Hace once años, así fue la última vez que la Selección Colombia le ganó a Argentina…
Seamos sinceros. Acá seguimos regodeándonos en el 5-0, pero la verdad es que los argentinos nos tienen de hijos. Y está bueno aceptarlo. Seamos gallardos. En toda la Era Pékerman no les hicimos un solo gol y el sentimiento delicioso de ganarles ya es un esbozo, un recuerdo lejano. Porque no nos digamos mentiras, siempre va a ser rico, es algo especial. Porque se creen los mejores y porque, aunque ya deberíamos haber madurado, todavía no nos olvidamos de los pactos canallas que hicieron con los uruguayos para dejarnos por fuera de ¡dos mundiales!
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Entonces, como recordar es vivir, acá va una pastillita para la memoria:
No era tevé en blanco y negro, pero casi. En 2007, once años atrás, cuando Dayro era un juvenil, la ‘Roca’ Sánchez jugaba rapado y Messi tenía pelo de metacho, fue la última vez que le ganamos a los gauchos. En la Eliminatoria para el Mundial de Suráfrica, cuando la Selección Colombia estaba lejos del glamour de estos días.
El técnico era ilustre Profe Pinto, que no arrancó del todo mal la Eliminatoria. Empate a ceros con Brasil en el Campín, mismo resultado contra Bolivia en La Paz y triunfo forastero contra los vecinos venezolanos. Entonces, la cuarta fecha nos emparentó con la Argentina del ‘Coco’ Basile. A diferencia de nosotros, que nos dábamos la pela con el ‘Ringuito’ Amaya, Jaime Castrillón, Tressor Moreno y compañía, ese equipo estaba lleno de estrellas. Carlitos, Lionel y Román, por decir algo.
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De entrada, contamos con suerte, pues el señor Tévez, que no puede irse sin dejar algo, bueno o malo, se hizo expulsar al minuto 25’ por cascarle sin balón a Rubén Darío Bustos. Sin embargo, el hombre de menos no fue obstáculo para la sociedad Riquelme-Messi: el 10 cobró a riesgo y el 18 —sí, Messi jugaba con el 18— tiró una croqueta iniesteana, entró al área, mandó un cañito y desde un ángulo imposible venció a Agustín Julio… Al descanso nos fuimos abajo y con la sensación de no valer un peso.
Pinto, confiado, no se guardó nada. Mandó de una a Macnelly y al ‘Totono’, dos volantes de buen piecito para explotar la superioridad. Pero ese día la llave del empate no la tenían los de arriba. La tenía Ruben Darío y su diestra perfecta, que en un tiro libre a lo Riquelme puso el 1-1 antes impensado.
En la recta final el 1-1, honestamente, no sabía mal. Ni para nosotros, ni para ellos. La cosa es que al 72’ Pinto había metido a un adicto al gol, alias Dayro Moreno. Y los adictos son adictos, no pueden parar. Faltando ocho para los noventa, el balón le cayó al eterno Mac y su instinto para matar. Diagonal perfecta del adicto, filtro letal de Mac, pared y gol de fútbol sala. 2-1. Golazo de Dayro. Tres puntos y sueño mundial.
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Y desde entonces, nada de nada. Cinco derrotas y dos empates en partidos oficiales. Es verdad que un amistoso no lo soluciona todo. Igual, algo es algo y hay que ganar.
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Futbolete
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