Cuando perder es ganar mucho

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Después del último partido europeo en el Vicente Calderón, Simeone, sus jugadores y la infatigable afición del Atlético pueden hoy recoger con orgullo la ridiculizada frase de Francisco Maturana: “perder es ganar un poco”.

 

No hablo de recogerla como un consuelo de tontos para suavizar una durísima eliminación en semifinales de Champions contra (otra vez) el eterno rival. De hecho, la derrota es tan dura que no solo convierte al Atlético en el único equipo que ha sido eliminado cuatro veces seguidas por el mismo rival en esta competición, sino que fortalece la gran paradoja de la era Simeone: la época más exitosa de la historia del club ha sido, a la vez, la más cruel. Explico por qué.

 

Acuéstese en su cama, cierre los ojos, respire hondo e imagine que usted es un enardecido aficionado del Atlético. Llega un tipo que fue figura del doblete del 96´, logra fortalecer al club de los pies a la cabeza. El lastimero Atlético, el peluche de equipo de Gregorio Manzano pasa en tres años a ser el rival más incómodo de Europa. Y después de ganar la Europa League, la Copa del Rey y la Liga, cuando la Copa de Europa vuelve a estar tan cerca como en el 74, pero cuatro mazazos del todopoderoso vecino destruyen el sueño. Del odiado vecino. Cada golpe más cruel que el anterior. El minuto 93′ de Ramos, el noveno penal de una final después de 120 minutos, un gol en el minuto 86′ de un delantero mexicano que no jugaba ni en los amistosos y una jugada de ballet de un nueve francés con alma de diez.

 

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Esto es amigos, una paradoja de las que hacen al fútbol fútbol. El Atlético de Madrid debe hacer de estas eliminaciones el trampolín de su futuro deportivo. Más que desde la búsqueda del ganar como sea, desde el dolor de la derrota el club puede dimensionar mejor el mérito y el tamaño de lo que ha conseguido.

 

Según Forbes en el 2016 el Atlético ocupó la casilla 15 de los clubes más ricos de Europa con 225 millones de dólares en ingresos. El primero de esa lista es el Real Madrid con 694 millones. Con ese escenario financiero, y sin una plantilla acostumbrada a competir en grandes citas, Simeone ha conseguido que su equipo este a la altura de los mejores.

 

En medio de esa ola de euforia y optimismo que se ha convertido el Mundo Colchonero, Simeone se ha dedicado a recordarle a su gente que el camino al cielo tiene estaciones. Hace poco, en una extensa entrevista para el diario AS, sin complejos le dijo al periodista que el Atlético está lejísimos del Bayern, Barcelona y Real Madrid. Así haya vencido más de una vez a los tres con autoridad, siendo superior en el campo, dijo que las diferencias son enormes y que todavía hay que trabajar mucho para llegar allá.

 

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La derrota ha fortalecido a este grupo especialmente. Después de las finales de Lisboa y Milan, el equipo ha seguido luchando con la misma voracidad. Otras plantillas, después de esos mazazos, quizá hubieran dejado de competir así. Pero el ‘Cholo’, con pala, ha recogido las trizas que quedaban de sus jugadores y ha logrado volver a armar una roca año tras año.

 

Por eso, y por otras razones, la era Simeona ha sido una herramienta pedagógica muy valiosa para los amantes del deporte. En Colombia, humoristas, periodistas y demás han hecho circo con la célebre frase del profesor Maturana, haciéndola trizas y sacándola de contexto. En los años en los que el medio empezó a hacer sangre con la sabiduría de ‘Pacho’, el país tan solo había conseguido una Copa Libertadores y una Copa América a nivel internacional.  La segunda en unas condiciones bastante debatibles. Este no ha sido un país ganador y la derrota, al igual que para el Atlético, debería ser nuestro espejo y nuestro motor para mejorar.  Pero nuestro desaforado exitismo, estigmatizada y endiosa en función del resultado.

 

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Así asociemos la idea y la palabra de Simeone con el ganar, ganar y ganar que pregonaba don Luis Aragonés, otro de los patriarcas de este club, al Atlético de esta era lo ha hecho más fuerte la derrota. Momentos que hacen que la letra del himno suene con una música especial: “qué manera de aguantar, qué manera de crecer, qué manera de sentir, qué manera de soñar, qué manera de aprender, qué manera de sufrir, qué manera de palmar, qué manera de vencer, qué manera de vivir, qué manera de subir y bajar de las nubes, ¡qué viva mi Atleti de Madrid!´.

 

Estas eliminaciones han sido crueles y dolorosas, pero serán un camino agradecido. En algunas décadas nadie hablará de este equipo como el perdedor de finales, sino como el equipo que puso al Atlético a hablar el idioma de los grandes.

 

Sí, ‘Cholo’ , a veces perder es ganar un poco. En el caso del Atlético, es ganar mucho.

 

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Foto: hispantv.com

 


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