El partido más feliz de Nacional hasta ahora

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Las tres claves que dejó el partido más feliz de Nacional en lo que va del campeonato. Y otro gancho ciego al convulso  América de Torres. 

 

El último tanque de Aldo. 

Lillo sigue construyendo el equipo: la titular de hoy tuvo cinco cambios con respecto a la del equipo del fin de semana, y en ocho partidos ha usado siete nóminas diferentes. Sin embargo, partidos como el de hoy–partidos de la verdad–, dan para pensar que Juanma parece haberle llenado el tanque a un Aldo Leao que el semestre pasado fue un espectro de lo que puede ser. Y que en dupla con  Macnelly, quizá por última vez en su vida, puede hacerse el piñón de un equipo grande. Un fijo. Una certeza.

 

Este Nacional de líneas altas, de presión alta, de tres centrales, es ante todo un equipo pragmático. Quiñónes, Lucumí, Dayro y Rentería son desequilibrio en pasta, disfrutan del juego al espacio y le agradecen a Dios la brújula de Aldo y de Mac. Para  escapar de la monotonía de sus lanzas largas por las bandas, Nacional necesita de sus  genios creativos interiores. Le sobran culebras, pero grandes cerebros tiene dos. Que Aldo tenga noches como esta es para destapar champán. O vino español.

 

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El Dayro del equipo. 

Dayro Moreno es un depredador. Cuando entra al área se vuelve sordo. Es innegable que su pulsión goleadora lo lleva, en ocasiones, a decidir mal, y que cuando  sus arrebatos individualistas se exacerban el colectivo la pasa mal. Sin embargo, en noches como hoy, tirado atrás, de segundo delantero, hace sonreír. Porque es un auténtico diablo.

 

Contra el América, a su habitual movilidad incansable, a su olfato sangriento para encontrar espacios, le sumó una intuición asociativa que abrió el abanico de posibilidades ofensivas de Nacional. Puso mano a mano a Rentería, se asoció felizmente con Lucumí, fue el gestor de una opción clarísima (siendo generoso en el área) que desperdició Macnelly. Si Lillo va a decantarse por Rentería como el 9, como el jugador de puesto más fijo del equipo, necesita al Dayro multipoderes que vimos hoy.

 

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El América de los volantes: generoso pero inofensivo. 

Para disputarle el monopolio del balón a Nacional, para truncar el juego interior de Macnelly y de Aldo, hoy Hernán Torres optó por jugar con cinco volantes y un punta. Cuando defendía era un 4 4 1 1, con Arboleda y Ayala responsables de los extremos verdes; y cuando atacaba, soltaba a Arboleda para tenerlo como creativo junto a Bottinelli. En punta, el solidario Borja.

 

El equipo jugó un partido correcto, solidario, tenso. De principio a fin. Sin embargo, lo que pasó al final, el 2-0 con diez, podría tener como moraleja que en el fútbol, como en el amor, no basta con ser correcto. Se necesita de arrojo. El América de hoy, otra vez, volvió a sudar sangre para viajar junto, para atacar con volumen. A Borja, el obrero, se le sigue viendo naufragar. Los hinchas rojos se volverán a ir a la cama con la convicción de que para que su equipo haga  gol es necesario una genialidad como la de Borja el fin de semana. Y como Borja no es Cristiano Ronaldo, eso no suele pasar. El ascenso se supera, siendo el América, con ambición.

 

Termine con: Así viven los 11 del último América campeón. 


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