Las opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Época electoral versus época mundialista. Una paradoja que divide y une al país de manera profunda. Por eso, inmersos en tantos odios y pasiones desbordadas, la reflexión sale natural. Es inevitable:
El 27 de mayo quedamos sometidos a elegir entre extremos. A dos semanas de la segunda vuelta electoral estamos expuestos a los fanáticos, a la publicidad política pagada y a la mentira de los políticos con sus alianzas hipócritas. A la prensa absurda, irresponsable y desmedida. A la agresividad de las redes sociales y su violencia digital.
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En medio de este escenario confuso y belicoso, con el que no me identifico, decidí alejarme de una lucha que la verdad sí me compete, pero que tristemente está saturada de activismo y es carente de sensatez. Preferí entonces refugiarme en la introspección del ciudadano que escucha y calla en el debate de siempre: el de aguacates y naranjas, “castrochavistas” y “fachos”, megalómanos y demagogos. Ha sido en ese silencio, y en este momento específico, que me di cuenta de quiénes son los que sí me representan.
Son los colombianos que hicieron de su juego favorito una disciplina y de esa disciplina una profesión. Colombianos que nacieron desfavorecidos en un terruño injusto pero repleto de talento. Talento que pulieron con sacrificio. Sacrificio que nos ha llenado de orgullo. Orgullo que reúne y abraza a este país cada vez más polarizado y absurdo.
Son 23 y estarán en Rusia para llenarnos de ilusión, para cumplir sus sueños y los nuestros, para bailar en cada esquina y sacarle una sonrisa a esta Colombia que tanto la necesita. Son 23 futbolistas que representan a la mayoría, en un plano humano que abarca y significa mucho más que las afiliaciones políticas de unos y otros. Por su humildad, su sacrificio, su talento y su alegría. A ellos me voy a dedicar. Porque nos necesitan y porque los necesitamos. Es que la vida es corta para estar tirándose mierda. Ya llegó el Mundial y vale celebrar. Incluso si es efímero y doloroso, tendremos que agradecerles. Porque ellos, en este tiempo de incertidumbre y miedo, con la pelota en los pies, se van a dejar la piel para darnos algo de esperanza.
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El Heraldo