cuartos, con seguridad, será un pez gordo, que no perdonará los momentos de duda.
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Los laterales son vida
En el primer tiempo se vio la búsqueda de Jardim por potenciar a sus laterales en ataque. Sidibé (24) y Mendy (21) han mostrado gran forma a lo largo de la temporada. Siempre llegan de atrás y deciden con gran criterio en campo contrario.
En dos incursiones sensacionales de Mendy por izquierda, el Mónaco encarrilló la eliminatoria. Para eso, la labor de Bernardo Silva y Lemar para atraer rivales y liberar espacios fue fundamental. El Mónaco y la Selección de Francia tienen laterales para muchos años.
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Posición de De Bruyne
Guardiola propuso en el primer tiempo un 4-3-3 con Fernandinho de cabeza de área y Silva y De Bruyne de interiores. Los dos últimos jugaron muy lejos del brasilero y la presión asfixiante del Mónaco provocó varias pérdidas en la salida. Fernandinho tenía mucho terreno por abarcar y fue incapaz de salir en limpio. Bakayoko y Fabinho fueron los dueños de la mitad.
Para la segunda parte Pep pasó a De Bruyne a jugar al lado de Fernandinho en una especie de doble cinco. Pero cuando el City salía, Fernandinho tomaba altura y el belga era el encargado de meterse entre los centrales. Ese movimiento fue determinante. El equipo generó seis ocasiones claras en el segundo tiempo y metió al Mónaco contra su arco. No le alcanzó para clasificar, pero la diferencia entre el primer tiempo y el segundo fue abismal.
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