El partido que Teo ha esperado toda su vida

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La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.

 

La Copa Libertadores es para Teo el gran Cáliz de su carrera; la vitrina más importante para mostrar su historia y pasar de ser un pistolero de barrio a un temerario de culto. Es el lugar para recordar sus quilombos en Argentina. La tromba en el camerino de Racing aquella vez que se fue a las piñas con Dobler en un entrenamiento, la pechada criminal que le pegó a Pitana y los incendios que dejó en La Bombonera con sus celebraciones. Y Teo lo tiene bien claro; de hecho ya tiene trazado un mapa en donde le pinta la cara a los que lo insultaron, lo criticaron y atacaron a sangre fría. Más que una venganza, es una restregada en la cara.

 

El primer ítem del mapa fue el ‘Chino’ Saja. El mismo Saja técnico de Guaraní, equipo al que Junior eliminó antes de la fase de grupos —desde la pre-Libertadores Teo se está frotando las manos—. El mismo Saja con el que Teo se reventó a golpes en el camerino de Racing y ahuyentó con un arma de juguete (eso dicen). Pues el barranquillero lo anotó en su lista y lo tachó de inmediato. Lo aniquiló y con su Junior del alma lo sacó a patadas de la Copa.

 

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Al segundo de la lista también lo aplastó en el partido contra Guaraní. Néstor Pitana, árbitro que lo expulsó tres veces en Argentina y al que el pistolero, en medio de un ataque de ira barrial, pechó impulsivamente. Pues Pitana fue el juez de aquel partido, en el que la banda de Teo se clasificó a los grupos. Otra vez lo burló y rompió cualquier teoría de árbitro localista.

 

La siguiente es la mejor, la que permite jugar más con la imaginación, y por la que Teófilo bota babas cada vez que sueña con ella. Boca, Boca, Boca. El odio de Teo por La Bombonera y sus consentidos no empezó por su celebración recordando la banda de River, como todos creen. Años antes, cuando las balas las disparaba con la remera de Racing, se mofó de los bosteros haciéndoles el gesto de cagones. A lo que la tribuna respondió con un “se cago-se cagó-Teoo-se cagó”. Lindo matrimonio.

 

Desde ese día Teo se encargó de enamorar cada vez más a los bosteros. Cada vez que entró a La Bombonera se tapó la nariz con los dedos, en señal de lo que para él significa La Boca.  La Doce y demás, hirviendo, ha respondido siempre a sus ademanes.  Así fue copando el vaso con entrevistas y señalamientos picantes hasta que les pintó la banda de River en la cara y se volvió uno de sus enemigos principales.

 

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El partido de este miércoles está clasificado como de alto riesgo. Los saludos de Teo a su fanaticada y los madrazos que lloverán de la tribuna ambientarán los televisores como en la película Duro de Matar, en la que el protagonista (Teo) esquiva y esquiva la balacera de encendedores y piedras que caerán sobre la cancha.

 

El negro irá con toda, jugará con las pelotas que no ha puesto en todo el 2018. Se vengará y aplastará nuevamente a sus detractores. Sería hermosísimo verlo celebrando allá, en la cancha que le huele feo, con su verdadero amor… y atrás, como un estruendo infernal, la sinfónica de putazos. Poesía pura.

 

Teo está listo. Su mapa sigue. Espera pasar de fase y duerme como un niño pensando en una final con Racing, en la que se despida de Argentina. Con una mano callando bocas y con la otro alzando la Copa. Nada más.

 

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Foto:
Goal


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