Cardona debería perderse el Mundial

1999

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Nota: Las opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Habalelbalón. 

 

En medio de un rifirrafe entre los jugadores de Colombia y Corea del Sur, Son Heung-Min se lleva la mano derecha a la nariz y hace, de manera inconfundible, el ademán de aspirar cocaína. ¿Se imagina el escándalo? ¿Y si Ki Sung-Yeong hubiera señalado a Carlitos Sánchez y se hubiera rascado las axilas como un orangután? ¿No hubiéramos salido todos a condenarlo por discriminador, por sectario, por racista? La historia, vista desde el otro lado, es totalmente diferente. A nadie le hubiera parecido un chiste inofensivo si el gesto de Cardona lo hubiera hecho un contrario.

 

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Lo primero es entender que la ofensa de Cardona, rasgarse los ojos de manera infantil y burlona, demuestra, ante todo, ignorancia. Los colombianos tenemos tan poco trato con los asiáticos que no nos damos cuenta de que la forma como nos referimos a ellos es profundamente racista y discriminatoria.

 

Otra opinión del autor: El Fracaso de Lillo y Comesaña 

 

Hablamos de ellos usando expresiones como ‘taka-taka’, ojoe’pollo o –la más común de todas– chinitos, sin darnos por enterados de lo agresivas que pueden llegar a ser. ¿De verdad no nos damos cuenta que decirle ‘chinitos’ a coreanos, japoneses, vietnamitas y taiwaneses es tan lesivo como cuando a los latinos los meten todos bajo el mismo rótulo de ‘mexicanos’? Y ni hablar de los prejuicios, que, tan a la ligera, se emiten sobre los orientales. Se dice de ellos que huelen feo, que son todos idénticos y que no se les entiende nada de lo que dicen. Mejor dicho, repetimos ignorantes lo que hemos escuchado por ahí o visto en la tele… igualitico a lo que pasa cuando los gringos y europeos asumen que todos los colombianos somos narcos y hablamos como Pablo Escobar.

 

Lo que hizo Cardona pudo haberlo hecho cualquier colombiano. Le aseguro que todos tenemos, por ahí, un tío político que afirma con vehemencia que “chino o japonés, eso es la misma joda… todos tienen los ojos rasgados y no se les entiende ni mierda cuando hablan”. Falta educación, falta consciencia, por eso es que no se puede pasar por alto el acto de Cardona. La sanción de la FIFA es tibia e irresponsable. Le clavan 5 partidos amistosos y le permiten, por lo tanto, jugar el mundial con Colombia. Una fortuna para el jugador y para nosotros, que podremos disfrutar de Crackdona en el mejor momento de su carrera; pero lo justo es que se hubiera quedado por fuera, no nos digamos mentiras.

 

Lea nuestro Editorial: La final que lo decidirá todo. 

 

Ahora todos celebran y dicen “uff de la que nos salvamos” y afirman, descarados, “es que no era para tanto”. ¡Claro que lo era! Muchos se ríen de lo que pasó, pero su gesto fue una ofensa gravísima. Aunque fuera por ignorancia, Cardona merecía una sanción ejemplarizante. Lo correcto es que se hubiera marcado un precedente que nos permitiera reflexionar, educarnos y empezar a ser más respetuosos.

 

No fue así, Cardona se salió con la suya; sin embargo, hacerse los locos y hacer de cuenta que no pasó nada sería imperdonable. En junio, cuando nos enfrentemos a nuestros rivales de grupo, sería bueno que pensáramos dos veces antes de gritar que vamos a ganarles a los “taka-taka” o “los negritos de Senegal” o “los yugoslavos, polacos, esa joda”. Ya que la FIFA fue indulgente con la ignorancia de Cardona (y de nosotros, sus compatriotas) hagamos el esfuerzo de salir de esa ignorancia y no volver a pasar una vergüenza como esta. Lo hermoso de la pelota es justamente su capacidad para hermanar pueblos, para disolver la barrera de las razas y el lenguaje… no le robemos esa magia. Ya saben, la pelota no se mancha.

 

Termine con otra columna del autor: Maradona haz lo que se te de la gana. 

 

Foto:

La FM


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