Debo empezar, aclarando un par puntos para darle cierta coherencia y sentido a estas líneas. El primero: en cualquier caso Luis Suárez merece una sanción. Morder a un rival es una agresión sin balón, por lo que es una acción claramente punible. Y más, si es la tercera vez que lo hace. El segundo: la enorme ventaja deportiva que supone la ausencia de Suárez, no puede ser una razón para sumarse al furor social del penoso espectáculo que su mordida provocó.
Hoy partió de Rio de Janeiro a Montevideo un charter con una persona que parecía más un extraditado, un inmigrante deportado o un traidor desterrado por algún rey, antes que un jugador de fútbol. La resolución del comité disciplinario de la FIFA le prohibe estar en la concentración de su selección. Le prohibe entrar a cualquier estadio (sea el Maracaná, el Bernabeu o el Hernán Ramirez Villegas) durante cuatro meses. Un comité conformado por funcionarios de Suiza, Congo, Islas Cook, Pakistán, Islas Caimán, y Tonga fue el encargado de impartir justicia. Debemos suponer, que los funcionarios de estos países, (los cuales, evidentemente son grandes e históricas potencias futboleras) son profesionales preparados y competentes juristas, y no burócratas engominados para que esta situación no nos asquee más.
La resolución del comité disciplinario de la FIFA le prohibe estar en la concentración de su selección. Le prohibe entrar a cualquier estadio
Este Leviatán que llamamos FIFA, quiso ponerse el traje que peor le queda: el de la moralidad. El prontuario de corrupción y bellaquería que cuelga sobre el cuello de sus principales dirigentes, halló en la mitad del mundial una oportunidad de oro para perfumar tanta mierda. Blatter desde su lujoso balcón, le botó trozos de pan a un pueblo que pide la cabeza de Suárez con tanto entusiasmo como la de él. La artillería mediática que acorraló a la FIFA fue implacable con Suárez pero manso con los codazos sin balón de Neymar, Sakho y el del volante de Estados Unidos.
El prontuario de corrupción y bellaquería que cuelga sobre el cuello de sus principales dirigentes, halló en la mitad del mundial una oportunidad de oro para perfumar tanta mierda.
Apelando a los océanos interpretativos de la ley, el comité se sostuvo en el artículo 77 de su código disciplinario. La norma autoriza a la comisión presidida por el suizo Sulser a “sancionar las faltas graves que no hubiesen advertido los oficiales del partido“. La pregunta es obvia: ¿Un codazo en la cara sin balón no es una ¨falta grave¨, antideportiva? Tampoco fueron ¨advertidas por los oficiales del partido¨, pero quedaron en el baúl de los recuerdos. Ni siquiera los repitieron en las pantallas de los estadios.
El mayor enemigo de esta patética resolución será el tiempo. En los cuatro meses que Suárez debe exiliarse de un deporte que honra y enriquece cada domingo, habrá en las competiciones de la FIFA agresiones gravísimas, rodillas fracturadas con mala leche, escupitajos, entre otras barbaridades, las cuales, no recibirán una sanción comparable con la de Suárez. El tiempo dejará en la incoherencia absoluta esta cruzada populista de la FIFA.
Llama la atención la brecha discursiva en las declaraciones y reacciones de los jugadores de fútbol por un lado, y los dirigentes, funcionarios y periodistas por otro. Los primeros expresan que la sanción es excesiva y exagerada -Maradona, Chiellini, Romario, entre muchos otros-. Juninho Pernambucano lo dice seco y claro: ¨La verdad es que la sanción es exagerada, no entiendo eso de los nueve partidos. Lo condenan para el Mundial y para después del Mundial, una mordida es algo malo en términos de educación, de mostrar una actitud equivocada a los niños, pero no es más violenta que un codazo en la cara”
Llama la atención la brecha discursiva en las declaraciones y reacciones de los jugadores de fútbol por un lado, y los dirigentes, funcionarios y periodistas por otro
Los jugadores prefieren que la FIFA utilice su maquinaria institucional para proteger sus tendones y ligamentos de quienes a veces juegan para dañar, antes que para empelotar en la plaza pública a uno de sus mejores colegas de profesión -el sindicato de delanteros diría que ¨el mejor¨-. En cambio, los empresarios y periodistas desde el escritorio y lejos del césped, es normal defienden otros intereses, otras necesidades. El fútbol es de los jugadores, no hay que olvidarlo. Nosotros solo somos privilegiados espectadores.
Los jugadores prefieren que la FIFA utilice su maquinaria institucional para proteger sus tendones y ligamentos de quienes a veces juegan para dañar, antes que para empelotar en la plaza pública a uno de sus mejores colegas de profesión
Mientras se consume el castigo, el Liverpool -o el Barcelona, donde nos dicen jugará pronto- se perderá cuatro meses de los goles y de la rebeldía de un jugador único, extraordinario, que necesita dos jugadas para que las retinas futboleras brillen. Suárez es un jugador muy Especial. Demuestra que pueden cohabitar en un jugador, el pundonor y coraje de ¨la garra charrua¨ en el más alto nivel, y la exquisitez y la picardía del potrero marplatense. Espero que ¨el pistolero¨ reflexione y pueda reconducir sus lagunas antideportivas que lesionan el fairplay. Solo deseo que su carácter sea más fuerte que la presión de este asqueroso linchamiento social, y su carrera no entre en decadencia. Cuando vuelva a la cancha para seguir tirando caños y reventando redes, la FIFA ya tendrá otros escándalos por los cuales ocuparse y responder, pues entre tantos sobornos y contratos, creo son ellos los dueños de las verdaderas mordidas.
Foto: Berlingske