Verón: el primer inmortal

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Juan Sebastián Verón, ahora presidente de Estudiantes, decidió volver a vestirse de jugador. Suena a disparate. Suena a impulso mesiánico. Suena a impotencia. Pero no. Al terminar de leer sabrá que hablar de Verón es hablar del primer inmortal de este deporte. 

 

9 de marzo de 1975. La noche previa al gran clásico Estudiantes vs Gimnasia. La Plata, República de la Argentina.

 

– ¡Juan Ramón! ¡¿por qué no contestás, Juan Ramón?! ¿Estás loco? Escuchá bien, Juan Ramón, despertá, ya está aquí, ya nació. Vení a verlo. ¿Qué esperás, Juan Ramón?

– Cecilia querida, respirá. Bajá un cambio. Es Carlos. Juan Ramón está profundo, debe descansar, no puede atender.

– ¿Cómo que respirá?¿Cómo que bajá un cambio?¿Cómo que no puede atender? ¿Me estás cargando? Acabo de parir y vos me decís que Juan Ramón no puede venir a verlo, que debe descansar. Descansar para qué, Carlos, por Dios. Es su hijo.

– Escuchame Cecilia, te entiendo, creéme que te entiendo. Pero jugamos contra Gimnasia, querida, contra Gimnasia. Vos sabés qué es eso, sabés cómo se pone la gente. Mañana Juan Ramón hace un gol y se lo va a dedicar a ambos. Descansá, Ceci, y dale un beso al crío. Descansá.

 

Al colgar, Cecilia Portera, la mamá de Juan Sebastián Verón, respiró hondo. Se dijo a sí misma que odiaba el fútbol, que odiaba a Carlos Bilardo; miró a los ojos a su crío y deseó, con todas sus fuerzas, que no siguiera los pasos de su padre. Que lo suyo no fuera la pelota. Era tarde. Dormido sobre su pecho reposaba una leyenda.

 

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Cuatro Libertadores ganó el padre. Aun así, Juan Sebastián sería más grande.

 

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Dieciocho años después de aquella conversación telefónica, en 1993, con la camiseta de Estudiantes, debutó Juan Sebastián. Su apellido era sinónimo de gloria. La gente lo quería, pero le exigía. No podía estar ahí sólo por ser hijo de su padre.

 

El principio no fue fácil. Un año después de hacerse jugador profesional de fútbol, formó parte del plantel que se fue al descenso en el 94′. La ‘Bruja’ había llevado a Estudiantes a convertirse en el Rey del Continente, a él, la ‘Brujita’, recién llegado, le tocaba saborear el amargo sabor de la B.

 

–¿Para qué está este pibe?– se murmuraba en la platea.

 

El pibe estaba para todo. Se tomó el descenso a pecho y con menos de 20 años fue pieza clave para que un año después Estudiantes volviera a la primera división. Luego, una temporada en la categoría absoluta del fútbol argentino le bastó para comprobar su calidad. En Boca lo quisieron vestido de azul y oro y el pibe cambió su natal La Plata por la gran Buenos Aires.

 

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Bruja bostera

Su historia en Boca, aunque breve, es especial. Casi mitológica. Solamente jugó 17 partidos e hizo cinco goles. Boca no salió campeón; sus pasos alargados, su inconsciente elegancia, duraron poco en la Bombonera. Sin embargo, quien lo dirigió fue Carlos Salvador Bilardo, el mismo que no permitió que su padre lo alzara en el día de su nacimiento. A su lado, en el Boca del 96′, la ‘Brujita’ aprendió de los mejores: Caniggia y Maradona. Los héroes se rodean de otros héroes.

 

A pesar de su paso fugaz por Boca, Verón se destapó como superclase en la Bombonera. Y como pasa con los mejores a este lado del Atlántico, rápido, le llegó su hora de sellar el pasaporte.

 

La celebración calma calma de Cristiano Ronaldo, se la inventó ‘La Brujita’.

 

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Verón parla Italiano. 

Verón, como su padre, empezaba a internacionalizar el apellido. Pero si el viejo se hizo conocer en Grecia y Colombia, Juan Sebastián lo hacía en el inigualable Calcio. De Boca pasó a la Sampdoria.

 

En ‘la Samp’ estuvo dos temporadas, jugó 61 partidos, hizo 7 goles y salió sexto en la temporada 96/97. Nada espectacular. Sin embargo, otra vez, el destino lo rodeó de nombres míticos. Cesar Luis Menotti fue su entrenador y en el vestuario compartió con personajes de la talla de Jürgen Klinsmann, Vincenzo Montella y Roberto Mancini. Verón seguía recolectando experiencia.

