En Anfield, otra vez, hay motivos para ilusionarse. Este Liverpool es uno de los mejores de la última década, va de tercero en Premier y desde ya es un serio candidato al título. El responsable de esto es uno y se llama Jürgen Klopp.
Hoy, para entender el golpe de efecto de Klopp, antes hay que repasar el estado en el que el alemán recibió al equipo. Después de dejar escapar de manera inexplicable el título de liga en la penúltima jornada de la temporada 13/14, y ya sin Luis Suárez, los Reds venían de hacer una mediocre temporada 14/15. Y aunque el club mantuvo a Brendan Rodgers para la temporada siguiente, tras tres victorias, tres empates y dos derrotas –una de ellas infame–, el norirlandés se tuvo que bajar del barco. Para intentar revertir la situación llegó el carismático y exitosísimo entrenador del Borussia Dortmund.
Klopp aterrizó en Liverpool y, como un inquilino al que no le gusta su nuevo apartamento, se puso el overol y lo cambió todo. Desde la idea de juego, pasando por el sistema, hasta la actitud de los jugadores. De la etapa de Rodgers quedan los nombres. Nada más.
Tras su llegada, rápidamente logró adueñarse del equipo, contagiarlo con su ADN, con su propuesta: presión alta, transiciones rápidas y laterales profundos; mucho despliegue físico, intensidad y sacrificio para recuperar y después contraatacar. Después de muchas temporadas de altibajos y confusión, con él el Liverpool construyó una identidad. Este equipo conoce sus virtudes y sabe a qué juega.
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En el arco, hasta la irrupción del joven Karius, Mignolet fue indiscutible para Klopp. Recientemente es el joven portero alemán el que se ha quedado con el puesto; y Jürgen, a pesar de las críticas, se ha mantenido firme con su decisión.
En defensa, Clyne, por derecha y Milner, por izquierda, son los laterales. Matip y Lovren son los centrales titulares y su función principal es cubrirle la espalda a los laterales largos (y atrevidos) que propone el entrenador. Abrir la cancha y soltar simultáneamente a ambos laterales es un rasgo característico de su esquema ofensivo.
En la primera línea de volantes el indiscutible es Henderson. El inglés tomó el legado de Gerrard y se ha vuelto el eje del equipo. En el 4-3-3 de Klopp los interiores rotan. A los elegidos Emre Can y Adam Lallana, que son los tradicionales “box to box”, se suman las variantes que ofrecen Winjaldum y el brasileño Lucas Leiva. Klopp ha logrado configurar un mediocampo equilibrado, con buen pie para sacar limpio el balón y combativo para presionar en bloque y cubrir las escapadas de los laterales.
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En ataque, “la pelota siempre al 10”. Coutinho es el diferente, el de las ideas, la gran figura. El juego del equipo siempre pasa por él. Es un jugador completísimo. Su calidad técnica, visión de juego, excelsa pegada y velocidad le brindan al Liverpool un enorme abanico de opciones ofensivas. Desde la izquierda, Philippe tiene la opción de tirarse hacia adentro para combinar en corto y aprovechar su prodigiosa pegada con derecha. También, si el partido así lo requiere, puede hacer valer su regate en velocidad para encarar por la banda. Su grave lesión le ha dolido mucho a Jürgen.
Por derecha, Mané combina una velocidad endiablada en conducción con una estupenda capacidad de asociación. El delantero (extremo) camerunés, aunque siempre es una opción para las transiciones rápidas, suele cerrarse para combinar con los mediocampistas y dejarle libre el carril derecho a Clyne.
Antes de la lesión de Coutinho, la primera opción en punta era Firmino. Las características del brasileño le daban a Klopp la posibilidad de recurrir a un falso nueve que saliera del área a combinar con Coutinho y Mané. Ahora que Coutinho no está, Firmino se ha desplazado a la izquierda y Divock Origi ha tomado su lugar. El joven y potente belga tendrá la oportunidad de demostrarle a Klopp que no estaba equivocado cuando lo quiso para su Borussia Dortmund.
Coutinho es el diferente, el de las ideas, la gran figura.
A una nómina de lujo, el alemán le suma una de sus más grandes virtudes como entrenador: su hambre de protagonismo, su necesidad enfermiza de atacar. Para eso, Klopp junta muchos hombres arriba; suelta a sus dos interiores y a sus laterales. Esto, obviamente, supone un riesgo. El equipo se hace muy vulnerable al contragolpe. Entonces, aunque es el equipo más goleador de la Premier, también es el décimo que más goles recibe. El Chelsea, otro gran candidato al título, recibe la mitad. El equilibrio defensivo es la gran tarea pendiente del alemán.
Finalmente, más allá de lo táctico y deportivo, el impacto de Jürgen también ha sido psicológico. Su espíritu, su simpática locura y su liderazgo le devolvieron la ambición y la confianza a un equipo se sentía menos que los demás. Después de casi 27 años sin saborear la Premier League, los hinchas y los jugadores recobraron la esperanza. Se acabó la falsa modestia, hoy en Liverpool todos se sienten candidatos. Con Jürgen al mando, gestas históricas como la remontada en Anfield contra el Dortmund le recordaron al mundo la mística inconfundible del Liverpool.
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Tómese su tiempo y reviva esa noche hermosa:
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