Dicen que al fútbol se juega como se vive, a lo que podemos adherir que también se relata y se comenta como se vive.
En el relato, las palabras son instrumentos invisibles que definen la identidad de su pueblo hablante. Y la música, compañera fiel de las palabras, es el arte hecho melodía y percusión, retrato de la idiosincrasia y tradición de su pueblo escuchante. El relato en el fútbol está hecho de palabras, y también de música.
Mundial Italia 90’, Colombia 0 Alemania 0, último partido fase de grupos.
Triunfalismo, inocente
Minuto 87:14’
“Atención Colombia, llegando al tercer lugar sin problemas, pasando por encima de Alemania.” Relata el popular William Vinasco Ché a una velocidad vertiginosa apta solo para oídos de latitudes tropicales. Mientras tanto un jugador alemán empieza a esquivar a uno, a dos jugadores colombianos que van cayendo en su fracaso por intentar quitar la pelota. “¡Ojo, dos hombres que quedaron en el camino!” Exclama William, nuestro querido relator hecho a pulso, vendedor de quesos y taxista antes de llegar al corazón de los colombianos. El relato se vuelve angustiante, tras el doble esquive, el jugador alemán pasa la pelota a su compañero Pierre Littbarski, que se perfila para rematar al arco de René Higuita.
Karma y Negación
Minuto 88:01’
“¡El ‘chontico’ para que cierre!” primer grito de William, con la esperanza de que Luis Fernando Herrera, “el chonto”, logre evitar el remate de Littbarski. “¡El ‘chontico’ para que cierre!” segundo grito de William, repitiendo como quien habla durante una pesadilla, ya evidenciando lo peor, con el karma de haber afirmado hace 5 segundos que Colombia pasa por encima de Alemania… “¡Gooooooooooool de Littbarski!” ahora canta William, esforzando la euforia con la que se grita un gol ajeno. “No hay derecho, no nos lo merecíamos, no nos lo merecíamos, gol de Littbarski, no nos lo merecíamos, no había derecho DIOS mío, no hay derecho de verdad que no hay derecho de esto.” agoniza nuestro relator, en duelo, pidiendo explicaciones al Señor, sumergido en la tragedia y al fin respirando después de una demostración sobrenatural del arte del relato. “Yo no canto este gol, siga usted” ya ofuscado, se alcanza a entender en la voz de William, que no puede creer lo que está pasando y necesita respaldo de su fiel comentarista: “No hay derecho, que suerte la de Alemania, que suerte la de Alemania” Efectivamente reafirma el fiel comentarista, quién en la explicación del gol, posterior a la cuña de la corporación de ahorro y vivienda ‘Concasa’, pide a los jugadores, desilusionado, una falta que hubiera podido evitar el fatídico gol. “Les faltó recursos, en el fútbol también existen este tipo de recursos”. Nos cuenta esa voz autorizada, haciendo alusión a la falta, como ese recurso desestimado por la defensa colombiana.
Derrotismo: “Arrodillados y a rezar”
Minuto 88:55’
William quiere seguir relatando, pero necio, la desdicha se lo impide. “Sigan ustedes, sigan ustedes.” Continúa el lamento colectivo de los comentaristas. De pronto se abre paso al derrotismo, ese sentimiento en el que nos convertimos en especialistas en mandar todo a la mierda, generalmente inmediatamente después de sentirnos los mejores del mundo: “Se ha levantado Chicho Pérez, pero ya no hay tiempo, ya la verdad es que no hay tiempo…” y continúa con un comentario casi científico con el que se confirma la derrota: “Y no tenemos en este momento la suficiente potencia después del degaste atlético de los jugadores como para poder empatar este partido” puntualiza el especialista.
Fe
Minuto 90:30’
Falta cerca del área rival para Colombia. Acudimos a lo único que nos queda, un milagro del Señor. “Mi Dios ayúdelo aquí, ayúdelo aquí, ayúdelo, AYÚDELO porque estamos en el final y lo justo sería el empate” dice el comentario, que le pide a Dios que le ayude (4 veces) a patear bien a Carlos Estrada y clama por justicia divina. William, queriendo dejar atrás su desdicha, se suma a la plegaria: “Sí, solamente le pedimos al Señor que si quiere que nos ayude, que haga un poquito de justicia aquí.” Le pega Estrada. A la barrera. Se apaga la fe. “Yo hubiera metido al Chicho, pero no hablemos de eso.” Remata William Vinasco, que empieza a sacar conclusiones, dejando atrás su esperanza divina.
Justicia divina
Minuto 91:38’
“Se acaba el partido, aquí va a pitar el arbitro” dice uno. “Cada vez me recuerdo más de Héctor Ulloa, 5 centavitos pal’ peso” dice el otro, recordando el nombre de un bolero que generalmente define nuestra suerte deportiva. Entonces domina la pelota Pierre Littbarski, “el que nos hizo el golecito” en palabras de nuestro relator herido. Littbarski para Voller, y es Voller el que pierde el balón. “La marca es de Rincón” continúa el relato, que está por empezar una cabalgata narrativa épica, que transcrita carece de sentido, a una velocidad de 3 palabras por segundo: “Leonel Álvarez se queda con la pelota, Leonel, Leonel por el esférico, tres cuartos de campo arranca con el ‘Bendito’, el ‘Bendito’ Fajardo 47 minutos 2 de adición el ‘Bendito’ Fajardo entregando para el Pibe Valderrama el ‘Pibe’ por la pelota ATENCIÓN pica la pelota arranca con balón dominado entregando sobre la izquierda muy bien para Rincón, bien Rincón, MUY BIEN, VIENE COLOMBIA DIOS MIO, ¡COLOMBIA!” Así estalla el grito de gol, aguardientero, de tienda de barrio profundo, en el que participan todos en la cabina, hasta el de los tintos, donde nos imaginamos vuelan vasos, papeles y micrófonos mientras William grita “¡Viva Colombia!” “¡Gracias DIOS MÍO!”. Colombia 1 Alemania 1.
Orgullo Patrio
Minuto 93. Fin del partido
“¡Que gol hermoso, hermoso! ¡Viva Colombia! Colombia escribe con letras de oro el paso deportivo más importante de su historia. Un equipo calificado como discreto… ¡Que golazo hermoso!” grita con las tripas Vinasco que a continuación, en plan predicador, envía un mensaje al mundo entero: “Pisando fuerte con Rincón en el panorama Mundial para despertar a los habitantes de la tierra y concientizarles de que Colombia es grande, la capacidad de nuestra gente, hoy más que nunca nos sentimos orgullosos de ser colombianos”. Y así finaliza el relato de un empate agonizante, vestido de victoria en nuestra esforzada historia deportiva. “Por la mitad de las piernas para que Alemania sepa que Colombia juega al fútbol…” remata el comentarista, desafiante, llenando de aire nuestra camiseta de ese triunfalismo contagioso. Era el principio eufórico del fracaso crónico de una generación entera, que jugó muy bien al fútbol, y que encontró en este empate agónico y en el espectacular 5-0 contra Argentina, las hazañas más importantes de su historia.
Gracias William, gracias Pibe, gracias Fredy, gracias al Señor y ¡qué viva Colombia!
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