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La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Que a Ernesto Valverde, por la razón que sea, no le gusta Yerry Mina ya nadie se atreve a ponerlo en discusión. Ante la salida de Mascherano, el Barcelona tuvo que traer un cuarto central de emergencia y según lo que hemos visto al técnico no le consultaron a quién. Bartomeu y la directiva, pensando más en el negocio que en los gustos del entrenador y el provenir del jugador, aprovecharon el gangazo y se ciñeron al preacuerdo que tenían con el Palmeiras.
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Luego, en vez de rotar y poner a Mina en partidos de liga “intrascendentes”, teniendo en cuenta el amplio margen de puntos que los separaba del segundo, Valverde prefirió darles cajeta a Piqué y Umititi, incluso en momentos en los que ambos arrastraban problemas físicos. Esa fue la tendencia general y la decisión que más se le cuestiona, pues el desgaste físico —no solo de los centrales sino de todo el equipo titular— pudo haber sido una de las causas de la debacle en Roma.
Ahora que ya todo está jugado. Con la Liga y la Copa en el bolsillo, creería uno que podría haber minutos para Yerry. La prensa nacional, optimista, habla de “tres partidos para demostrar que se puede quedar”. Pero la cosa no está tan clara. ¿Cuáles tres partidos? El Madrid acecha su tercera Champions en línea y para intentar compensar el destiemple, en Barcelona le van a apostar al invicto, que no lo compensa del todo, pero le da alcurnia, un plus, al título liguero.
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Para el Barcelona se vienen tres finales: Villarreal, Levante y la jodidísima Real Sociedad. Valverde no quiere, no puede perder. Y si antes, cuando perder la liga era un imposible y aún se vislumbraba el triplete, no confío en Yerry, ¿por qué habría de hacerlo ahora?
La primera sorpresa sería que entrara en la convocatoria; la segunda, que jugara. Las cosas como son.
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Foto:
RCN
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