Este es un homenaje a un entrenador único. A un rebelde. A un enamorado y a un desenamorado.
Apenas se miraron, se supieron el uno para el otro. Fue amor a primera vista. ¿Lo recuerdas, Arsene?
Crecieron juntos. Tú lo hiciste grande a él y él te hizo inmortal a ti. Se amaron profundamente. En 2004 fueron eternos, invencibles. Tocaron el cielo. Tú creíste que iban a estar juntos para siempre. Lo creíste y se lo hiciste creer. ¡Qué ingenuo, Arsene!
Tu romanticismo lo enamoró. Contigo fue pura estética. Y te admiró. Te admiró como a nadie. Eras perfecto. De verdad, lo fuiste…No lo olvides, Arsene.
Lea también: Alexis en tres fotografías
Pero ya son más de 20 años. Demasiados. Él cambió y tú también. Todo cambia. Lo que antes le gustaba, ya no le sirve. Le dejaste de servir. Te exigió sacrificios que no estuviste dispuesto a hacer. Tú y tu maldita coherencia, y tus valores, Arsene, y tus principios infranqueables. Quizá te olvidaste de lo más importante. A veces fuiste egoísta.
No fue culpa tuya. Ni de él. Fue así. Fue como fue. Se acabó la oxitocina.
Ahora se están haciendo daño, Arsene. Lo estás hiriendo. Sin querer, lo estás maltratando. Y él a ti. Aunque te quiere, ya no te soporta. No te soporta un día más. No quiere saber de austeridad, ni de ahorro, ni de la maldita sostenibilidad. No quiere saber más de ti. Quiere alegrías reales, tangibles. Y tú, Arsene, aunque quisieras, ya no se las puedes dar. Es algo inexplicable. Pero es así.
Ya no va más.
Si lo amas, si lo amas de verdad, déjalo ir.
No se pierda: Para siempre Wenger
Foto:
goal.com
