La última gran espina de Millos: ganarle a Nacional un título

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La Superliga va ganando más sabor y relevancia con cada versión. Eso es algo que debemos reconocerle a una Dimayor a la que cada vez que improvisa o se equivoca la criticamos sin clemencia. Como en Europa, la Superliga (Supercopa en España o Community Shield en Inglaterra) es un título que cuenta y vale. Engrosa el palmarés de clubes y entrenadores. Se la toman muy enserio. No salva la temporada, ni mucho menos, pero es un abrebocas estupendo. En este caso, obligó a Millos y a Nacional a afinar los instrumentos antes de la primera función. A prepararse contrarreloj.

 

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Para Millonarios este título vale mucho, pero mucho más, que para Nacional. El equipo que paró el profesor Gottardi contra Boyacó Chico, en el que reservó a muchos los titulares lo confirma. Millos, como todos los clubes del fútbol colombiano, han vivido estos años bajo la sombra del doble campeón de América. “Es apenas normal”, pensarán algunos. Pero al hincha de Millonarios esa superioridad le ha dolido el doble que a los demás. El éxito de Nacional es el que más lastima. Al hincha azul le dijeron toda la vida que a Nacional se le miraba a los ojos.

 

Cuando Nacional superó en estrellas a Millos fue un golpe durísimo. Es como si a un noble inglés lo dejan con herencia pero sin títulos ni apellidos. Millos tuvo que darle la corona del “más veces campeón” al que menos quería. Después, en la Libertadores del 2016, nos pusimos la del ‘Ciclón’ en octavos de final y como todos los argentinos nos indignamos con el arbitraje. En cuartos, hinchamos por Central, pero el partidazo del ‘Lobo’ Guerra en Medellín nos puso las bolas de corbata. En Semis, Borja nos liquidó y ya en la final sabíamos que Independiente del Valle era cordero muerto antes del primer minuto. Una tragedia.

 

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Seis meses después, en la ida de los cuartos de la Liga 2016-I, Millonarios le perdonó la vida a un Nacional alternativo y no liquidó la serie. En la vuelta, el campeón de América fue muy superior y con un dolorosísimo gol al último minuto de Farid Díaz volvió a pasarnos por encima.

 

Pronto hubo una revancha del mismo calibre: semifinal de la liga 2017-I. Esa vez Russo demostró que su proyecto era cosa seria y superó al verde en la ida y en la vuelta. Los palos, Armani y un árbitro cobarde incapaz de expulsar a Henríquez en Medellín, volvieron a permitir que al último minuto, esta vez Dayro Moreno, se perpetuara la dictadura verde. Qué dolor.

 

En el semestre pasado, en Medellín, Millonarios jugó uno de sus mejores partidos en la fase del todos contra todos. En un partido emocionante, de buen juego y con muchas llegadas, volvió a ser mejor que Nacional ¿Qué pasó? Perdió al último minuto, otra vez gracias a Dayro.

 

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Esta espina gruesa y profunda es la única que no salió con la estrella quince. Esa es la realidad. El regreso de Millos a la grandeza, al protagonismo, tiene un reto inocultable: ganarle un título o una serie a Nacional. Por eso este partido es tan importante. Ademas, el contexto hace que la necesidad sea más notoria, pues Millos tendrá  nueve jugadores campeones y sumó refuerzos de renombre. Nacional, en cambio, tiene nuevo cuerpo técnico, muchos jugadores nuevos y una propuesta de juego que en Bogotá se vio cruda.

 

A Millos le llegó el momento. Este equipo campeón tiene que ir a Medellín a jugar con la autoridad de saberse superior. Con las ganas de romper este maldito maleficio. No más últimos minutos ni goles agónicos. No más jugar bien pero perder “porque así es el fútbol”. Contra Nacional esa frase está agotada. Es difícil tensar tanto la cuerda de un equipo que hizo lo que hizo en diciembre, pero si otra vez pierde contra Nacional sería, sencillamente, inaguantable.

 

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