La hinchada que construyó su estadio

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Aunque no lo crea, para ser legendarios a los clubes no les basta solo con ganar títulos. En Peñarol lo entiendieron, y ahora pasaran a la historia como el equipo donde los hinchas construyeron el estadio.

 

Todo buen futbolero conoce al ‘Peñarol de los Milagros’. Ese equipo uruguayo capaz de desafiar toda lógica, toda adversidad; esa mística y esa garra charrúa para convertir un gol al último minuto y salvar el partido.

 

Todo buen futbolero conoce al Peñarol que con la pelota al pie fue nombrado el mejor equipo americano del siglo XX. Sin embargo, muy pocos conocen las gestas de sus hinchas.  Acciones menos dramáticas, pero igualmente heroicas, que también contribuyeron a la grandeza institucional del ‘Decano’. Pruebas fehacientes de que el activo principal de un club son sus hinchas.

 

Si no conoce al ‘Peñarol de los Milagros’ tiene que leer esto.

 

No son pocas las veces que hinchas de Peñarol se organizaron en beneficio del equipo. En 1945,  se organizó la “campaña del metro cuadrado” para financiar  la sede deportiva del club. En 1981 se organizó una colecta bajo el nombre “a la Morena lo traemos todos”. El objetivo era conseguir 1 millón de dólares para pagar el pase de Fernando Morena y poder repatriar al ídolo. Más recientemente, la hinchada se puso en la tarea de confeccionar la bandera más grande del mundo.

 

La última gran hazaña fue contribuir para la construcción del nuevo estadio, “El Campeón del Siglo”. Y como el que arriesga gana, los peñarolenses le dieron a su club un título en el que ninguno de sus jugadores participó. El pasado 3 de marzo el nuevo estadio de Peñarol fue elegido como el tercer mejor estadio del 2016 (el mejor de América) por detrás del Vodafone Arena en Turquía y el FK Krasnodar en Rusia, ambos proyectos cuya inversión fue mucho (muchísimo) mayor que la del club uruguayo.

 

El Proyecto

Antes de este, numerosos proyectos fallidos desfilaron por la historia reciente del club, así como grupos inversionistas con proyectos que involucraban mini-ciudades, teatros de cine, sanatorios, villa olímpica, colegios o edificios de vivienda.

En septiembre de 2012, finalmente, el plan fue lanzado de forma oficial. Juan Pedro Damiani, presidente del club,  sentenció en su momento: “La locomotora comenzó a andar, han quedado atrás los escepticismos y los obstáculos. Necesitamos de todos los peñarolenses, nuestra gente es la que va a hacer realidad el estadio”. Estaba claro. Damiani y los directivos sabían que la solución la debían buscar en casa.

 

Fue así como el club puso en marcha un intensivo plan de comercialización de palcos y butacas para recolectar los primeros USD 20 millones necesarios para acceder a un préstamo que permitiera terminar de financiar la obra.

La primera etapa de comercialización consistió en ofrecer las butacas en dos modalidades: decenales (por 10 años) o eternas (sí, para toda la vida). En total fueron puestas a la venta 5.500 butacas, las eternas con un costo de USD 5.000 y las decenales a un precio de USD 2.700 cada una.

 

“Cada socio que compre una butaca pasa a ser un socio fundador del estadio y su nombre estará grabado en la butaca”. Esta y otras estrategias de marketing como las campañas de “La historia tiene un lugar para vos” y “El gol que le falta al Nando” terminaron de impulsar la exitosa venta de las butacas.

 

El Gol que le falta al Nando

 

 

En cuanto a los palcos, cada uno tuvo un precio base de USD 60.000 y hubo 107 disponibles (entre centrales y laterales) que se adjudicaron por un periodo de 10 años. Los interesados en adquirir un palco debían reservar con el 10% de su valor un derecho para poder participar de una posterior subasta donde podían ofertar para comprar uno de los 60 “boxes” centrales. Los palcos laterales se sortearon entre las personas que no obtuvieron un palco central. La subasta logró recaudar USD 1,7 millones adicionales. Un golazo de la estrategia comercial.

 

En total, la venta de palcos y butacas generó para el club USD 18 millones que permitieron desbloquear un crédito con el Banco de la República Oriental de Uruguay (BROU), quién otorgó a modo de préstamo otros USD 18 millones a 15 años. Otros USD 7 millones se recaudaron con cesión de los derechos de comercialización del nombre del estadio y algunos sectores de publicidad.

 

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Así, los hinchas aportaron directamente el 45% de los USD 40 millones que hizo posible que en marzo del 2016 Peñarol inaugurara un estadio de máximo nivel, adecuado a las condiciones que exige la FIFA y con capacidad para 40.000 almas.

 

Los beneficios del proyecto son muchos: una gran capitalización para el club, independencia, fortalecimiento de la marca, nuevos ingresos, aumento de la boletería y mucho más. Sin embargo, el más grande de todos, el que quedará en el recuerdo del hincha de Peñarol para toda la eternidad, será la infinita satisfacción que significa haber levantado, con sus “propias manos”, la que hoy es la casa del club.

 

Foto:

CampeónDelSiglo


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