Sebastián Molano ama a la Selección pero sobre todo, ama a su país. Como a todos, le preocupa la incertidumbre por la que pasa el país y hoy, el silencio de la Selección le cala hondo. Quiere sentir el apoyo de su equipo así como él los apoya a ellos. Por eso, con palabras del alma, Sebastián hoy le pide a su Selección que rompa el silencio y nos apoye con un mensaje de solidaridad.
Cuando tenía seis años mi papá me regaló de cumpleaños el saco gris con negro que usaba René Higuita. En esas épocas yo era arquero, posición en la que conocí la gloria y la soledad. En tercero de primaria, icé bandera y de premio, fuimos a ver a Santa Fe. Esa noche comí lechona y vi dos goles del león. Desde ahí, me volví buen estudiante.
Amo el fútbol, lo respiro, lo siento, lo juego. El fútbol me ha dado los amigos que tengo y con él he aprendido sobre el amor propio, el respeto, la cabeza fría y la violencia. Los mejores y peores recuerdos que tengo están relacionados con el balón.
Hace unos años, nos sentamos con mis suegros a ver “los dos Escobar”. Es un documental de ESPN sobre la vida de Pablo y Andrés, en el que se narra la historia de Colombia en los 90s a través del fútbol. Ellos son extranjeros y esta fue una oportunidad ideal para compartir un poco de nuestra historia y contarles lo que fue crecer en un contexto en el que las bombas y la muerte eran parte del paisaje.
“Debió ser muy duro ser niño y ver a uno de tus héroes en esta situación” me dijeron. En ese momento no le di mucha importancia, pero esta frase me acompaña desde ese día. Me hizo reflexionar sobre el papel que la violencia tuvo en mi infancia y cómo algo que amaba se llenó de dolor. Ante el terror de aquellos años, el asesinato de Andrés fue lastimosamente uno más en la lista de las vidas que se robó la violencia. Pero para los que vivimos fútbol, este fue un antes y un después.
Debió ser muy duro ser niño y ver a uno de tus héroes en esta situación
Como colombianos y colombianas, la Selección representa uno de los pocos símbolos que genera cohesión, sin distingo de abolengo, raza o ideología. Cuando gana, nos sentimos pletóricos y celebramos para exorcizar parte de las frustraciones de vivir en un país donde la inequidad es generalizada y la vida es una lucha constante. Cuando perdemos, esa frustración se canaliza contra esos mismos seres humanos que engrandecemos, de manera desproporcionada e injusta. Les pedimos que sean sobrenaturales, cuando son también de carne y hueso. El que no me crea, que le pregunte a Stefan Medina.
Pero para nosotros son héroes. Nos regalan emociones y nos dan motivos de orgullo. ¡Qué largos son esos meses en que tenemos que esperar para verlos jugar en Barranquilla! Ver a los rivales doblegados ante los cánticos, la presión del local y el calor. Cada vez que juega la Selección, nos ponemos la camiseta y buscamos la manera de no perdernos el partido. No vale grabarlo, hay que oírlo o verlo en vivo, pues al mirar el pasado se pierde esa mágica ilusión de poder influenciar el futuro.
Hoy estamos de cuartos en la tabla y en esta fecha nos jugamos la vida con dos rivales directos: Paraguay a tres puntos y Uruguay puntero. En los próximos 6 días se definirá gran parte del camino que nos lleve a Rusia. Pero hoy, el país no piensa en fútbol. Hoy estamos sumidos en una grave crisis que amenaza los anhelos de paz.
La incertidumbre es la única certeza que nos acompaña.
¿Qué tiene que ver esto con el fútbol?
Mucho. Los y las colombianas hemos estado siempre firmes con la Selección, gane, empate o pierda. Lo único que no les perdonamos es que no dejen el alma por la camiseta que se ponen. Y ese amor, ese apoyo incondicional, debe ser recíproco. Hoy, los colombianos necesitamos de la Selección Colombia. Hoy no necesitamos que ganen o que jueguen bien, necesitamos que rompan el silencio en el que han estado sumidos y asuman su parte como colombianos frente a la delicada situación de la paz, que se debate entre la vida y la muerte.
Necesitamos escuchar sus voces, escuchar sus llamados a la cordura, este país necesita hoy que la Selección Colombia nos devuelva ese amor que con tanto fervor les profesamos. Nairo lo hizo, mostrando su grandeza. ¿Y ustedes? Esta es una invitación a que se hagan sentir, a que se hagan presentes, como los héroes que son para nosotros. Su actitud no puede ser la del suplente que se para con displicencia a calentar cuando el equipo va perdiendo.
Como en el amor, esto es de dos y si la Selección Colombia no está dispuesta a rodearnos, a apoyarnos, a sufrir con nosotros, a darnos palabras de aliento a este, su país ¿por qué debemos cada uno de nosotros hacerlo?
Mañana, cuando el balón ruede en Asunción voy a prender el radio. Me voy a poner la camiseta y haré fuerza para que ganen, para que ganemos. Porque en el amor y en la paz, se valen las segundas oportunidades. Pero si esa actitud persiste, si pretenden consolidar su silencio, y abstenerse de participar como lo han hecho 21 millones de Colombianos y colombianas, no cuenten conmigo para el partido en Barranquilla. Porque en la vida hay cosas más importantes que el fútbol, y para Colombia, la Paz es una de ellas. Los necesitamos, ¿podemos contar con ustedes?
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Twitter: @juansemolano