La Champions se gana en el mediocampo

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El fútbol moderno es de los mediocampistas. Alemania y España lo han demostrado en el fútbol de selecciones, mientras que Real Madrid, Barcelona y Bayern Münich lo han hecho a nivel de clubes. En este artículo se discutirá un rasgo común que comparten los últimos cuatro campeones de la Champions League: una extraordinaria línea de volantes

 

Más allá de todo el glamour y la estética, más allá de la magia que rodea a la Champions, hay que decir que lo más importante y lo que realmente la hace un torneo especial, es su nivel de juego. Ni el mundial, ni la Eurocopa, ni la Copa América son capaces de ofrecer el espectáculo, las plantillas y el ritmo de juego de la Liga de Campeones. La preparación táctica y estratégica, y sobre todo, el talento que pueden aglutinar los grandes clubes europeos está muy por encima de lo que puede ofrecer la mejor selección.

 

Las tendencias que marcan los mejores equipos de este torneo son entonces las que condicionan el mapa del fútbol mundial. Y si ha habido una tendencia notable y definida en los campeones de las últimas cuatro versiones, ha sido la de tener una línea de volantes con la capacidad de imponer condiciones y marcar el ritmo de juego de los partidos: mediocampistas de una altísima técnica, constructores de juego, maestros de la lectura de situaciones; jugadores que cuestan mucho menos que los grandes delanteros, pero que son los verdaderos dueños del balón.

 

El Bayern de Jupp Heynckes

La Liga de Campeones 2012-2013 era la gran espina de la temporada anterior. El Bayern había perdido la final por penales, tras el empate de Drogba en el minuto 90’. Este era un equipo hecho con una idea de juego muy aceitada. Heynckes proponía un 4-2-3-1, aprovechando los mejores años y las mejores corridas de Robben y Ribery .

 

En la mitad de la cancha, el triángulo de mediocampistas lo conformaban Schweinsteiger y Javi Martínez en la contención, y unos metros por delante, una joven joya: Toni Kroos. El nivel de Schweinsteiger esa temporada fue espectacular. El bávaro fue el eje y motor de la mitad de la cancha. Ese año mostró su habilidad para quitar y jugar; se consagró como uno de los mejores volantes del mundo. Javi Martínez había llegado gracias a su gran rendimiento en el Athletic de Bilbao y rápidamente demostró el valor de su primer pase, su criterio para circular y su portentoso físico.

 

Toni Kroos, con 22 años, ya era el joven alemán del momento. Un volante de una técnica privilegiada, con una capacidad para hacer cambios de orientación con las dos piernas al alcance de muy pocos. Sus botas fueron la baza creativa de un Bayern que conquistó el mundo.

 

La fluidez y la velocidad en la circulación, que le aseguró a Robben y Ribery constantes situaciones de uno a uno, fue únicamente posible gracias al enorme trabajo de este triángulo de volantes. Este equipo llegó a la final después de aplastar 7-0 al Barcelona en semis.

 

(Lea también: Sin Orejona, pero en hombros)

 

 

Que bueno que viniste ‘Carletto’: Madrid 2013-2014.

Ancelotti llegó y le devolvió la gloria europea a un equipo que había escrito su grandeza en esta competición. Después de 13 años de proyectos incompletos, el técnico italiano, con todos los méritos, le dio al Real Madrid la “Orejona”.

 

El millonario traspaso Gareth Bale suponía el mayor desafío del rompecabezas del nuevo entrenador. El equipo llevaba jugando tres años en un 4-2-3-1, con un deslumbrante Di María como extremo derecho. La llegada del galés hacía aún más difícil el alineamiento de todas las piezas. Ancelotti lo consiguió.

 

Aquel Real Madrid jugaba con un 4-3-3 con Benzema, Cristiano y Bale arriba; Xabi Alonso de mediocentro; y Modric y Di Maria de interiores. Para ese entonces Alonso, junto a Busquets, era el mejor en su puesto. Su lectura del juego, su intuición para cortar pases, su posicionamiento e inteligencia táctica y su gran capacidad como lanzador, lo hacían (y lo hacen) un mediocentro extraordinario. A lo largo de su carrera ha sido titular indiscutible en todos los equipos a los que fue. Y, en ese Madrid especialmente, fue fundamental.

 

Al lado del tolosarra jugaba el extraordinario Luka Modric, uno de los mejores constructores de juego del mundo. El croata era capaz, él solo, de sobrellevar la carga y el ritmo del juego de su equipo. Luka era el interior que jugaba más cerca de Alonso y el encargado de balancear la carga de vértigo que ofrecían los tres de arriba. Su participación ese año fue determinante. De sus botas salió el centro que terminó en el gol de Ramos en el minuto 93’. Por más gol y talento que un equipo tenga adelante, sin este tipo de jugadores es muy difícil ganar la Champions.

