Equipos Eternos: El United de Ruud

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No ganó muchos títulos, pero nos hipnotizó con sus nombres. El United del 2003 nos dejó perdidamente enamorados.

 

¿Qué es un equipo eterno? No basta con ganarlo todo para quedar grabado en la memoria de la gente. De hecho, hay equipos que sin cosechar grandes éxitos, nos dejan una marca profunda. Los hinchas nostálgicos nos acordamos más de los jugadores, de los cánticos y de los goles que de los títulos. Que no ganó la Champions, sí; que el Arsenal de Wenger era mucho mejor, ajá; todo esto es cierto… Pero, a ver, díganme: ¿quién es capaz de no sonreír mientras piensa en el Manchester United de Ruud van Nisterlooy?

 

“Naaaaaah…Naaah…Naaah…Nanananá…Nanananá…es Ruuuud”, sonaba la a la vez patética y gloriosa voz del Bambino Pons sobre la pista de Hey Jude de los Beatles. Todo un ícono de esos primeros años del milenio, en los que la Premier League todavía la pasaban por Fox Sports y había que esperar al gol para saber cuál era la canción que Pons iba a pervertir.

 

La Premier del 2003 que le ganaron al Arsenal de Wenger y Henry fue muy especial para el United. Fue el último año de David Beckham y el primero de Rio Ferdinand. También fue el último de Fabien Barthez y Laurent Blanc, que le besaba la calva al portero antes de cada cita importante. Además, dos grandes glorias del fútbol sudamericano de nuestro tiempo vistieron la camiseta de los Red Devils esa temporada: Juan Sebastían ‘La Brujita’ Verón y Diego Forlán. Y para completar, Scholes, Giggs y los hermanos Neville, toda la clase del 92’, estaban alcanzando la madurez. Lo dicho: ¿cómo olvidarlo? Un solo título de liga puede hacer que un equipo sea eterno. No lo dude.

 

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El calvo era el dueño de la portería. En defensa, ‘Cara Roja’ paraba a Ferdinand y Wes Brown por el centro (alternaban con Blanc). En los costados iban Sylvestre por izquierda y Gary Neville por derecha.

 

El mediocampo estaba lleno de variantes. Lo único innegociable era la dupla que formaban el colorado Scholes y el eterno Ryan Giggs. Como ejes podían jugar Roy Keane o Jon O’Shea. Dos irlandeses, el primero un canalla, el segundo un niño bueno. Algunas veces también jugó Verón. El puesto restante tenía nombre propio: David Beckham. El capitán fue titular gran parte de la temporada, aunque a ‘Fergie’ le gustaba alternarlo con Phil Neville para cerrar los partidos.

 

La delantera era brutal. Por un lado, el imponente Ruud van Nisterlooy, un “nueve nueve” —como diríamos hoy día— que salió goleador de la Premier con 25 goles. Épocas en las que 25 goles eran un cojonal de goles. El otro puesto se lo repartían Forlán y Solksjaer. El uruguayo fue muy criticado a pesar de su contribución al equipo y se marchó un año después para convertirse en leyenda en el Villarreal. El noruego, en cambio, ya era leyenda; su gol en la prórroga al Bayern, un minuto después del de ‘Teddy’ Sheringham, le había dado la última Champions al United en 1999. Una delantera diseñada única y exclusivamente para hacer goles. Eran otros tiempos.

 

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La Premier de ese año fue muy, muy peleada. El United estuvo por debajo del Arsenal hasta la jornada 32. Aquel día, los ‘Diablos Rojos’ le metieron cuatro goles al Liverpool y aprovecharon un empate del Arsenal para igualar a los de Wenger en puntos. De esa goleada en Manchester quedan para el recuerdo los dos penaltis que cobró van Nisterlooy y que significaron el 2-0 inicial. Sin delicadezas ni caricias a la pelota; al contrario, Ruud cobró con afán, con rabia, como si su propósito fuera traspasar la red, matar al guardameta. Giggs, a pase de Beckham, y Solksjaer redondearon el 4-0 y le devolvieron los sueños al teatro. Cuatro semanas después, a dos fechas del final de la liga, el Arsenal volvió a empatar y los Red Devils le ganaron al Tottenham a domicilio con goles de Scholes y el propio van Nisterlooy. El United, a punta de ímpetu, le arrebató la liga al que supuestamente era el mejor equipo de aquella época.

 

Es verdad, no tiene Champions y ganó “apenas” una liga. Pero los jugadores, los goles, los cánticos, la compañía mañanera del Bambino y la camiseta patrocinada por Vodafone lo hicieron eterno. ¿No cree?

 

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Foto:
Sky Sports

 


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