Aunque por unas horas celebramos que Wayne Shaw se hubiera comido un pastel en pleno partido, ahora nos damos cuenta que es un oscuro episodio en el fútbol. Esta es la historia de la apuesta que nos recordó que el fútbol no para de podrirse.
Creo que nunca había estado tan feliz de ver a un hombre adulto comerse un pastel de carne como cuando vi a Wayne Shaw. Jugaba el Sutton United contra el Arsenal por la FA Cup. Era curioso, iban a televisar un partido contra un equipo que juega en la quinta división, una liga semiprofesional (en la pirámide del fútbol inglés el Sutton United se encuentra 105 puestos bajo el Arsenal). Quizás lo transmitieron porque era martes, quizás porque el Arsenal venía de perder 5-1, pero quiero creer que era porque en el Sutton jugaba Wayne Shaw, el arquero inglés que se hizo famoso por ser gordo.
Las cosas como son. Se hizo famoso por ser un meme humano. Shaw, a sus 46 años, pesa 146 kilos. Apretado en su sudadera Joma (que a juzgar por las fotos, no se la quita ni para meterse a la ducha) es el estereotipo andante de los gorditos bajo los tres palos.
Comenzó a aparecer en nuestras vidas a medida que su pequeño club fue avanzando en la FA Cup. Antes de comenzar el partido por 16avos de final ya las páginas de fútbol difundían su imagen por el mundo al lado de hashtags como #AgainstModernFootball, #QueLindoEsElFútbolPibe y otras cursilerías más que nos encantan. Sin embargo, cuando la cámara lo retrató sentado en la banca de suplentes, en pleno minuto 83, con medio pastel de carne dentro de la boca se convirtió en el centro del fútbol mundial.
Recuerdo los aplausos de mi compañero de trabajo mientras yo reía a carcajadas por largos minutos. Nos miramos a la cara y dijimos “que sería del fútbol sin esto”. Y es que en la época hiperprofesionalizada Messi-Cristiano, ya poco nos sorprende distinto a récords. Disfrutamos, sí – sería una terrible hipocresía decir que no disfrutamos del fútbol marciano producto de la ingeniería deportiva. Pero gestos así ya no existen. Gestos así nos hacen caer en cuenta que olvidamos que en una época el fútbol era un juego. Olvidamos que gestos así formaron el fútbol.
Al menos eso pensamos durante un par de horas. Acabó al partido y yo no podía parar de sonreír. Para mí, romanticón del fútbol, Wayne Shaw engulliendo un pastel era lo mejor de mi día. Que lindo es ver humanos jugando al fútbol. “La ‘joda’ todavía existe” pensaba. Mi ilusión se vino abajo más rápido que el Leicester este año al enterarme que todo era artificial. Las moronas en la sudadera Joma de Shaw no eran nada más que un truco publicitario de Sun Bets.
La casa de apuestas del diario inglés The Sun, vio como el gordito se viralizaba en las redes y se dijo “hay que explotar esta mina de oro”. Entonces patrocinaron el Sutton United comprando un espacio en su camiseta y sacaron un anuncio promoviendo una apuesta bastante peculiar:
Quiero creer que Shaw es víctima de la inocencia humana. El arquero admite que sabía de la apuesta, admite que no apostó pues sabía que no lo tienen permitido, y admite que amigos le preguntaron por la apuesta. “Quise darles un guiño, sabía que la apuesta era 5 libras, (con eso) pagarían la boleta” mencionó en entrevistas. Sus intenciones eran tiernas, infantiles casi, y así lo creo porque me enteré que lloró a moco tendido cuando el equipo le pidió su renuncia.
Shaw no vio un minuto en el increíble recorrido del Sutton hasta los 16avos contra el Arsenal pero trabajaba como pocos en el equipo. El Sutton alquila la cancha sintética durante el día, Shaw recibía a las personas. Luego, cada 10 horas de uso, barría la cancha. “Es sintética y así hay que cuidarla” decía. Finalmente, a las 10pm apagaba las luces del estadio. Como vive en el sur dormía en una oficina del club. Esto lo hacía lunes, martes y miércoles religiosamente. Y lo despidieron porque según el entrenador “no mostró la mejor cara del club”.
Cuando Suárez mordió a Ivanovic, el Liverpool lo respaldó. Cuando Joey Barton fue sancionado por apostar en más de 1200 partidos, el Burnley lo recibió. Cuando Terry discriminó racialmente a Anton Ferdinand el Chelsea no lo despidió. A Wayne Shaw lo despidieron. Ahora está siendo investigado y el Sutton se lavó las manos.
Me deja un sinsabor enorme todo el asunto. The Sun, el diario que lee Satán, el diario que hace parte del emporio de Rupert Murdoch (sí, el hombre que casi nos deja sin ver Libertadores por no llegar a acuerdos con DirecTV), el diario que culpó a los hinchas del Liverpool de la catástrofe de Hillsborough, bueno ese diario, se aprovechó del fútbol para hacer dinero. Lo triste fue que se aprovechó del fútbol de barrio, de ese que creíamos intocable, ese que pensábamos que todavía no hacía parte de la podrida industria. Metió sus garras, corrompió a un gordito que disfrutaba de una leve fama, lo dejó sin trabajo y nos enseñó que en todas partes, en cualquier cancha, la pelota puede mancharse.
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