 

En el año del Mundial de Francia estampó su apellido en la camiseta del Parma. Como en Boca, su paso fue fugaz: un gol en 26 partidos. Números que no cambian el mundo. Pero ‘La Brujita’, con 23 años(!), se dejó aconsejar por Buffon, Cannavaro, Thuram, Crespo, por el mejor Faustino Asprilla. Verón siempre tuvo un imán, sólo supo rodearse de cracks.

 

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No está Faustino, pero esta foto es para hacer un cuadro. Buffon, Sensini, Crespo, Cannavaro… Y La Brujita.

 

Aunque ya había superado el estigma de ser hijo de su padre, en Argentina, como suele pasar en el fútbol, todavía se le cuestionaba.

 

–¿Cuándo vas a ganar algo, pibe?– seguía murmurando el plateista.

 

En el 99′, en Roma, firmó su primer contrato con la gloria. Fue la última temporada del milenio y algo tenía que pasar con Juan Sebastián. Y pasó. ‘La Brujita’ fue el eje de la Lazio campeona de Seria A y Copa de Italia. No estaba solo, como raro, esta vez también estuvo acompañado de leyendas como Nesta, Diego Simeone y Nedved. Pero la ‘Brujita’ fue el mejor. Quedará para siempre el baile que le dio a la Juve de Zidane y Davids. Sir Alex Ferguson lo vio y ordenó que le pusieran a ese mago en Old Trafford.

 

Por favor, así le de pereza, no se permita no ver este video:

 

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Sir Juan Sebastián Verón. 

A Inglaterra, con 25 años, llegó un jugador sorprendentemente maduro. Su calva brillante y su bigote reflejaban la experiencia de los que todo lo saben y todo lo entienden. Junto a Scholes, Beckham, Keane y Giggs hizo parte de un mediocampo que el ‘Teatro de los Sueños’ no olvidará más. Su cambio de ritmo, su visión total del juego, su pegada con ambas piernas, su inteligencia para pisar el área y su fiereza hicieron sonreír a Ferguson. El plateista, pasmado frente al televisor, temprano en la mañana, ya no decía nada. Verón encarnaba al mediocampista total. Asistiendo a Van Nistelrooy y a Forlán, en la temporada 02/03, le sumó una Premier a su cuenta personal.

 

Sus horas finales en Inglaterra las pasó en Londres. Juan Sebastián cambió el rojo del Manchester por el azul del Chelsea. Fue un acto fallido. Allí se lesionó, jugó poco y, por supuesto, se le tildó de traidor. Cabizbajo tuvo que abandonar la isla.

 

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Juan Sebastián vuelve a Itaca.

Dicen que, como Riquelme con Don Torcuato, como Aimar con Nuñez, como Ulises con Itaca, estando lejos, Juan Sebastián siempre añoró el regreso. Ni Old Trafford, ni Roma, ni el Inter de Milán, en donde terminó su periplo europeo, lograron sacarle a La Plata de la cabeza. Con la vitalidad y la experiencia que se conjugan a los 31 años, ‘La Brujita’ volvió a un Estudiantes necesitado de gloria.

 

Verón no necesitó más de un año para sacar campeón a su equipo del alma y, de paso, acabar con el sueño bostero de ganar un triplete histórico. En el desempate, la ‘Brujita’ y sus amigos literalmentele sacaron a Boca el campeonato del bolisllo.

 

Así narró el ‘Pollo’ Vignolo la gesta mitológica del equipo de Juan Sebastián.

Aún así, algún atrevido siguió dudando. En los bares se decía que Juan Sebastián era bueno, sí, pero que era menos que su padre; que le hacía falta algo grande de verdad.

 

–Este pibe no sabe lo que es una copa internacional– balbuceó un plateista sin sonrojarse.

 

La respuesta de Juan Sebastián la conocemos todos. Con 34 años, resistiéndose al paso del tiempo, Verón miró a todos desde arriba. Capitán y campeón de América. Después, en Abu Dabi, estuvo a dos minutos de arrebatarle el Mundial de Clubes al Barcelona de Messi.

 

Así, como un león, le habló a sus compañeros aquella noche:

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Este fin de semana, muy probablemente, con 41 años Juan Sebastián volverá a ponerse los guayos para abogar por el club de sus amores. Son muchos, sí, y el violento fútbol argentino lo esperará con los taches afilados. Podría ser un papelón. Pero eso de que a Verón no le afecta el paso del tiempo no es verso, no es literatura: ‘La Brujita’ es el primer inmortal del fútbol.

 

Foto:

Los Andes


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