 

La reubicación de Di María fue la sorpresa de ese Madrid. Ancelotti nos permitió ver la versión más madura y completa de ‘Angelito’. Lo puso de interior y no de extremo. Sus funciones cambiaron radicalmente y el argentino demostró su inteligencia y capacidad de adaptación. Más alejado del área y en una zona de más riesgo, Di María dosificó el uno contra uno. Ese año distribuyó mucho más de lo que desbordó. Además, a su entrega y sacrificio, le sumó a su juego inteligencia defensiva y gran capacidad para recuperar balones. Su nivel de juego fue alto y parejo a lo largo del año. Terminó siendo elegido el mejor jugador de la final.

 

 

La resurrección del Barca: el valor de un entrenador.

Las dos temporadas anteriores a la 14/15 el Barcelona había sufrido un sostenido proceso de deconstrucción de los pilares de su juego. Las señales de decadencia eran alarmantes y era necesario un cambio contundente de dirección: volver a los orígenes o introducir cambios importantes. Luis Enrique consiguió las dos cosas (Para saber más lea este análisis sobre el trabajo de Luis Enrique en el Barça).

 

Mantuvo el ADN, pero revolcó la casa. Uno de sus cambios fundamentales fue jugar con Rákitic en vez de un Xavi Hernández que ya venía a menos. En un equipo que ya no viajaba junto, el ‘6’ se ahogaba en medio del fuego cruzado. Era necesario conseguir un obrero pulcro, a la altura del nivel técnico del equipo y que fortaleciera el vulnerable eje derecho del Barca. El croata demostró ser el ideal.

 

En el 4-3-3, Sergio Busquets lleva siete temporadas siendo el dueño del mediocentro y, desde la última temporada de Guardiola, el volante más importante del sistema. Busquets es el mediocentro por excelencia. En palabras del analista Diego Latorre: “ver jugar a Sergio Busquets es ver todo en un futbolista. Es ver el fútbol de todas las épocas en un solo jugador”. Su importancia en este equipo es incalculable, Luis Enrique lo ha cuidado como a un hijo. En aquella Champions League, ‘Busi’ completó contra el PSG, el Manchester City y el Bayern Münich, seis partidos para la posteridad.

 

En el interior izquierdo estuvo Iniesta. Esa temporada fue otra prueba –en caso de que faltara alguna– de que Andrés es uno de los más grandes volantes de la historia. Si bien su registro de goles y asistencias bajó como consecuencia del protagonismo adquirido por los tres de arriba –Neymar, Suárez y Messi–, el manchego completó una temporada espectacular. Su temporada nos mostró que es necesario dejar la obsesión con las estadísticas de los goles y asistencias. Finalmente éstos son producto de variables más complejas del juego, variables que Iniesta domina como ninguno.

 

 

No todo es pizarra: Zidane campeón de Europa.

El Real Madrid tuvo una temporada 2015-2016 extraña. El primer semestre estuvo lleno de conflictos y confusiones. Rafa Benítez, un esforzado y metódico entrenador, no pudo convencer a la plantilla de su sus ideas. El equipo no lo acompañó y él se tuvo que marchar.

 

Al banquillo llegó un carismático debutante. Su estatus de leyenda le otorgaba un crédito que ningún entrenador adquiere de entrada. Sin construir un equipo brillante y tomando decisiones sensatas, Zidane sacó campeón a un equipo que se tropezó en todas las instancias del torneo, pero que pudo ser campeón de Europa, en buena parte, por tener un mediocampo extraordinario. (También le puede interesar nuestro especial sobre Calvos Clasudos, como Zidane )

 

Casemiro fue el antídoto ideal al problema de Kroos. El alemán no es un mediocentro de garantías contra equipos top y fueron bastante las noches que así lo confirmaron. Casemiro, entonces, desde que Zidane optó por él, fue –y sigue siendo– fundamental para el equilibrio del equipo. Su capacidad para cortar contragolpes del rival, para anticiparse y para abarcar terreno es la clave para liberar todo el talento de Kroos y Modric, que juegan de interiores en el 4-3-3 del francés.

 

 

Mucho se ha discutido sobre la titularidad de James, Isco y de otros jugadores. Pero lo que Modric y Kroos ofrecen como generadores de juego, como motores encargados de hacer jugar a sus equipos, es muy difícil de encontrar. Juntos logran darle continuidad y fluidez a la propuesta del  equipo a lo largo de los noventa minutos. Los dos fueron vitales para la consecución de la ‘Undécima’. El croata con mayor despliegue y cerca de Carvajal; Kroos más posicional, recostado a la izquierda y encargado de cubrir las subidas de Marcelo. Sin lugar a dudas, dos de los mejores cinco interiores del mundo.

 

Como ven, la Champions se gana en el mediocampo…

 

Foto:

Sport


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