Aquel primer clásico en Palmaseca

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Christian Hamann, hincha del Cali, revive la pesadilla que vivió el América en su primera visita a Palmaseca.

 

10 de octubre del 2010. El clásico caleño daba razones para estar inquieto. Del brillo de los duelos de antaño parecía quedar muy poco…

 

Por aquella época el Cali se parecía más al SENA que al primer finalista colombiano de Libertadores, no hacía más que sacar técnicos. Jaime de la Pava era el cuarto entrenador en dos años y para colmo, toda una leyenda de la ‘Mecha’. Su equipo no convencía a nadie. A ratos se ganaban partidos, pero los resultados eran, si mucho, mediocres. El desasosiego del hincha contrastaba con el momento histórico del club: el Monumental de Palmaseca, aquella obra problemática, incómoda e inconclusa, estaba comenzado a recibir partidos de la liga profesional con regularidad. El único estadio propio del país se estrenaba en su primer clásico y no era claro si el equipo iba a estar a la altura. El cuestionado recinto no podía permitirse empezar su historia perdiendo contra el vecino. El solo pensarlo me aterrorizaba.

 

Por los lados del América la situación también era preocupante. Con ese, ya eran varios años sin protagonismo; y en los infiernos se empezaba a murmurar acerca del fantasma más terrorífico del fútbol. Los americanos, bajo el mando de Álvaro Aponte, necesitaban ganar para calmar los incipientes rumores del descenso.

 

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En los clásicos de antes se solían definir los campeonatos, pero aquel domingo se jugaba por algo más: el derecho a sentirse grande. Dos perros hambrientos en la arena;  el que perdiera quedaría herido de muerte.

 

Recuerdo que el partido inició a las cinco de la tarde. Yo estaba solo. La intensidad de los primeros minutos era únicamente comparable con la ansiedad que sentía en el pecho. Ida y vuelta. Una guerra sin cuartel.

 

Luego, poco a poco, el Cali fue tomando el control del partido de la mano del argentino Martín Morel. De golpe, súbitamente, el partido dejó de ser un clásico y se volvió un partido de colegio en el que el 10 nuestro se erigió como el capo del salón.

 

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Describir el desenlace del partido se me dificulta, pues fui absorbido por el mismo. Recuerdo que el América hizo tres goles, pero eso no importó. Ese día el Cali hizo seis y un argentino con el número de los cracks en la espalda estampó uno de tiro libre, otro de chilena y finalizó la faena con una colgada a Nelson Ramos desde mitad de cancha. El recreo se había terminado. Primer clásico en Palmaseca: Depor Cali seis, América tres.

 

Ese día, creo, se selló el destino de los dos equipos de Cali. Ninguno clasificó a los cuadrangulares y el campeón terminó siendo Once Caldas, pero el envión anímico le alcanzó a ‘La Amenaza Verde’ para ganar la Copa Colombia y levantar un título después de cinco años. Por su parte, a los rojos se les confirmó que incluso el mismísimo diablo tiene sus espantos y un año después se fueron a la B.

 

Hoy sigo sin entender, sin creer del todo lo qué pasó en Palmaseca. Pero de algo si estoy seguro. Ese día mi equipo, como todos los domingos, me volvió a enamorar.

 

Gracias.

 

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Foto:

GolGolGol


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