El Madrid anunció está semana que James tiene cartel de transferible. Acá, como es habitual tras este tipo de noticias, se puso el grito en el cielo, el país se lo tomó como una ofensa personal y el periodismo deportivo local se indignó y abrazó la bandera antes que la pizarra para defender al 10. Sin embargo, basta pensar con cabeza fría, administrando con mesura el cariño y la admiración que le tenemos a James acá en Colombia, para darnos cuenta que su hipotética salida del Madrid es tan justificada como necesaria.

 

Lo primero que hay que decir es que James, en su mejor o en su peor versión, por definición, no encaja en el modelo táctico que escogió Zidane. El francés lo dejó claro desde que llegó: un 4-3-3 marcado, en el que la BBC no se negocia. En la línea de volantes, Casemiro como mediocentro es indiscutible por ser el único volante realmente especialista en la posición; y los otros dos, Kroos y Modric, con quienes tendría que competir James, son más del agrado de Zidane y, además, están entre los cinco mejores volantes mixtos del mundo.

 

La posición de James, la suya, la propia, en la que más brilla, es por el carril central, el carril del “10”, detrás del punta. En el Madrid, desde Özil en el 4-2-3-1 de Mourinho, no ha vuelto a haber un enganche en el sentido más estricto de la palabra. Desde que llegó al Madrid, James no ha jugado en su posición natural. Antes de la aparición de Casemiro, con Ancelotti, jugó de interior junto a Modric y Kroos en la primera línea de tres. Después, cuando Bale se lesionó y el italiano cambió al 4-4-2, James jugó por derecha en la línea de cuatro. Con Benítez fue extremo, pero suplente. Ahora, su suplencia frente al Sevilla en la Supercopa de Europa –en un partido plagado de asuencias– Zizou dejó claro que para él, James no es ni extremo ni interior. Jugadores como Asensio, Lucas Vásquez, Isco y Kovacic están por encima del colombiano. Zidane, bien o mal, ya ha dado su veredicto.

 

Si las decisiones técnicas y las lesiones –que han sido un martirio a lo largo de estos dos años– no lo han hecho, también hay que decir que él tampoco se ha ayudado. Primero con Benítez y después con Zidane hizo declaraciones retadoras en las que cuestionó las decisiones técnicas. Además, cuando el técnico español le pidió llegar temprano a la pre-temporada para ponerse a punto físicamente después de la Copa América 2015, James se rehusó. Recientemente, su compromiso se volvió a poner en tela juicio cuando no fue capaz de sacrificar ni un minuto de sus vacaciones para coger ritmo y aprovechar que ninguno de los titulares indiscutibles hizo la pre-temporada completa. Messi, que ya no le tiene que demostrar nada a nadie, sacrificó 10 días, James, que no cuenta para su técnico, no hizo nada para revertir la situación.

 

El panorama no es el mejor. Él y su agente saben que un segundo año condenado al banco de suplentes puede ser fatídico para su carrera y su cartel en Europa. También para el sueño mundialista de Colombia sería terrible que su mejor jugador jugara tan pocos minutos. Todos quisiéramos seguir viéndolo con la ‘10’ del Madrid, claro. Pero un superclase como James tiene que estar siempre en la cancha, nunca en la banca. El mercado de fichajes se cierra en dos semanas y el tiempo se agota. Ahora, más que nunca, es hora de partir.

Autor: HB