Abuelos barrabrava

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En este especial recopilamos a los abuelos barras bravas que nos dejan a todos el verdadero significado del hincha: apoyar al equipo hasta el último aliento, pase lo que pase, en la salud y en la enfermedad y sin pedir nada a cambio. 

 

La abuela del Betis

La vida de Concepción Andrade y la historia del Real Betis son vidas paralelas. O más bien, son una sola. La abuela lo vio todo. Con 10 años, el 28 de abril de 1935, le tocó el 5-0 del Betis al Santander y celebrar por primera vez una Liga española. Después, gracias al desangre de la Guerra Civil, vio a su Betis hundirse hasta la tercera división. 7 años lo acompañó en tercera. Tuvo que ver al Estadio Benito Villamarín ahogado por el agua, sintió como propio cada revés económico del club, lo acompañó en sus Bodas de Plata, en sus Bodas de Oro, en sus Bodas de Platino y, en el 2007, en el centenario. Joder.

 

 

Murió el fin de semana pasado. Seguramente, sintiendo la asfixia de la muerte, antes de partir, repitió su mantra de vida “¡Viva er Betis manque pierda!”. El fútbol español se vistió de negro y hasta el Sevilla, rival acérrimo del Betis, dio el sentido pésame. Lo dio porque la abuela Concepción es el paradigma de la resistencia al epiléptico fútbol moderno. El paradigma del hincha que hasta el último aliento -literalmente-  apoya a su club, a pesar de todo y sin pedir nada a cambio. Viva er Betis manque pierda. 

 

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La abuela del Mineiro

A diferencia de Concepción, la abuela Ana Candida sigue en pie. En su caso (vamos a escribir un cuento) el fútbol es su prescripción médica. Su expectativa de vida crece o decrece de acuerdo al estado de forma de su Atlético Mineiro.

 

Cuando Ana Candida ya no esté, comentando los partidos con la abuela Concepción, le hablará de su gran adicción al fútbol: cuando la salud la resquebraja y no puede asistir al Mineirao, bien pegada a la pantalla para poder ver, ve a su equipo por T.V. Ama a Ronaldinho y le agradece, a él y a la plantilla campeona de Libertadores en 2013, haberle comprado años de vida. Tiene 95 años y cinco nietos que se jactan de tener la mejor abuela de todas. Quizá tengan razón.

 

 

(Usted es de los que leen: Abuelo, Cristiano es mejor que Pele) 

 

El abuelo-cura de Santa Fe. 

Su historia es difícil de superar. Es la historia del cura que vestido de cura, con el mismo respeto ritual de la misa, asistió al estadio sin parar. Hasta el último de sus días. Asistió aún cuando sus pulmones se inflaban ayudados por una bala de oxígeno.

 

Piense en esta foto lector: un cura de los buenos, de los que honran a Dios, vestido de rojo santafereño, en el estadio, se levanta como puede y con los restos que Dios le permite se dirige al juez central: ¡Sin verguenza, sin verguenza! Así durante cincuenta años.

 

Ese cura, que fundó un colegio en Bogotá y que se encargó de convertir fieles insensatos en hinchas de Santa Fe, murió en 2009. Su muerte, su encuentro con Dios, coincide con la etapa más gloriosa del club. Nosotros nos lo creemos: desde arriba, el cura Julio ha tenido que ver.

 

curajulio

 

(Lea la historia completa del Cura Julio)

 

Foto:

elperiodico


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