América vs. Cali fue un clásico en todo el sentido de la palabra. Tuvo todos los ingredientes, pero sobre todo uno: buen juego. Ambos equipos salieron a jugar y a presionar con intensidad, pero sin pegar. ¡Qué lindo es cuando se juega al fútbol!

 

Contra su rival de patio la figura elegida por Torres fue un 4-2-3-1. La presencia de Ferreira, Brayan Angulo y Jonathan Álvarez en la segunda línea dejaba clara las intenciones del técnico: jugar por adentro, centralizar los esfuerzos defensivos del rival y liberar las bandas para soltar a los dos laterales. Y así fue, tanto Juan Camilo Angulo, como Arnol Palacios jugaron adelantados y fueron dos atacantes más. De a poco, y cada vez más, este equipo comienza a mostrar una idea de juego definida.

 

El Cali también apostó un 4-2-3-1, pero fue mucho más esquemático. Mientras los volantes ofensivos del América rotaron libremente por la mitad del campo, en el Cali las posiciones fueron más rígidas. Mayer, por detrás de Ronnie Fernández, Sambueza por derecha y Pajoy por izquierda; detrás de ellos Abel Aguilar y Andrés Pérez en la contención.

 

No había terminado de sonar el himno de Santiago de Cali y los de verde ya se habían adelantado tras un tiro libre de costado en el que la defensa del América fue inocente. Mera cabeceó a placer.

 

Pero el gol de camerino de su rival no desanimó al América. Al revés. Los locales salieron a proponer, adelantaron sus líneas y se hicieron amos del balón. Y el premio no tardó en llegar. Un golazo de Arnol Palacios desde el costado derecho puso el empate.

 

De no haber sido por la desatención de los primeros minutos, América habría estado jugando un partido redondo. Tenía la pelota; Álvarez, Ferreira, Angulo y Feiver Mercado –que rotaba la posición de falso nueve con Álvarez– tocaban en corto y llegaban en bloque al arco de Camilo Vargas.

 

Cali, por su parte, no encontraba a Mayer y se veía obligado a jugar en largo. Tampoco Sambueza y Pajoy, aislados en las bandas, lograban entrar en juego. Lo mejor del equipo, como contra Medellín hace menos de una semana, volvió a ser el lateral derecho Luis Manuel Orejuela. El juvenil que viene remplazando a Helibelton Palacios es un animal. Juega bien en corto, sabe cuando tirarla larga, defiende bien, ataca con criterio.

 

Lo mejor, o lo único del Cali, vino después de sendas pérdidas de Vásquez en la salida del América. Al volante de primera línea le costó mucho trabajo sacar limpio el balón. En el primer tiempo, al América sólo le faltó el gol. Lo más importante. La profundidad en el último cuarto de cancha sigue siendo la asignatura pendiente de este equipo, que sin Borja, es romo arriba.

 

En los primero diez minutos del segundo tiempo los rojos fueron un vendaval. Quizás hayan sido los mejores minutos del equipo desde que Torres está al mando. El Cali, avasallado, mantuvo el empate como pudo y plantó un equipo recogido para jugar al contragolpe. Esa fue la fórmula de Yepes. Ante la imposibilidad de disputarle el balón a su rival, el técnico apostó por el juego largo y vertical. Sólo así pudo asustar al portero Bejarano.

 

Los de Hernán Torres terminaron volcados al ataque y en los últimos minutos pudo haber pasado cualquier cosa. El América se desbocó y al Cali le costó trabajo congelar el partido. Sólo Benedetti, que entró por Mayer a falta de diez minutos, entendió que para mantener el empate el equipo debía hacerse corto y no rifar la pelota.

 

Al falta de un minuto Brayan Angulo tuvo un mano a mano con Vargas, pero el bogotano evitó la caída de su arco. El América, entonces, se quedó a un pelo de los penales y de una hipotética clasificación. Sin embargo, la sensación que quedó fue positiva. Anoche América fue un equipo de la ‘A’. Superó al Cali y nos recordó lo lindo que es el clásico vallecaucano. Ya va siendo hora de que vuelva…

 

Foto:

Futbolred

 

Autor: Martín Lleras Jacobsen