Hemos sido mezquinos con Cristiano

154

Compartir artículo:

Ayer, en medio de esa espesa selva de estadísticas y efemérides que se ha convertido el fútbol, hubo un dato que me dejó pasmado: el Atlético de Madrid tiene 100 goles en Champions League, Cristiano 103. Miré al techo, y supe que debía escribir estas líneas.

 

En siete meses se cumplirá una década del Balón de Oro que recibió Kaká en el 2007. El podio lo completaban Cristiano y Messi. Desde entonces, el mundo del fútbol ha asistido a la más grande rivalidad de la historia de este deporte. Di Stéfano reinó soló. El pobre Kubala nunca pudo resistirle la mirada jugando en un Barca débil. Pele-Maradona nunca fue una rivalidad de verdad. Artificialmente la crearon los argentinos. No fueron contemporáneos. El flaco Cruyff, rivalizó con Beckenbauer, un gallo de su misma categoría, pero el tiempo mismo desvaneció cualquier posibilidad de comparación. Ningún jugador de la década de los 70 tuvo ese sello de jugador total.

 

Después de la era pos-Maradona vinieron fenómenos que en el pico de sus carreras fueron los mejores. Lo fueron por dos o tres años, a lo sumo cinco. Vinieron Baggio, Romario, Rivaldo, Zidane, Figo, Ronaldinho… Incluya usted los que tenga, los que crea que me faltaron y estará de acuerdo conmigo en que nunca dos jugadores nos regalaron una rivalidad de este nivel durante tantos años. Una rivalidad en carne viva, de cifras imposibles, de temporada a temporada, los dos sostenidos por una tropa de fenómenos. Con Marcelo, Neymar, Benzema, Xavi y otros genios más, estos titanes han volado más alto, y nosotros hemos disfrutado más.

 

También puede leer: ¿Por qué la prensa no se fija en Cuadrado?

 

No quisiera entrar a decir cuál es mejor, ese no es el afán del artículo. La intención es darle a Cristiano un lugar que hasta ahora le hemos negado. Cuando digo “hemos” me refiero a nosotros, a la comunidad del fútbol. En este deporte no existe una corte de sabios como en la antigua Grecia cuyas reflexiones eran tenidas como verdades absolutas. Nosotros, la comunidad, periodistas, entrenadores, jugadores, aficionados, nos hemos puesto más o menos de acuerdo en que Messi está en la mesa de los cinco grandes. Para algunos es el mejor de todos, para otros todavía no supera a Maradona. Pero… en esa carrera de comparaciones y elogios: ¿dónde hemos dejado a Cristiano?

 

Cuando hablamos del portugués -y me incluyo- la mayoría lo hacemos con la boca pequeña. Alrededor de su figura gravitan una cantidad de prejuicios e ideas que poco tienen que ver con el juego. Con 32 años, 400 goles con el Madrid y docenas de exhibiciones como la de ayer, es justo que la historia sea más noble y menos mezquina con Cristiano.

 

Después del último clásico, Luis Enrique dijo uno de los mejores argumentos que he oído acerca del tema Messi: “para mí es el mejor de todos los tiempos y he visto mucho fútbol. En esta época actual, moderna, donde todos los jugadores están mucho mejor preparados psicológicamente, tácticamente, técnicamente, y que así pueda marcar las diferencias que marca”.  Pues bien, ese mismo argumento vale para Cristiano. Sin pasiones y sin colores, el argumento le cabe a los dos fenómenos.

 

También puede leer; EDITORIAL: Se vale creerse el cuento, la Champions es Colombia

 

Por otro lado, siempre me ha parecido que la sociedad del fútbol es sumamente conservadora. Con sus creencias y sus valores. La resistencia al cambio y a la evolución es muy fuerte. Cada generación protege su legado y el fútbol que vio como una herencia sagrada e inalterable. Ciertos ideales estéticos e ideas tan vagos como “el fútbol de antes era mejor”, “hoy solo se corre” o “se perdió la belleza” le ponen un cerco de acero a la carrera de Cristiano y debilitan su valor.

 

Es hora de que seamos hijos de nuestro tiempo, que comprendamos mejor la esencia y la complejidad del fútbol del 2017, y dejemos de lado juicios que son más culturales y estéticos que futbolísticos. La forma de correr de Cristiano, su regate, su golpeo, no le llena los ojos al que creció y se emocionó con Bocchini y Zico. Ronaldo es un jugador de laboratorio, industrial, un robot perfecto. Es un jugador prototipo y producto de este fútbol tan sofisticado. Pero nada de eso lo hace ser menos fenómeno.

 

Ninguno de los más grandes de la historia fue tan regular durante tanto tiempo. Lleva doce años siendo un jugador que inclina la balanza del resultado, que rompe partidos. Es el máximo goleador de su selección y del club más ganador de la historia. Esta a tres goles de ser el mayor goleador de la historia de las cinco grandes ligas europeas. Los argumentos contra él son bolas de helado en el desierto.

 

Por supuesto que tiene mucha menor capacidad en zona de gestación que Messi, Ronaldinho, Maradona, entre otros grandes, pero me pregunto: ¿por qué para estar a la par de estos, debe ser un gran generador de juego? ¿quién dijo eso? ¿dentro de la complejidad que supone superar a rivales tan difíciles, ser tan influyente en los últimos 20 metros no es igual de meritorio? Reducir su influencia a una capacidad física es un insulto al juego.

 

Cerrarle las puertas de la eternidad es más un problema de nosotros que de Cristiano. De nuestra incapacidad para comprender las dificultades del fútbol de hoy. No sé si está dentro de los cinco grandes, pero creo que es hora de ser más generosos con él. No deberíamos necesitar partidos como él de ayer para empezar a serlo. Cristiano hace rato pertenece a la familia de los más grandes. Aceptémoslo, y no con la boca pequeña.

 

También puede leer: el mejor nueve del mundo

 

Foto: elheraldo.hn


Lo más leído