Eric Cantona le dio tanto al fútbol que hoy en día es difícil separar la realidad de la ficción que rodea su leyenda
El fútbol nos trae personajes que nos deleitan con sus regates, sus toques, su magia y sus goles. Pero cada tanto nace algún jugador excepcional que además de traer todo su talento a la cancha, también nos sorprende –o nos ofende- con la polémica que causa fuera del campo. Una de estas extrañas figuras, difíciles de odiar o amar del todo, era el gran Éric Cantona: The King (como afectuosamente lo apodaban algunos medios y los seguidores del Manchester United). Este es un corto repaso por su carrera que quiero hacer de manera distinta: quiero recorrer su vida llevando la controversia como hilo conductor. Su conducta irregular se irá mezclando con sus títulos y goles, no porque sea más importante su polémica que su juego. Si no porque quizás en toda esa polémica -tan fácilmente criticable en el caballeroso mundo del fútbol- hubo un elemento esencial de su fútbol que aún no logramos comprender.
Cantona nació en Marsella, Francia, en la cuna de una familia trabajadora de orígenes italianos y catalanes. Su carrera comenzó en el Auxerre, donde logró debutar profesionalmente pero también fue el club en el cual comenzaron sus controvertidas actuaciones. En 1987 golpeó a uno de sus compañeros del Auxerre en el ojo, mientras que en 1988 fue suspendido tres meses del fútbol profesional por una entrada descalificadora a un jugador del Nantes. A pesar de la polémica que siempre lo acompañó, en ese mismo año fue convocado a la selección de Francia con la cual salió campeón del campeonato sub 21 europeo. Con su gran actuación internacional, fue contratado por el Marsella, el equipo del que fue hincha durante su infancia.
Allí, en un partido amistoso, decidió quitarse la camiseta y darle a probar su sudor al entrenador tirándole en el rostro la casaca al ser substituido por patear un balón contra la tribuna del estadio. Épico. Ese mismo año, en una declaración pública, afirmó que el entrenador de la selección absoluta de Francia era una bolsa de mierda, por lo que el dueño del equipo le prometió que jamás volvería a jugar ahí (pero claro que volvería, hacía lo que quería). Fue transferido al Montpellier. En ese equipo, recién llegado, tuvo una riña con otro compañero del vestuario que lo llevó a lanzarle sus guayos en la cara (le gustaba que la gente pudiera apreciar sus pertenencias de cerca). Cantona respondió en la cancha siendo instrumental para el título de Copa de Francia con Montpellier, al lado del legendario Carlos Valderrama. Este desempeño permitió que Cantona volviera a Marsella, equipo con el cual logró conquistar la Liga del año 1990-1991 con su participación destacada.
Le gustaba que la gente pudiera apreciar sus pertenencias de cerca
Al final de la temporada fue transferido al Nîmes debido a las frecuentes diferencias con los entrenadores y directivos del Marsella. Allá siguió con lo suyo: trató de tirarle un pelotazo al árbitro en un partido de liga a manera de protesta por una decisión arbitral; no logró hacer que el árbitro probara la pelota. Cantona se retiró del campo antes de que le mostraran la cartulina roja y acto seguido atacó a un contrincante en los vestuarios. Al ser convocado ante el tribunal disciplinario, Cantona recibió una sanción de dos meses. La sanción inicialmente fue de un mes, pero debido a que insultó a los miembros del tribunal, se duplicó su sanción. Nadie le decía qué hacer. El incidente no fue sencillo. Tras el hecho decidió retirarse del fútbol en diciembre de 1991. Tomó la decisión impulsivo, fiel a sí mismo, pero hasta ahora comenzaba su historia.
Nadie podía creerlo. Cantona tenía apenas 25 años cuando anunció su retiro. Él era la pieza clave para que Francia lograra disputar la Eurocopa del año 1992, pero simplemente optó por marcharse. No tardó en descolgar los guayos. Michel Platini logró convencerlo, lo necesitaba siendo entrenador de la absoluta de Francia. Entonces ‘The King’ decidió volver al fútbol con un nuevo aire, en la liga inglesa. Así fue como otro francés comenzó su epopeya para convertirse en una de las más grandes leyendas del Manchester United y la liga inglesa.
El galo llegó a la isla donde se inventó el fútbol para jugar con el Leeds United. Sin embargo, con sus grandes apariciones en Inglaterra, fue transferido al Manchester United que buscaba un goleador. Los ‘Red Devils’ necesitaban hacer el duelo tras perder la liga ante el Leeds la temporada pasada. La solución: traerse al delantero que los clavó. Hay que decir que Cantona no fue la primera opción de Sir Alex Ferguson (primero preguntó por otros 4 delanteros), pero la casualidad le daría un jugador al que no olvidaría jamás. Una vez más, consagrando su tercer año consecutivo conquistando ligas con tres equipos diferentes, Cantona fue clave en la conquista del título de la primera Premier League, para por fin desempolvar los estantes del club de Manchester. Los empleados del club dejaron de brillar las glorias viejas; ahora podrían brillar una copa más y pedir un aumento. Fueron 26 años de sequía pero a Cantona no le importó celebrar las bodas de plata con el fracaso y prefirió consagrar al United campeón. Pero por supuesto, no podía pasar un año sin polémica: en su regreso a la casa del Leeds United le escupió a un hincha del equipo local por lo cual fue multado con 1000 libras esterlinas.
