Se busca: Jhonny Ramírez

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Estamos buscando a Jhonny Ramírez, el último chico malo del fútbol colombiano. 

 

La historia de este caracortada del fútbol colombiano empezó, como la de tantos otros, en la mítica Pony Fútbol. El entrenador de juveniles del Envigado, Robirio Gómez, lo vio jugar con el equipo barrial San Rafael y lo convenció de formarse en la cantera de los cracks. Llegó a los 12 años y salió a los 23, cuando el Envigado se fue al descenso en 2006. Aunque ‘Kiko Barrios’  —el DT encargado—  le pidió quedarse a batallar en el infierno de la B. Con 80 partidos como profeta, a Jhonny solo le atraía estar en primera; le dio un portazo al Envigado y fichó por el Real Cartagena.

 

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La decisión le salió mal. Ocho partidos jugó durante todo su año playero. Luego, con la confianza rota y el rabo entre las piernas volvió al Envigado, pero el daño estaba hecho. Kiko, memorioso, le bajó el pulgar. Casi abandona el fútbol. Hasta que un amigo (o mejor, un ángel) le financió el viaje a Tunja para probar suerte en el Chicó. Jhonny convenció al ‘Chusco’ Sierra de convencer a Pimentel de meterlo entre su nómina. En Tunja pagó la apuesta, fue el perro de caza del Chico campeón de 2008  y con 140 partidos se ganó el respeto de las más exigentes cantinas boyacenses.

 

Se busca: el jugador más joven del Real Madrid. 

 

En 2012 llegó a Millos –después de un novelón contractual con Pimentel, El Padrino– para seguir de capo. En dupla con ‘Robadios’ e indiscutible para Hernán Torres, fue jugador bisagra de la estrella 14. Fueron dos años felices de regularidad, patadas,  fama y competiciones internacionales  –sus duelos sangrientos con Bedoya en Santa Fe, patada en la cara incluida, fueron divertimento y morbo del bueno–. Hasta que llegó Lillo y lo limpió.

 

Esto daba miedo…

 

De Millos viajó al Junior con estatus de “fichaje de experiencia”, pero en Quilla perdió el pulso con Gustavo Cuellar y Guillermo Celis y debió acostumbrarse a la humedad espesa del banquillo del Metro. Aun así completó 400 partidos en primera y siguió cumpliendo su lugar común de “dejarlo todo”. Se fue dando las gracias.

 

El año pasado, anónimo y sin gloria jugó para el Cucuta. Hoy, dicen, sigue corriéndolas todas con el Cortuluá. Tiene 34 años, pero sigue vigente. Si alguien se lo pilla por ahí, dígale que lo estamos buscando y que queremos verlo, aunque sea por un semestre más, en primera división. Echamos en falta su amor por la camiseta y su llamativa colita, pintada siempre con los colores del equipo que defendía.

 

Otra perdido: Wilberto Cosme

 

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Foto:

Futbolete


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