La Historia del América da envidia

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Aceptémoslo, a todos los demás, y a pesar de la B, la historia del América nos da envidia. 

 

Aunque se fundó el 13 de febrero de 1927 y al América le tocó esperar 50 años para colgarse su primera medalla. Ese día arrancó el cronómetro de grandeza.

 

Aquel 19 de Diciembre de 1979

Jose ‘Pepino’ Sangiovanni, harto de perder, sabía que el médico Ochoa era el único con la receta para sacarlo campeón. Sangiovanni le insistía: “Venite, Médico, en el América te quieren todos, venite que acá salís campeón”. Y el médico que no, que estaba de lleno en la medicina, que lo suyo era salvar vidas. Pero ‘Pepino’ insistía, no lo dejaba en paz… el médico terminó aceptando.

 

Ochoa recibió un equipo de mitad de tabla para abajo. A su base, Pascuttini, Reyes, Chaparro Valencia le sumó nombres como Juan Manuel Battaglia, Carlos Alfredo Gay, Víctor Lugo y Jorge Ramón Cáceres. Llevó a Cali su método obsesivo, el de 20 horas de trabajo diario (y las restantes cuatro para soñar con ser campeón), con el que potenció un equipo que ese año, literalmente, cabalgó los dos torneos. En el clausura, después de perder con Santa Fe en el cuadrangular final, recibía al Unión Magdalena, que de sacar un empate en Cali sería el campeón. Así, con el siempre infernal Pascual Guerrero a reventar, terminó la historia:

 

Qué lindos los años del Unión Magdalena.

 

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América, el Pentacampeón

Bueno, ahora sí, plenos años 80. Sí, narcotráfico. Sí, dólares calientes. Sí, El Narcofútbol. Las nóminas imposibles. Si usted es un purista, un adalid de la moral, puede dejar de leer, pues el equipazo del que se hablará a continuación fue posible, solamente, gracias al dinero ilegítimo con el que se armó. Pero si le gusta el fútbol, el fútbol antes de la moral, quizá le pueda interesar.

 

Y es que en la primera mitad de la década de los ochenta hubo un señor feudal en nuestro fútbol, uno solo: El América de Cali. Los Diablos decidieron adueñarse del campeonato y desde 1981 no lo soltaron más. Al América, simplemente, no se le podía ganar. Con el prestigio de salir y salir campeón, su once titular se hizo indomable, de ensueño, infalible. Al arco Falcioni. En la defensa nombres como ‘El Pitillo’ Valencia y Álvaro Aponte. Luego, en la mitad, el feroz Pedro Samiento junto al obrero y artista Carlos Ischia. Y adelante, Roberto Cabañas, Willington Ortiz, ‘El Tigre’ Gareca y el omnipresente Hernán Darío Herrera. Fue La Bonanza Cocalera.

 

Enfrente, para negarle el pentacampeonato, El Cali, el máximo enemigo. Y no cualquiera: era el Cali de ‘El Gato’ Fernández en el arco, de ‘El Pibe’ Valderrama, de Bernando Redín, de Carlos Mario Hoyos. Así termina esta historia feliz, roja y muy feliz:

 

El Narcofútbol, con su miseria y su ilegalidad, no se podrá imitar. Nunca más.

 

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La Puta Copa Libertadores

Para contar esta historia hay que empezar por la eterna y no resuelta pregunta en el fútbol: ¿Es justo? ¿Son las cuatro Copas Libertadores que no pudieron ser el castigo divino que el club recibió por juntarse con la mafia? ¿Es el fútbol un deporte cósmico que, de una forma o de otra, se despacha contra los tramposos?¿Es el América y su relación con La Libertadores el ejemplo paradigma de “La Pelota no se mancha”?

 

Antes de la final de la que habla esta historia, en el 85, contra Argentinos Juniors, y después en el 86, contra River Plate, al América se le cerraron las puertas de la gloria en la cara. Dos finales de Libertadores perdidas al hilo es demasiado para el estómago del hincha. Demasiado para los jugadores. Demasiado para el hígado del médico Ochoa. Y sin embargo, como si fuera poco, en el 87 la Copa volvía a estar ahí, coqueta e inasible. Maldita.

 

El equipo siguió siendo la base infernal que ganó el pentacampeonato y que llenó las portadas de los periódicos en Colombia y en el mundo. Falcioni y Gareca y Wilington y el durísimo Aponte seguían viviendo en sus mansiones de Cali. La final contra un jovencísimo Peñarol (edad promedio de 22 años) no podía sino terminar en triunfo. Punto. En Montevideo, Peñarol ganó 2-1. En Cali ganó el América 2-0. El desempate tuvo lugar en Santiago de Chile, campo neutral. Los goles a favor eran para el América, que con el empate era campeón. Y que se supo campeón, hasta el minuto 120, hasta siete segundos antes del final del partido, cuando esto ocurrió:

 

¿Qué es el infierno? Esto, esto es el más caliente de los infiernos.

 

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Foto:

vivelatinoamerica.


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