En la siguiente temporada, la 1993-1994, volvió a brillar. Jugando con el Manchester United logró retener la Premier y conquistó la FA Cup, por lo cual le dieron la distinción de jugador del año. Fue el primer jugador extranjero en levantar la copa. Pero la polémica iba detrás de él. Fue expulsado en dos partidos consecutivos por lo cual fue acreedor de cinco fechas de suspensión; también fue esposado por guardias de seguridad en el partido semifinal de la Copa del Mundo entre Brasil y Suecia por haber supuestamente agredido a un oficial del estadio.
Pero su momento más polémico, y probablemente el más memorable por quienes se sienten disgustados con la imagen de Éric, fue aquel que ocurrió el 25 de enero de 1995. Mientras se jugaba una disputada liga con el Blackburn Rovers, Manchester United debía visitar al Crystal Palace con la necesidad de ganar. En una jugada aislada, Cantona salió expulsado al patear a un contrincante después de que éste le jalara la camiseta.
En su camino al túnel, mientras volaban los flashes de las cámaras y las arengas del público, Cantona fue descontrolado por gritos insultantes y xenofóbicos de uno de los hinchas del Crystal Palace. Por su mente solo pasaba la ira y la volatilidad que lo caracterizaba, pero un hincha en particular llamó su atención: un joven flaco que gritaba a todo pulmón los insultos que tantas veces han tenido que tolerar los jugadores visitantes. Éric no quiso soportar un insulto más. A pesar de la oposición de los stewards ingleses, Éric se liberó y en un momento de rabia la xenofobia fue correspondida con una patada voladora que pasó a la historia. La maniobra de artes marciales fue seguida de varios puñetazos hasta que lograron controlar al jugador y dirigirlo al camerino. La foto de la maniobra, sin duda alguna, ya hace parte de los anales del fútbol.
Cantona fue sancionado con 8 meses de suspensión en cualquier competencia en el planeta, 120 horas de servicio comunitario, 30.000 libras esterlinas, perdería la capitanía de la selección de Francia y, para rematar, su equipo le cedería la liga al Blackburn. Años después, Cantona diría que su maniobra le dejó una grata sensación, a pesar de reconocer que fue un error.
A pesar del fuerte golpe y el deseo de retirarse del fútbol inglés, Ferguson convenció al francés de quedarse en el equipo. Y así fue. Se quedaría para volver el primero de octubre de 1995 contra el Liverpool, marcando un gol de penal. A lo largo de esa temporada, Cantona lideraría al Manchester United para llevarse no solo la Premier League, sino la FA Cup derrotando al Liverpool en la final y siendo el primer extranjero en levantar esa copa.
Cantona se retiraría la temporada 1996-1997 después de retener el título de la Premier. The King se marchó habiendo marcado 80 goles para el Manchester United en 5 años y conquistando 9 títulos. Incluso en su retiro causó polémica: colgó los botines a los 30 años. 30 años. Un año antes de que su selección ganara la Copa del Mundo contra Brasil en casa. Los fanáticos de United estaban perplejos, pero Éric fue claro cuando decía que quería retirarse en el club y en la cima de su carrera. La derrota contra el Borussia Dortmund en semifinales de la Liga de Campeones lo había dejado devastado y tal vez consideró que no llegaría más alto en su carrera. Nunca lo sabremos. Qué difícil sensación ver la selección de la que alguna vez fue capitán levantar la Copa del Mundo meses después. ¡Qué momento para retirarse hubiera sido ese!
La violencia nunca será una forma legítima de expresar opiniones y sentimientos, pero en el comportamiento de Éric siempre parecía haber algo más que una agresividad descerebrada. Durante una entrevista en 1994, antes de su incidente más famoso, Éric aseguro:
Tengo una pasión dentro de mí, esa pasión que me lleva a querer crear algo, una cierta llama que tengo dentro de mí y que reclama salir. Liberarla es lo que alimenta mi éxito. No sería posible tener esa llama sin aceptar el hecho de que algunas veces quiere salir a hacer daño. Y sí hace daño. Me hago daño a mí mismo. Soy consciente de que me estoy haciendo daño y de que le estoy haciendo daño a otros. Soy consciente de que decepciono a las personas que no entienden que no puedo ser lo que soy sin estos otros lados de mi carácter.
Tal vez lo que Cantona hacía no era polémica. Tal vez fuimos incapaces de entenderlo. Tal vez siempre hubo una buena razón para hacer todas las cosas que calificamos como disparates y locuras excéntricas y violentas de un jugador excepcional. 15 títulos en su corta carrera deportiva hablan por sí solos, sin contar los 165 goles de su carrera. Siempre habrá personas, y por supuesto futbolistas, que serán incomprendidos por definición. Puede ser que esa controversia que siempre lo acompañó no nos haya permitido entender la razón de sus actos. Puede ser que esa llama que había dentro de él lo llevaba a nuevas alturas, pero también a temibles locuras. Hay jugadores cuyas razones no siempre entendemos pero que en la cancha lograron la inmortalidad. Uno de ellos, el rey incomprendido: Éric Cantona.
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