La Superpoderosa que no sale en la foto

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Esta es la historia de la mujer que más ha querido al fútbol en Colombia.

 

Hoy sale fácil, hoy, ser mujer y querer al fútbol en Colombia sale fácil. Veinte equipos inscritos en la Liga Profesional Femenina, todo el país amistado con las ‘Chicas Superpoderosas’, clubes tradicionales y grandes marcas haciendo campañas para ampliar el espectro del fútbol femenino, árbitras profesionales, niñas chiquitas que olvidan sus muñecas y persiguen un balón… Hoy se antoja casi natural.

 

Pero el camino para llegar hasta aquí (¡y todo lo que falta por recorrer!) ha sido turbulento. Veinte años atrás, cuando Myriam Guerrero decidió abrirle a las mujeres la puerta de los camerinos rebosados de testosterona, el fútbol era un espacio reservado para los “machos”. Las mujeres, tan atentas, tan queridas, podían mirarlo, pero no tocarlo.

 

Pero a Myriam le gustaba el fútbol. Le gustaba el fútbol a pesar de todo. A pesar de las burlas y los gritos cavernarios y la venenosa protección masculina: “Es por tu bien, Myriam, no debes poner en riesgo tus órganos reproductivos, el fútbol no es para mujeres”. Le gustaba más que a muchos hombres. Y era más valiente.

 

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Myriam Guerrero
Esta foto, mal tomada, es lo único que se encuentra de Myriam en Internet. El fútbol no tiene memoria. 

 

Entonces, el fútbol machote le escupió en la cara. En 1990, cuando se propuso a democratizar y promocionar el fútbol femenino en los barrios de Bogotá, mientras dirigía al equipo de la Universidad Nacional, Myriam tuvo que soportar el reclamo de la tribuna que le exigía volver a la cocina. Cuando intentó jugar el tradicional torneo de Marcas masculino tuvo que ser cambiada para evitar que el juego se suspendiera. Después de convertirse en la segunda mujer en entrenar a la Selección Colombia femenina, y de sacarla tercera en el Sudamericano del 2003, por un mal resultado con la Selección Bogotá, fue echada de su cargo, descartada como un juguete descompuesto.

 

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Myriam no llegó a jugar profesionalmente, no se hizo rica ni famosa. Pero fue quien le abrió el camino a las laureadas ‘Chicas Súperpoderosas’. A pesar de eso, nunca apareció en la foto. Nadie se acuerda de ella. Aunque viajo hasta Moscú para formarse como entrenadora profesional (la única en el país), ningún equipo de la Liga Femenina se interesó en contar con ella. Hoy, anónima, dirige al equipo masculino de la Universidad Tadeo Lozano.

 

El fútbol sigue siendo un deporte para hombres. Las mujeres siguen pateando a contracorriente. Pero las cosas han cambiado. Y en Colombia, ese cambio empezó con Myriam Guerrero. No sabemos si el fútbol le compensará el sudor y las lágrimas, las puertas cerradas en la cara, los entrenamientos nocturnos iluminados con farolas de automóvil. Lo más probable es que no. Hay quienes quieren el fútbol así. Le dan todo y no le piden nada a cambio.

 

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