Recordando a Fabien Barthez

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Además del gol de Léider Preciado a Túnez, el Mundial del 98′ dejó otras cosas lindas. Una de ellas fue este arquero calvo. Recuérdelo.

 

Fue en Francia 98’ cuando alcanzó su cúspide, pero antes de eso el “otro calvo” de Francia ya tenía una vida. Debutó con el Toulouse en 1990 pero fue en el Olympique de Marsella donde se hizo famoso. A sus 22 años, en la primera edición de la UEFA Champions League (antes Copa de Europa), se convirtió en el arquero más joven en ganar un título europeo. De ahí, tras un escándalo de corrupción que puso al Marsella en segunda división, Fabien saltó al Mónaco. Allí, en su primer año en el Principado, levantó la Ligue 1. Este señor era el Rey Midas. A donde iba, ganaba.

 

Por eso es que Aimé Jaquet no dudó y lo llamó a la selección. Francia era local y estaba obligada a ganar. Y ganó. El calvo fue determinante y se inmortalizó. Se hizo leyenda. En su tierra natal dejó atajadas y postales para la posteridad. Como olvidar la imagen de Laurent Blanc —gran amigo de Barthez— besando la calva de Fabien antes de cada partido.

 

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Su condición de figura lo metió en la exclusiva agenda de Sir Alex Ferguson. Después de levantar la Eurocopa del 2000, Barthez migró a Manchester. En Old Trafford el arquero fue capaz de lo mejor y de lo peor. Su primera temporada fue buenísima, ganó la Premier, pero de ahí en adelante fue muy irregular. En su segunda y tercera temporada en el United intercaló grandes atajadas con macanas inadmisibles.

 

Impredecibles, polémicos, así son los genios. El público lo amaba y lo odiaba. Era emocionante verlo pisando el balón, enganchando a los delanteros, metiéndole suspenso… Pero después salía con pifias como las que hizo contra el Deportivo La Coruña en Old Trafford y todos lo querían matar.

 

 

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Tan populares se hiceron sus errores que algunos geeks dicen que FIFA y PES, los videojuegos, los introdujeron en su código. ¿Quién no perdió un partido por una pifia aleatoria del calvo arquero del United?

 

En fin, Ferguson se cansó y lo devolvió a Marsella. De ahí pasó, ya viejo, al Nantes. En 2006 el fútbol ya no tenía más que darle y sabiamente decidió que era hora retirarse. Desde entonces se dedicó al automovilismo. Fabien cambió el balón por los motores. Lo último que se supo de él es que en 2011 ganó el campeonato francés de Gran Turismo y que tenía aspiraciones de competir en las 24 horas de Le Mans. Larga vida al calvo.

 

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