La victoria más amarga del semestre

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A pesar de quedar eliminado en Libertadores, Millonarios le ganó en Brasil a Corinthians y se conformó con un cupo a la Copa Sudamericana.

 

“Este es el famoso Millos…”

 

Que el triunfo de visitante no engañe a nadie. En Brasil, Millos no jugó el partido de su vida. Fue un partido digno, no más, como casi todos los que hizo en esta Copa. Russo volvió a demostrar que hace mucho con muy poco, pero que, en su condición de mortal, tampoco puede hacer milagros.

 

Con respecto al equipo que jugó contra Independiente, la única novedad en el once fue la ausencia de Cadavid. Los centrales fueron Figueroa y Rivas, lo que de entrada no parecía un buen presagio. Ambos la pasaron mal, pero no se mandaron ninguna macana que Faríñez no hubiera podido reparar.

 

En el primer tiempo, aunque hay que decir que Corinthians jugó a media máquina, Millos no sufrió. De hecho, por momentos cogió el balón y, en jugadas puntuales, alcanzó a incomodar. Rivas la tuvo de cabeza y Ayron hizo un gol, bien anulado, en fuera de lugar.

 

Pero no fue más que eso. Jugadas puntuales. De resto, como a lo largo de todo el semestre, el equipo dio la sensación de estar al límite. Dos pelados (demasiado pelados) por las bandas y la soledad de Ayron. Nada más. La enjundia de Duque y la sorprendente prolijidad de Matías son bien recibidas, pero se necesita más que eso para darle vuelo a una propuesta ofensiva bien montada. A eso súmele que Macallister no estuvo. Y ojo que Henry no lo hizo mal, pero… todo sigue siendo muy escaso. De mitad para adelante, Millos no le mete miedo a nadie.

 

Luego, en el segundo tiempo, vimos el gol y no más. Bueno, sí hubo más: a Fariñazo limpio le ganaron a Corinthians. Parecía imposible y hoy más que nunca al hincha le duele ese empate contra Independiente y esa derrota tan innecesaria en Venezuela.

 

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Minuto 85

 

Wilker = Suramericana

 

Linda la Suramericana, el triunfo engaña la paridera. La derrota los hubiera dejado por fuera y si no perdieron fue por Faríñez. Punto. Otra vez, con sus flacuchentos brazos, el pelado sostuvo a Millos. Sus atajadas, fuera de joda, dan ganas de reír. Una tras otra, una más impresionante que la otra.

 

Bajito, pero de brazos larguísimos, pareciera que Wilker domina todos registros del buen portero. Tiene reflejos felinos, va bien arriba, es un maestro del mano a mano y tiene una velocidad despampanante para achicar. Por su edad, todavía tiene mucho que aprender y mucho tiempo para hacerlo.

 

Será difícil mantenerlo, pero hay que disfrutarlo mientras se pueda. Si se mantiene así, si mejora su juego de pies, que ojalá, sería raro que su nombre no sonará en todo el mundo.

 

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El extraño caso de César Carrillo

 

Ya dijimos que a Millos no le sobra nada. Ni adentro ni afuera de la cancha. Los cambios que metió Russo fueron el niño Aragón, el volador sin palo de Eliser Quiñones y César Carrillo.

 

Este último no es Frankie Lampard, pero para el fútbol colombiano es un volante más que calificado. Llama la atención que se le haya usado tan poco y más teniendo en cuenta que siempre que entró, cumplió. Russo prefirió hacer experimentos con de los Santos y jugar con Duque en media pierna.

 

Contra Corinthians entró y, además de sacarse del sombrero un golazo de antología, volvió a hacer un partido a la altura (de sus compañeros). Aunque con el diario del lunes, es imposible no volver al empate contra Independiente. El partido había que cerrarlo, Duque estaba tocado, ¿por qué Carrillo ni siquiera fue una opción?

 

Después del gol de Cadavid, ¿no habría sido inteligente aguantar el cambio de Huérfano para meter al Caracho y a Carrillo para darle aire al mediocampo?

 

¿Por qué será que César nunca contó para los partidos importantes?

 

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Minuto 85

 

Foto:

Futbolred


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