Armani tiene que jugar con la Selección Colombia

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La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaebalón.

 

El octavo título de la era de Marcelo Gallardo en River se consiguió gracias a una noche espectacular de dos protagonistas: ‘Pity’ Martínez y sobre todo Franco Armani. La prensa argentina, de titulares ingeniosos y maleable opinión, despertó anunciando a los cuatro vientos que por fin, después de cuatro años, River ya tenía un arquero digno de River. Es verdad, pero decirlo solo por el partido contra Boca es oportunista. Desde que llegó a River, Franco ha atajado a un nivel mucho más alto que Lux. Ayer, como lo hizo tantas veces en Nacional, un guantazo, un pie milagroso, un achique y una reacción instintiva fueron la diferencia entre la copa y el amargo metal que se cuelgan los subcampeones.

 

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A pesar de que River ha tenido un 2018 de malos resultados y peor juego, el camino individual de Armani, de a pocos, se va ajustando a los objetivos personales que motivaron su salida de Nacional. El arquero quería, por un lado, cumplir su deseo de jugar en un equipo grande de su país y por otro, entrar en el radar de Sampaoli. La dos cosas las ha conseguido.

 

Cada día es más fuerte el eco popular que pide su convocatoria al mundial. En Argentina, un país con una tradición destacadísima en ese puesto, pero que ahora no cuenta con ningún arquero metido entre los veintes mejores del mundo, la figura de Armani resulta imposible de ignorar.

 

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Sin embargo, un día antes de que se consagrara en un Superclásico que paralizó al país, Sampaoli publicó su lista para los amistosos de marzo. ¿Renovación en el arco? Tal vez, pero no una tan grande como para que entrara Armani. Willy Caballero fue el elegido para amenazar el puesto de Romero —del que se sabe no es del gusto del cuerpo técnico— y en ese escenario, salvo lesiones, es casi imposible que Franco se clasifique al mundial… con Argentina.

 

Pues mientras tanto, su proceso para adquirir la nacionalización colombiana ha avanzado. No sabemos todavía si será ciudadano colombiano antes de la última lista, pero lo que sí podemos hacer es dar un debate a fondo sobre una hipotética convocatoria suya a la Selección. Hablo de un debate necesario; sobre todo para nosotros.

 

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Estoy convencido de que su convocatoria sería justificada y positiva. Justificada en lo deportivo y positiva en lo cultural. Para lo primero el argumento está servido. Hay un consenso generalizado frente a la enorme diferencia que hay entre David Ospina y los “otros”. El grupo de periodistas y futbolistas que rechaza con ferocidad la convocatoria de Armani, parece, no reflexiona con detenimiento lo que esto quiere decir: Y, ¿si a Ospina le pasa algo? Tener un segundo arquero de garantías es vital. Uno que esté listo y preparado, que pueda salir de la camaradería alegrona del banquillo, calentar dos minutos y salir a volar en un mundial.

 

La posibilidad de que Ospina se lesione (que nos parece tan ajena y lejana) no debe ser tomada a la ligera. Las lesiones en los arqueros no son poco frecuentes y hoy nuestras segundas opciones, todas, bajarían sensiblemente el nivel. El hoy argentino, en cambio, sería un reemplazo más que digno.

 

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Para lo segundo, llamar a Armani sería un gran paso para romper nuestra tradición de país con fronteras de hierro que gracias a no tener una convivencia histórica con emigrantes  –apenas unos millares de libaneses y sirios que llegaron a principios del siglo XX y los venezolanos que ahora llegan por montones–  es dura y excluyente.

 

El porcentaje de personas que trabajan en Colombia y nacieron en otros países es bajísimo: está muy cerca del nivel de países comunistas y lejísimos de vecinos como  Argentina y Perú. Muchas selecciones del mundo tienen historias maravillosas de extranjeros nacionalizados que engrandecieron al equipo de su segunda patria. Nosotros no, todo muy de acuerdo a nuestra tradición cerrada y hogareña. De hecho, los que rechazan el llamado de Armani, en su mayoría, lo hacen por cuestiones patrioteras y nacionalistas y no por el debate deportivo.

 

Quiero y deseo que llamen a Franco Armani. Sería mandar dos mensajes contundentes al mismo tiempo. Uno para el país futbolero y otro para el país humano.

 

 

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Foto: elespectador.com


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