El trascendental partido contra Venezuela en San Cristóbal se jugará en medio de un contexto tenso y difícil. Hay veces que el fútbol es lo de menos.
Este 31 de agosto la Selección Colombia jugará el partido más importante de los cuatro que le quedan. Lo deseable sería solo hablar de los planes de Pékerman para reemplazar a James, de si el buen momento de Barrios le permite ser la pareja ideal de Sánchez en la mitad, de si por fin Fabra puede ser el lateral izquierdo titular o del rendimiento brillante Falcao… Sin embargo, hay contexto sociopolítico que es imposible e irresponsable obviar. Este partido llega en el momento más inoportuno.
Venezuela lleva meses sufriendo una profunda crisis económica y social. El poder adquisitivo de la gente cae en picada, la inflación anual es mayor del 800%, el Bolívar es la moneda más devaluada del mundo y la escasez de alimentos y medicamentos tiene a la población sumergida en una profunda crisis humanitaria. Sin capacidad institucional para afrontar este escenario, millones de venezolanos han salido a protestar a las calles desde hace cuatro meses para paralizar el país, presionar al gobierno y obligarlo a convocar elecciones.
A los 30 días de manifestaciones ininterrumpidas, en una medida propia de un gobierno desesperado y acorralado, Maduro anunció la creación de un proceso constituyente con el fin de crear un poder de poderes chavista, plenipotenciario y que lograra aplacar la fuerza de la protesta social y, de paso, a la Asamblea Nacional. Bueno, logró las tres cosas. Pero este temerario proyecto tensó más la cuerda, aisló aún más a Venezuela geopolíticamente y aumentó el rechazo de una población que no solo siente que le están robando su futuro, sino que, sin la Asamblea Nacional, perdió la poca representación y el poder que legítimamente se había ganado.
Lea también: Las 4 veces que Venezuela nos jodió
Pensando en las elecciones presidenciales del próximo año, San Cristóbal, la ciudad donde jugará la Selección Colombia, es una piedra en el zapato para el oficialismo. Después de Caracas ha sido el mayor foco de revuelta opositora. Por su condición de ciudad fronteriza (a una hora en carro de Cúcuta) en el estado de Táchira, San Cristóbal ha sido históricamente una sociedad rebelde, insurrecta, de carácter y espíritu independiente. Desde la dictadura de los años 50, la ciudad ha liderado levantamientos y revueltas populares.
San Cristóbal es, también, la ciudad más futbolera de Venezuela; la casa del Deportivo Táchira, el segundo equipo más ganador después del Caracas, y cuna de importantes futbolistas venezolanos como Tomás Rincón. Pero los ‘Gochos’ no comen ni viven del fútbol. Como Cúcuta y Bucaramanga en Colombia, las ciudades fronterizas son las que más sienten la crisis entre Colombia y Venezuela. El cierre de la frontera ha sido un drama, el comercio no despega, el tema del contrabando está convirtiendo a las ciudades fronterizas en centros económicos informales y la escasez de alimentos tiene hambrienta y enferma a la gente. Además, su población sufrió los estragos de la represión oficialista y varios manifestantes murieron en la ola de protestas.
El partido se jugará en una ciudad que es un polvorín; una ciudad totalmente sitiada y no apta para un partido de fútbol y mucho menos para una celebración. A la gente lo que menos le importa es la suerte de una selección eliminada. Y Colombia, que sí se juega la vida, tendrá que pasar por una situación incómoda.
La Federación tuvo que cambiar los planes de trayectos y desplazamientos. Las selecciones usualmente se desplazan en vuelo charter de su concentración a la ciudad del partido. Pero para este juego, Colombia viajará de Barranquilla a Cúcuta en avión y ahí cojera un bus de una hora hasta San Cristóbal. En palabras de Ramón Jesurúm, esto se hizo así porque “las aerolíneas colombianas no están viajando a territorio venezolano por la situación que vive ese país”.
Le puede interesar: La palomita que nos llevó a Francia 98
La seguridad del partido estará a cargo del Estado y del Deportivo Táchira, cuyo presidente Jorge Silva es afecto a la revolución. Los traslados de la selección estarán totalmente militarizados. Será un partido de estrellas que vivirán un contexto tenso y enrarecido contra una plantilla muy joven que tendrá que cumplir un trámite del calendario.
Si bien Venezuela está eliminada no hay una razón deportiva convincente que explique por qué varios de los mejores jugadores del país no están en la convocatoria. Alejandro Guerra, ‘Juanpi’ Añor, Roberto Rosales y Wilker Ángel, entre otros, extrañamente no están. Se habla de que algunos pidieron no ser convocados. Para Venezuela siempre ha sido estimulante enfrentar a Colombia, pero teniendo en cuenta el contexto seguramente hay otras cosas más importantes en la cabeza de algunos que un partido de fútbol. Recordemos que las familias de varios de estos jugadores importantes viven en Venezuela.
Sin algunos de los mejores jugadores del rival, en una ciudad que no es la ideal para disputar el partido, en un momento de alta tensión diplomática y militar entre los dos países, y en medio de una de las peores crisis sociales de la historia republicana de Venezuela, este es el partido más inoportuno en el historial de estas patrias hermanas.
Ojalá Colombia llegue a Barranquilla con los tres puntos. Pero ganarle así a los venezolanos es desagradable. La cabeza de los ‘Gochos’ no está para goles ni gambetas. Si no hay para el pan, mucho menos para comprar una boleta.
No se vaya sin leer: 5 goles colombianos que nos hicieron llorar
Foto:
Semana.com