Se busca: Tressor Moreno

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Alguna vez llevó la número 10 de Colombia. ¿Hoy nadie sabe dónde está? Ayúdenos a encontrarlo.

 

Su nombre, por lo particular, quedó tallado en la memoria del futbolero colombiano. Malher Tressor Moreno. Así. Una más de tantas historias inconclusas que nos ha dejado este deporte. Otro mago, de esos tan buenos, que se desapareció a sí mismo.

 

Se formó en el Cortuluá pero, como Messi (¡!), Malher también tuvo que abandonar su país para dar el paso al profesionalismo. No tenía el glamour del Barça, pero en Alianza Lima, de la mano de Jorge Luis Pinto, Tressor Moreno se hizo futbolista, de los buenos. Su aparición sorprendió a todos. En 40 partidos hizo 16 goles y ganó el Clausura del 1999.

 

En Atlético Nacional, claro, olfatearon al crack, sacaron la billetera y se lo trajeron. En Medellín no le fue mal, pero donde realmente se consagró fue en el Torneo Esperanzas de Toulon del año 2000. La Selección Colombia Sub-21 salió campeona y Tressor fue la figura indiscutible, goleador y elegido mejor jugador del torneo.

 

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El avión de regreso no había despegado y en Francia ya lo tenían atado. A los 21 años, Malher se fue al Metz. Pero para entonces el jugador colombiano todavía no había descorrido el misterio del fútbol europeo. Llegó como profeta a tierra santa y terminó crucificado. La irregularidad lo mató, combinó actuaciones destacadas con picos bajísimos de rendimiento. No pudo afianzarse. En un año hizo dos goles, una cifra muy por debajo de lo esperado. Lo devolvieron.

 

Y no estuvo mal. En el 2002 salió campeón del Apertura con el América de Cali y del Clausura con el Medellín. El DIM lo mantuvo para jugar la Libertadores del 2003, aquella en la que estuvo a un pasito de pasar a la final. Imposible olvidar el golazo de vaselina que le hizo al Santos en el Atanasio Girardot.

 

 

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Sus méritos convencieron al Metz de darle una segunda oportunidad, pero en seis meses quedó claro que él no era un jugador para Europa. Su mejor cara la mostraba de este lado del Atlántico y con la Selección Colombia. Vestido de amarillo fue que nos enamoró. Tressor Moreno nos ilusionó con sus golazos a Uruguay y Ecuador. Nos hizo creer que podíamos ir a Alemania 2006.

 

Pero se desinfló. No le faltó talento ni calidad. Le hizo falta paciencia para acoplarse y afianzarse en un equipo. El afán de volver a ser el jugador extraordinario que alguna vez fue le jugó en su contra. Tressor se convirtió en un trotamundos, en un nómada del fútbol. Comenzó a brincar de equipo en equipo. Nunca duró más de dos temporadas completas y consecutivas en alguno de los casi 20 clubes en los que jugó: Cali, Once Caldas, Necaxa, San Luis, Veracruz, Bahía, Santiago Wonders, San José Earthquake, Huila, Junior, Fortaleza y Celaya también lo vieron deambular sin éxito por sus filas.

 

Lo último que supimos de él es que está por Brasil. Dicen que juega en el Nacional FC de Manaos, un equipo de tercera división, cuyo mayor atractivo es jugar en el Arena de Amazonía, el estadio en la mitad de la selva que construyeron para el Mundial. Si alguna vez se lo encuentra, tráigalo. Ya está viejo pero nos gustaría verlo jugar, aunque sea, una vez más.

 

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Foto:

Peru.com


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