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El ¨proyecto Pékerman¨ llegó a su punto más alto, logrando unir -así sea por unas horas- al país con la amalgama social más potente que se conozca: el fútbol. Esa pelota que empezó a rodar en el siglo XIX en Inlgaterra, en pleno auge de la revolución industrial mientras los obreros se divertían en los descansos de sus extenuantes jornadas, llegó hoy, al estadio Mineirao de Belo Horizonte para dejar una sentencia: la sensatez se premia.
Este sabio Argentino de 65 años, ha llegado a nuestro fútbol con una linterna mientras nos ahogábamos en nuestra caverna. Sumidos en el anacronismo dirigencial y futbolístico, tenemos que aceptar con pena pero con gallardía, que solos no pudimos. Que alguien tuvo que cogernos de la mano para cruzar la calle. Las bellaquerías de nuestros dirigentes y los caprichos y las vanidades de nuestros entrenadores, nos habían estado privando de lo hermoso que fue este día.
Nuestra identidad, lo que se juega en los barrios, sí, es el ¨toque¨, la técnica, la triangulación. Sí, es cierto. Pero también hay que ser hijos de nuestro tiempo; laterales rápidos, músculo en la mitad, aceleración en tres cuartos, dinámica, once atacan y once defienden; fútbol Moderno.
Pékerman ha llegado a nuestro fútbol con una linterna mientras nos ahogábamos en nuestra caverna. Sumidos en el anacronismo dirigencial y futbolístico, tenemos que aceptar con pena pero con gallardía, que solos no pudimos
Tenemos que estar en el pupitre en primera fila tomando nota porque Jose Nestor se irá. Más que hacer la mejor presentación posible en el mundial, tenemos que sacar provecho de la exhibición de sentido común, profesionalismo, transparencia y liderazgo de este cuerpo técnico. Y tenemos que aprender. El hermetismo de la selección con los ¨gurus¨ de la prensa ha sido indispensable. Esa prensa tan nuestra. La misma que disparó y fustigó a Pékerman desde que llegó por no ser colombiano, por no invitarlos a comer para pedirles opiniones. Las balas de esa prensa no encontraron blanco, se toparon contra el protector manto del buen juego, de los buenos resultados. La máxima de los siguientes cien seleccionadores que lleguen al equipo debe ser: los mejores deben jugar siempre. Suena elemental. Pero para algunos empresarios y personajes de nuestro fútbol no lo es.
Las balas de esa prensa no encontraron blanco, se toparon contra el protector manto del buen juego, de los buenos resultados
Hoy ganó Colombia sin ser brillante. En el mundial es muy difícil serlo, pero la solvencia y el oficio mostrado hoy es oro puro. Nos invitan a soñar. Hace unos años pensar en una semifinal en el mundial era algo risible. Y ahora, ¿Por qué no? El fútbol moderno ha hecho que la historia y el ¨peso de la camiseta¨ sirvan para poco. Son conceptos casi simbólicos. Hoy más que nunca gana el que corra, el que apriete, el que muerda -preguntar a los ticos y a los uruguayos- ¿Y si, los dos equipos corren y aprietan? El plus lo da el talento. Y Colombia tiene mucho.
Los goles hoy, tenían que llegar por inercia. Porque sí. Porque somos mejores. Porque tener a Cuadrado y a Teo en un equipo es cotizar acciones en la bolsa del gol, del buen juego. Porque tenemos a un técnico que puede llevar tres años jugando con dos delanteros, pero si hay que rectificar sobre el camino según el partido, lo hace. Y le funciona. Porque tenemos un lateral izquierdo que no es el mejor del mundo, pero cree serlo. Porque tenemos un arquero que se dedica todos los partidos a decirle a los caza talentos de los grandes equipos de europa: ¨cambien de profeción¨ Por muchas cosas. Pero sobretodo, porque la sensatez se premia.
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Twitter: @sebastiannohra
Autor: Sebastián Nohra
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