Hace unos años tenía banqueado a David Ospina, hoy está desaparecido. Ayúdenos a encontrarlo.
Colombia ha sacado grandes camadas de futbolistas, pero ninguna como aquella que ganó el Suramericano Sub-20 en 2005. Junto a Falcao, Rodallega, Guarín, Abel Aguilar, Zúñiga, Cristian Zapata y Dayro Moreno en la lista aparecía el nombre de un ‘pelao’ de 18 años que era el dueño absoluto de la portería: Libis Andrés Arenas Murillo.
Antes de eso era un completo desconocido. Nació en Istmina, un municipio recóndito en el Chocó, y vaya uno a saber por las que tuvo que pasar antes de debutar a los 17 años en Envigado. La gloria le llegó rapidito. Eduardo Lara lo vio y le confió las llaves del arco de Colombia. La rompió en el Suramericano 2005 y ese mismo año también viajó al Mundial Sub-20 de Holanda. Para entonces un tal David Ospina miraba a Libis desde el banco. Cosas del fútbol…
La Libismania era tal que unos italianos se la jugaron por un arquero colombiano de 18 años y 1,87 de estatura. La Lazio le puso unos guantes pa’l frío y se lo llevó a probar a Roma. En 2006, mientras el futuro de Falcao estaba en veremos por una lesión de rodilla, Libis estaba a punto de cumplir el sueño de todo niño que le pega a una pelota: jugar en Europa.
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Entonces vino la primera debacle. Quizá la mayor. En la Lazio gustó, o eso dicen, pero unos problemas burocráticos truncaron la operación. No pasó nada. Siguió en Envigado y en 2007, obstinado con jugar en Europa, cogió un avión a Mérida, una pequeña ciudad española con un equipo de tercera división. Ay, el afán…
Y la cosa salió mal. Otra vez. Unos problemas de pasaporte impidieron la inscripción del arquero y se fue cedido al Central Español de Uruguay. Después pasó al Sportivo Luqueño de Paraguay. Libis se esfumó. La poca continuidad y la frustración del sueño europeo fallido, seguramente, le pasaron factura a su joven cabeza. La promesa se había quedado en eso, en promesa.
En 2009 hubo un atisbo de esperanza. El Deportivo Pereira lo repatrió para salvarse, y salvarlo a él, del descenso. El equipo mantuvo la categoría y Libis tuvo actuaciones destacadas. La continuidad era la clave del renacer, pero por enésima vez Arenas fue víctima de su impaciencia (o la de su representante). Empacó maletas y se fue a ser suplente en Peñarol de Uruguay. Medio pasito para adelante y dos para atrás…
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En 2011 volvió a Colombia. Tenía 23 añitos, el problema no era la edad, por ese lado nada estaba perdido. Lo que lo mató fue que los rumores de indisciplina y falta de profesionalismo se hicieron habituales. El arquero comenzó un periplo por el fútbol colombiano. Patriotas, Santa Fe, Fortaleza, ni siquiera en el América de Eduardo Lara, su padre futbolístico, pudo consolidarse.
En 2015 se anunció su retiro prematuro. Sin embargo, un año más tarde se dijo que estaba jugando en la segunda división del fútbol ecuatoriano, en el Olmedo. De su paso por Ecuador no se supo nada más. De hecho, hoy, su nombre ni aparece en la página oficial del club.
Estamos preocupados. Ayúdenos a encontrarlo. Si lo ve por ahí, deambulando, recuérdele que solo tiene 30, que todavía tiene fútbol.
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