Pirlo y el invento del siglo

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Este fin de semana el fútbol perdió a uno de los volantes más geniales de la historia. 

 

Después de 21 años de carrera brillante, reconocido y halagado como pocos por sus colegas de profesión, encumbrado al nivel de genio por algunos de sus entrenadores y habiendo ganado más de quince títulos, nos resulta sencillo a todos hablar de Andrea Pirlo con la boca grande. En Hablaelbalón podríamos hacer un especial de 200 páginas y nos faltaría tinta. ¡ Qué fácil es en el 2017 reconocer a Pirlo!

 

Pero hubo unos años, no fueron pocos, en que nadie creyó en Andrea. Así parezca mentira, el Brescia, la Reggina y el Inter de Milan fueron incapaces de observar al enorme jugador que había detrás de ese flaco de 1,75 cm. En concreto, Silvio Baldini (Brescia 1998), Héctor Cuper (Inter de Milan 2000) y Carlo Mazzone (Brescia 2001), son los entrenadores que tendrán para siempre una mancha imborrable en su carrera: haberle dado un portazo a Pirlo.

 

Algunos de estos jugadores geniales necesitan más que su sapiencia y talento para demostrar que son los mejores. Necesitan un entrenador perceptivo y visionario. Un tipo con la sensibilidad para vislumbrar el fútbol que puede dar una estrella antes de serla. Necesitan, en especial los volantes-conductores como Pirlo, un entrenador que les diga: “Mira, las llaves del equipo son tuyas”. Pacho Maturana lo hizo con Valderrama, Aragonés con Xavi y cómo no, Ancelotti con Pirlo.

 

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El invento del siglo

 

El verano del 2001 fue redentor para el Milan. Llegaron Ancelotti y Pirlo. El mítico equipo de los holandeses de finales de los ochenta ya iba quedando lejos en el tiempo, el club debía reconciliarse con la grandeza pronto. Y con la Champions League en especial. Darle confianza y un rol protagónico a Pirlo fue la piedra angular que le permitió a Carletto levantar un castillo de fútbol en esos años.

 

En la primera temporada de Andrea en el Milan, la 2001-2002, jugó 29 partidos. El doble que la pasada en Brescia e Inter. Más que darle rodaje al genio de Andrea, Ancelotti tomó una decisión revolucionaria, y a lo mejor, la mejor de su carrera: ubicar a un menudo mediapunta como mediocentro. Fue un momento rupturista, de esos que marcan épocas.

 

En esos años, el paradigma de mediocentro era Claude Makelele. Era considerado el mejor del mundo y como se notó después de su salida del Real Madrid, era más importante en el funcionamiento que cualquier galáctico. Para quienes no lo recuerdan bien, podríamos decir que era una versión sofisticada de Casemiro. Pirlo todo lo contrario: lento, menudo, sin potencia ni fuerza sobresaliente, bajito. Jugaba al trote. Como los tractores, no tenía quinta velocidad. Así que ubicarlo de mediocentro fue el invento del siglo.  Fue pensar por fuera de la caja.

 

Para que Andrea brillara en el palco del área jugando en su esplendor, con su clarividencia para limpiar la jugada, repartir las cartas y marcando el compás del juego, debía tener escuderos que corrieran por él. Que lo arroparan. Diez metros adelante, Ancelotti le dispuso dos escoltas de primer nivel: Gattuso y Seedorf. El primero de solo corte. El segundo de corte y confección.

 

En la temporada 2002-2003, ese mediocampo de lujo, equipado y dotado para brillar en cualquier tipo de partido, tenía una defensa espectacular: Nesta, Maldini, Costacurta y Kaladze. Ruicosta en el punto de cocción de su carrera y arriba, Inzaghi y Shevchenko cambiando todo por gol. Ese Milan, con el invento de Ancelotti patentándose en millones, ganó la Champions contra la Juve en la final.

 

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La Juve replicó el invento

 

Pirlo duró una década dando cátedra en San Siro. Volvió a ganar la Champions en el 2007, ganó el Scudetto en 2003 y  2001 y, en la mitad, la Copa del Mundo de 2006. Pero en el 2011, con 30 años, tuvo que oír que su momento había pasado: contrato no renovado. Entonces Andrea se fue al enemigo de toda la vida, la Juve, gratis. ¡Gratis! Es posible que el directivo que tomó esa decisión siga pegándose contra las paredes.

 

Para la siguiente temporada, 2011-2012, la Juve sencillamente replicó lo que ya estaba inventado. Antonio Conte ubicó a Pirlo de mediocentro y durante los cuatro años de Andrea en Turin, fue arropado con volantes con mucho despliegue y fútbol. Volantes llegadores, con gol, capaces de sacar provecho de sabiduría del 21. Con Vidal, Pogba, Marchisio, Isla, Gioccherini a su mando, lo volvió hacer. Volvió a dar su cátedra semanal por cuatro años más.

 

Antes de su llegada, la Juve llevaba diez años sin ganar el Scuddetto. Ganó los cuatro en los que Pirlo estuvo en el club.

 

Esta es la historia de un gran invento. El invento del siglo.

 

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Foto: mediadb.kicker.es


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