En tiempos en los que se habla de un posible regreso quisimos recordar los días más felices de Teófilo en Colombia.
Teófilo Gutiérrez anotó el primer gol de su vida en una cancha de tierra en el barrio La Chinita, una de las cunas de futbolistas que tiene Barranquilla al suroriente. Su estrecha relación con el gol lo llevó a integrar la plantilla del Barranquilla F.C campeón de la temporada 2006. Allí, junto a Carlos Bacca, Luis Carlos Ruiz y Vladimir Hérnandez impresionó a los seguidores del que era el equipo filial del Junior. Rápidamente, a los veintidós años, compró con goles la camisa del ‘Tiburón’. Era el club de sus amores. Sueño cumplido.
De a poco ‘Teo’ comenzó a hacerse un espacio en el equipo, hasta convertirse en el centro de atención del Metropolitano. De promesa a realidad, de realidad a jugador diferente. Algo especial tenía que pasar con él.
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Fue en el primer semestre de la Copa Mustang del 2009 cuando Teófilo Gutiérrez hizo sonar su nombre en cada uno de los estadios del país. ‘Teo’ en modo depredador hizo dieciséis goles, llevó a su equipo a la final y salió goleador del torneo. Aquel Junior dirigido por Comesaña soportaba el talento y la creatividad de mitad para adelante con una férrea solidez defensiva. El uruguayo Adrián Berbia en la portería; Hayder Palacio, Camilo Ceballos, John Valencia y Roberto Carlos Cortés en la línea de atrás; Alexander Jaramillo y Javier Flórez en la contención; Giovanni Hernández como ‘10’ y Luis Carlos Ruiz junto a Emerson Acuña adelante. Además, por si hacía falta, calentaban banca nombres como Braynner García, Ricardo Ciciliano, Jaider Romero, Luis Yánez o el hasta entonces desconocido Carlos Bacca.
En la fase de todos contra todos, el Junior salió segundo. ‘Teo’ hizo nueve de los veintidós goles del equipo. Con él enchufado, el ‘Tiburón’ se colgó la etiqueta de favorito. Etiqueta que después de los primeros tres partidos de los cuadrangulares parecía desprendérsele: dos puntos de nueve… Todo parecía perdido hasta que apareció el goleador en su versión más feliz. Un Metropolitano feroz volvió a creer con los dos hatrricks consecutivos que ‘Teo’ le regaló, primero contra el Cúcuta y luego contra Envigado. SÍ, gracias a él, el Junior se trepó a la final.
Lo que pasó después no viene al cuento. Contra el Once Caldas al Junior se le quemó el pan en la puerta del horno y debió conformarse con la amarga medalla de plata. Pero lo que importa, hoy, es recordar que en el primer semestre de 2009, Teófilo, en su casa, se vio feliz e implacable como nunca más. Y que esa historia, parece, puede volverse a repetir. Al menos así lo esperan, llenos de ansiedad, contando los días, todos los barranquilleros.
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