El “Tonto” del Madrid

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El de Sergio es un caso literario. Contar su historia es explorar las dicotomías que tienen lugar en los personajes excepcionales: el hereje y el ídolo; el cielo y el infierno; la gloria y la burla.

 

Todo comenzó en Sevilla

El fútbol lo conoció en el año 2004. Fue Joaquín Caparrós quien a sus 17 añitos lo hizo debutar contra el Deportivo de la Coruña en Riazor. Se estrenó como volante central y la primera pelota que tocó como jugador profesional fue tras una plancha terrible –y limpia– con la que le ganó el balón a Albert Luque. Cinco minutos después, en otro balón dividido, fue con los taches arriba, sin mesura, volviendo a hacerse del balón. Esta vez le pitaron falta: fuerza desmedida. Desde su Premier, vestido con la camiseta roja del Sevilla, ha forjado su figura teniendo como mantra de vida el viejo cliché de “disputar cada balón como si fuera el último”.

 

Miren como levantaba para cabecear a los 12 años. Sergio no era normal:

 

 

Pablo Blanco, coordinador de la cantera del Sevilla y descubridor de Sergio, dice de él que cuando llegó al club marcaba la diferencia desde la forma de entender al juego. Su ímpetu para entrenarse, su liderazgo innato y su ansiedad por ganar lo separaban del resto. Regordete y con su melena de boyscout, era cuestión de tiempo, de crecer el cuerpo, para que Sergio se hiciera jugador de fútbol.

 

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Ramos el Profesional

Aunque debutó como volante central, Caparrós lo utilizó en primera instancia como lateral, y terminó afianzándose como central. Era el Sevilla de Dani Alves, de Jesús Navas, del fallecido Antonio Puerta (amigo íntimo de Sergio y razón por la cual usa el número 15 en la selección). Fue en el 2005, en su segundo año en primera, cuando salió definitivamente del cascarón y se mostró ante el mundo como promesa cumplida. Jugó 60 partidos como titular e hizo cuatro goles —¡a los 19  años, joder!—.

 

A Sergio lo citaron a la selección absoluta (ya había sido campeón de Europa, en 2004 con la selección sub-19), entonces llegó el rumor de que el Real Madrid lo quería. Su hermano, audaz, le recomendó presentarse a la concentración con un vestido blanco. Su gesto no pasó desapercibido y el llamado no tardó. Florentino Pérez ofreció, como si fuera Vito Corleone, una oferta imposible de rechazar: 27 millones de euros sobre la mesa. 27 millones hace 11 años. 27 millones por un central. Por un chaval de 19 años… Sergio dejó Sevilla y viajó a Madrid.

 

Este gol tuvo que ver con su llegada al Madrid:

 

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Real Madrid: la Iniciación

Sergio fue el primer español fichado por Florentino y uno de esos fichajes que lo perpetúan en el trono del club. Ya siendo jugador de selección, vestido de galáctico, la vida parecía rendírsele a los pies. A los 19 años pidió la número 4 del Madrid y se creyó el cuento de reemplazar al recién retirado Fernando Hierro. El paraíso terrenal existía para Sergio: estaba en el Real Madrid.

 

Pero a Ramos aún le faltaba madurar, y así se lo hizo saber el fútbol. En sus primeros dos años como merengue coincidió con el Barcelona de Ronaldinho en su versión extraterrestre. Mientras el brasileño lo sacaba a pasear (aquí el video), mientras el Barcelona disfrutaba y el Sevilla ganaba su primera y su segunda Europa League, el Madrid atravesaba el desierto. Dos años sin ganar nada.

 

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La cumbre y el descenso. Y la cumbre

Dos años después, ya iniciado, en la temporada 2006-2007, El Madrid ganó La Liga y Sergio alzó su primer trofeo. Lo repitió en el 2007. Después ganó todo lo que un jugador de un club español puede ganar. Le tocó ser hacer con Iván Helguera, Heinze, Cannavaro, Carvalho, Pepe y Varane. Sergio se hundió con los ‘Galácticos’ de Florentino, pero brilló en la liga récord de los 100 puntos con Mourinho; vio a Casillas en la cima y en el infierno; fue central, lateral y volante de marca; sufrió con Pellegrini y Rafa Benitez, recibió órdenes de Capello y de Schuster y de Juan de Ramos; vio a Zidane inmortalizarse como jugador y nacer como entrenador; se fumó el imperio de Guardiola, con su sexteto y sus tres ligas al hilo. Sergio ha estado en todas.

 

Cuando en el 2012, en la semifinal de Champions contra el Bayern, botó su penal a la luna sintió más que nunca, y en carne propia la ansiedad blanca por volver a reinar Europa. Dos años después, en una de esas noches en las que el fútbol fue justo, en Lisboa, sosteniéndose en el aire, congelando el tiempo, mirando el mundo desde arriba, con un cabezazo inmortal, Sergio abrió la puerta de la Décima. Primero lo vistieron de payaso, después de redentor.

 

Nadie, en la historia del fútbol, ha hecho tantos goles con el tiempo en rojo.

 

A la cumbre que alcanzó en Lisboa le vino un descenso rápido y doloroso. Una lesión en el hombro, acompañada de infiltraciones sistemáticas, hizo que el 2015 fuera el peor año de su carrera. Casillas ya no estaba y con la banda de capitán en el brazo derecho, todos los focos se posaron sobre él. Misterio con su renovación, coqueteo con el Manchester United, mala forma, récord como el jugador con más expulsiones en el club blanco, encontronazos con la afición, chiflidos… memes y burlas otra vez.

 

Pero Sergio se volvió a parar, claro. Siempre. El año pasado  se recuperó de sus lesiones y se volvió a erigir como el mejor central del mundo. Con la banda de capitán ajustada a su brazo izquierdo alzó la undécima Champions del Real Madrid.

 

Hoy, Sergio completa 493 partidos como merengue, 43.078 minutos, 63 goles. Sergio los ha sobrevivido a todos: a Ronaldo, a Roberto Carlos, a Casillas, a Guti, a Raúl, a van Nistelrooy, a Figo. Hoy el número 4 es más suyo que de Fernando Hierro. Ha ganado todo lo que un jugador de fútbol desea ganar (a nivel clubes y selecciones). Tiene 30 años y los que le quedan.

 

Revisar su historia hace pensar que Ramos seguirá oscilando entre el infierno y la gloria. Que seguirá llenando titulares gracias a penales exquisitos, a goles milagrosos, pero también a errores dolorosos. Hace pensar que quien repare sobre su historia, ahora o en los años por venir, tendrá que empezar diciendo que hablar de él es hablar del Real Madrid. Y viceversa.

 

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Foto:

www.abc.es


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