Era la mona que todos queríamos pegar en el álbum Panini de Alemania 2006. ¿Sabe algo de él? Lo estamos buscando
Nació en Santa Marta y creció con afiches del Pibe pegados en la pared del cuarto. Johan Vonlanthen se enamoró del fútbol cuando le regalaron su primera pelota. Soñaba, mientras jugaba con sus amigos en la arena samaria, con vestir la camiseta de la Selección. El divorció de sus padres, sin embargo, lo cambió todo. Su madre y su padrastro se lo llevaron a Suiza cuando tenía 12 años.
El sueño, obvio, se mantuvo. Su razón de ser pasaba por la pelota. A los 16 años lo logró, debutó como profesional en el BSC Young Boys y, poco a poco, en Suiza comenzaron a hablar de un samario-suizo que se iba a comer el mundo.
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La explosión llegó cuando cumplió 18. Tal era su nivel que estuvo a prueba en el Real Madrid, querían ficharlo, pero una voz interior le dijo que hiciera oídos sordos a los cantos de sirena y fichó por el PSV holandés. En Suiza y Holanda se frotaban las manos
Tan bien jugaba que los suizos lo convocaron para la Euro de 2004 y allí consiguió algo impensado: se convirtió en el jugador más joven en marcar en toda la historia de la Eurocopa. Un pibe nacido en Santa Marta le sacó ese récord a Wayne Rooney. Hasta el 2009 jugó 40 partidos con la selección de Suiza e hizo siete goles. En el país de su padrastro le pusieron la etiqueta: «Vonlanthen, la máxima promesa del fútbol suizo».
Al volver de la Eurocopa comenzó su viacrucis. No logró mantener su nivel y salió cedido al Brescia y al NAC de Breda, en el que volvió a mostrar destellos de calidad. Después, su fichaje por el RB Salzburgo fue un espejismo. Las lesiones musculares lo persiguieron como demonios hasta que en 2008 algo hizo click en Johan, comenzó a leer la Biblia y se encomendó a un ser superior para que lo sacara del calvario.
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Abrazado a la religión, a la corriente adventista, superó las lesiones y comenzó a mostrar al jugador de antaño. Iba en camino de volver a ser el de antes, pero todavía quedaba un obstáculo, el más grande de todos. Para los adventistas, el sábado es el día de mayor comunión Dios y no debe ser destinado a ninguna actividad secular, es decir, nada de fútbol profesional o cualquier otra actividad ajena a los asuntos espirituales. ¡Boom! Su sueño de niño y su salvación, de repente, chocaron como trenes.
Vonlanthen, decidido a no jugar los sábados, encontró en su “tierra santa” un equipo que se ajustó a su particular condición. En Colombia, el Itagüi le permitió su descanso sabatino. Para Johan fue más importante servirle a Dios que jugar en la élite…
A sus últimos años fue difícil seguirles la pista. En 2012, con 26 años, anunció que se retiraba para dedicarse de lleno a la fe. Un año después supimos que estuvo en el Grasshoppers de la Superliga Suiza y luego saltó al Servette de Ginebra, en donde sufrió una grave lesión. Sus últimas patadas, sabemos, las dio en el FC WIL de la segunda suiza.
Recientemente, dicen los diarios, dijo que ya era hora. A sus 32 años decidió que (ahora sí en serio) ya no más fútbol profesional. Triste.
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as.com