Grandes futbolistas, pobres periodistas

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Hoy más que nunca resuena en Colombia una frase de Menotti que dice: “Quien solo sabe de fútbol, ni de fútbol sabe”. Y es que parece que los futbolistas no contentos con los 90 minutos bajo cámara, han invadido los sets de televisión. Exageramos, por supuesto, pero en Colombia sí que se ha hecho difusa esa línea que separa al que jugó fútbol del que se preparó para hablar de fútbol.

 

Sí, Faryd Mondragón es tendencia ahora que se ensañó con Meluk y este le respondió con sevicia digital, pero Mondragón no es el único. En Fox Sports uno puede escuchar con regularidad los comentarios del mejor delantero del mundo sin balón, pues Victor Húgo Aristizabal tiene su puesto fijo en Fox Sports Radio Colombia. También en Win Sports puede ver a Julián Téllez. Y sin lugar a dudas, si usted lo que quiere ver son futbolistas hablando en ESPN FC encuentra a Faustino Asprilla, a Fabián Vargas y a Carlos Valdés.

 

Hay que decirlo: todos fueron grandes jugadores. Cuando la gente piensa en fútbol puede con facilidad relacionar a estos nombres con títulos, premios y aspectos positivos. Cada uno se ganó el respeto del público y del gremio con la pelota al pie (o cerca, como en el caso de Aristi). Sin embargo, el quid del asunto puede resumirse en una frase que con seguridad está en el repertorio de Mondragón: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa son los cortos marca FSS que todos sudaron y otra muy distinta son los trajes Pierre D’agostini.

 

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El periodismo tiene mínimos. Para nosotros no basta haber ganado títulos nacionales o internacionales, hay que prepararse para ser un comunicador. Es una carrera universitaria de 4 años. No cualquiera con un alicate es un odontólogo. Las frases vacías, las frases de cajón, la falta de estructura en sus intervenciones, un vocabulario reducido -o rebuscado y forzado que es aún peor- y una falta de investigación o rigor son denominadores comunes en aquellos que cambiaron los guayos por un micrófono. (Ojo: esto no aplica únicamente para futbolistas, a muchos de los que sí estudiaron y comparten set también les cae el guante pero ese es otro tema).

 

Nadie duda de que sepan de fútbol. Algo tiene que saber uno para jugar profesional, y algo más debe saber para llegar lejos. Pero para transmitir conocimiento se requieren habilidades. Todos hemos tenido ese profesor que todo el gremio respeta por sus logros pero no sabe dar clase (poner unas diapositivas en PowerPoint no es enseñar) y raja a todo el mundo. Entonces, ¿por qué los medios de comunicación los contratan en horarios estelares? Apelan a las falacias de autoridad, están esperando que los colombianos piensen: “Ahh claro, él jugó un Mundial, él más que nadie sabe si la selección Colombia jugó bien”. Pero nos quedamos sin saber, pues no logra comunicarlo.

 

En esta sí estamos con Meluk. Los futbolistas tienen códigos entre ellos. El periodista tiene independencia para hacer críticas a quienes no son sus pares. Esa crítica nutre los escenarios, construye criterio (sí, crítica y criterio van juntos) para que haya una pluralidad de opiniones en Colombia. Ni Faryd, ni Aristizabal le caerán con toda a sus compañeros, y el ‘Tino’ -que no le tiembla la mano para hacerlo- lo hará con lo que siempre lo caracterizó: poco rigor.

 

No estamos diciendo que un futbolista no debería ser comentarista. Mire el ejemplo de Diego Latorre (jugó en Boca y en la selección argentina) o de Quique Wolff (jugó en el Real Madrid y fue capitán de la selección Argentina). Simplemente estamos diciendo que para dar el salto de la cancha a la cabina hay que estudiar. Hay que prepararse y ganarse las cosas. Es todo. Si aprendió a marcar y a tirar diagonales, ¿por qué no aprende a redactar una oración bien construida?

 

Foto:

Vanguardia


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