Si yo fuera Sampaoli

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El columnista Andrés Vargas analizó la lista de convocados de Argentina y se metió en la cabeza de Jorge Sampaoli para intentar salvar la clasificación a Rusia. ¿Y usted, qué haría si fuera Sampaoli?

 

Si yo fuera Jorge Sampaoli, como seleccionador argentino, sería valiente y jugaría según mi filosofía. Esta albiceleste nunca ha funcionado jugando a la defensiva, y su juego por el centro no es el mejor. Por eso, ‘Don Sampa’, como buen aprendiz del ‘Loco’ Bielsa, necesita armar un equipo de transición rápida, ofensivo como pocos e intenso en la presión. Mi propuesta para nada se parecería a los procesos del ‘Tata’ Martino y el ‘Patón’ Bauza, que ni Dios sabe a qué jugaban.

 

En el arco, por su experiencia, mantendría a Sergio Romero. Aunque Gerónimo Rulli es una posibilidad interesante y es bueno con la pelota al pie, por el momento no habría razón para sacar del once al que fue héroe de la semifinal en Brasil 2014.

 

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La primera revolución vendría en la línea de tres (sí, de tres) defensas por delante del ‘Chiquito’. Los elegidos serían: Gabriel Mercado, ‘El Jefecito’ Mascherano y ‘Nico’ Otamendi (de derecha a izquierda). Es una zaga con buena salida de balón, pero que, sobre todo, roba rápido la pelota y es muy agresiva, justo como lo necesita el sistema. La idea de activar a Masche en ‘modo Barça’, al estilo de Gary Medel en Chile 2015, tendría el objetivo de ordenar una última línea que necesita de su propio capitán y que es la raíz de este árbol de jugadores.

 

Luego vendría el pivote defensivo, un puesto esencial en los esquemas de Sampaoli. Ahí jugó Marcelo Díaz en su Chile y N’zonzi en su Sevilla. Lucas Biglia tendría la tarea en Argentina. Su trabajo sería esencial, pues actuaría como la columna vertebral del equipo. Haría de cuarto defensa, iniciaría las jugadas, sería la contención, el equilibrio y cuando fuera posible también se soltaría para pisar el área.

 

Delante de Biglia, como timonel, pondría a Éver Banega. En la derecha apostaría por ‘El Flaco’ Di María y en la izquierda jugaría con Alejandro Gómez (el ‘sprinter’ del Atalanta). La línea ofensiva la cerrarían Lionel Messi con Paulo Dybala bailando en la media luna y Mauro Icardi, en punta, rematando las oportunidades.

 

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Como en el Sevilla, la estrategia sería usar el centro como calle entre las bandas, verdaderas protagonistas del ataque. Usar a Éver para para abrir la cancha con Di María y Gómez y aprovechar los espacios interiores (resultado del esfuerzo defensivo del rival en las bandas) para explotar el genio de Dybala y Messi, su pegada y su habilidad para romper defensas con pases entre líneas. Icardi, en posición de killer, tendría la obligación de pivotear hacia fuera y tirar diagonales cortas a la espalda de los centrales.

 

Para defender la instrucción sería simple: presión alta post-pérdida. Y en caso de que la recuperación rápida fallara, Biglia se metería en una provisonal línea de cuatro (con Otamendi y Mercado a los lados), mientras que Éver y los dos extremos —que no son laterales como Mauricio Isla y Eugenio Mena— formarían una línea de tres en la mitad. Si el repliegue se hace bien, el rival, obligado a un juego de alto voltaje, quedaría muy desgastado para sorprender con una un ataque rápido y generar superioridad numérica en el último cuarto.

 

Todos los técnicos lo dicen: una cosa es el partido que uno juega en la cabeza y otra muy distinta el que ocurre en el campo. El módulo (un 3-4-2-1, como numerito telefónico) tendría fallas y debilidades, como cualquier otro. Sin embargo, basado en lo que ha mostrado este técnico y en la convocatoria que hizo para su debut contra Brasil, esto es lo que haría yo si me llamara Jorge Sampaoli.

 

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