La ardua empresa del buen fútbol

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Para nadie es un secreto que la gestión del fútbol en Colombia tiene vacíos que nadie quiere llenar. Sin embargo, Novo Fútbol se puso la ’10’ y está en la tarea de abrir espacios para fortalecer los cimientos del fútbol profesional colombiano 

 

Estimado lector: Si le cuento que hay personas que llaman “hogar” al estadio donde un equipo juega fútbol, seguro me cree. ¿Si le cuento que esas personas van con sus familias enteras a ver todos los partidos? Comienza a dudar, ¿cierto? ¿Y si le cuento que estas familias sacan plata de sus bolsillos para construir el estadio? Ahí ya no me cree ¿O no? Lo entiendo, en días como hoy nadie tiene un peso y menos para andar regalándolo. Este escenario está lejos de ser una realidad en Colombia, pero no le estoy diciendo mentiras: el Club Atlético Belgrano lo está haciendo en Argentina.

 

En el Barrio Alberdi cuentan cómo en 1905 -recién fundado el club- los del barrio Nueva Córdoba los retaron: el que ganaba se quedaba con el nombre de Belgrano. Un 2-1 a favor dio comienzo a Belgrano de Córdoba, un club mítico que el tiempo ha sabido llenar de folclor argentino. Las historias desbordan la memoria de familias que han amado el fútbol: en Alberdi los bisabuelos contaron a los abuelos como vieron al fútbol profesionalizarse. Los abuelos contaron a los padres como vieron a Maradona calzarse la ‘10’ celeste de Belgrano durante un partido, tan solo 11 días después de la mano de Dios y ese gol contra los ingleses. Padres contaron a sus hijos como mandaron a River a la B. Y ahora los hijos contarán a los que vengan como construyeron el puesto donde se sientan a ver los partidos. Aunque suena a cuento de hadas, no todo ha sido fantasía. Hace 15 años el club tocó fondo y Alberdi casi se queda sin equipo.

 

Corría el 2001 y el buen fútbol en El Gigante de Alberdi mantenía a los hinchas afónicos y soñadores gritando goles y pidiendo el campeonato. Los ‘Piratas’ le respiraban en la nuca a un Racing que en 35 años no ganaba un campeonato y a un San Lorenzo que se preparaba para romper récords. Sin embargo, en una tarde septembrina la jueza Beatriz Mansilla de Mosquera puso fin a un sueño: la quiebra del Club Atlético Belgrano era decretada. Entonces, los proyectos directivos pusieron a cada quien en su lugar: Racing rompía su maldición y los hinchas sacudían la sal de la camiseta celebrando el campeonato mientras ‘los cuervos’ alzaban la Merconorte diciéndole al continente americano que allí estaban. Mientras tanto, Córdoba escuchaba los gritos desde la B y usaba las facturas vencidas para taparse los ojos. De nada les sirvió el buen fútbol en las canchas. No tuvieron proyección y la deuda de 15mil pesos a un jugador peruano -que reclamó tras jugar solo 7 partidos- fue la gota que derramó el vaso.

 

En todo cuento de hadas hay un héroe. En Alberdi fue Armando Pérez quien salvó patria. Asumió el reto en el 2005 comprando el 70% de Córdoba Celeste S.A., fideicomiso que se organizó bajo reglamento de la ley 25.284 para permitir que Belgrano sobreviviera como club deportivo. Su debut en la gestión se dio asumiendo la concesión de un predio en Villa Esquiú (que después compraría), donde edificó la cantera de Belgrano. Fue un gran acierto. Durante su gestión cómo Celeste S.A., Belgrano vendió, entre otros, a Germán Montoya (a Vélez), Mario Bolatti (Porto), Matías Suárez (Anderlecht), Pablo Chavarría (Anderlecht), Lucas Melano (Lanús) y Franco Vázquez (Palermo); y hoy tiene un patrimonio invaluable en futbolistas propios. En el 2011, Belgrano honró sus deudas, salió de la quiebra y ascendió a primera (ocupando el lugar de River Plate por ganarle la promoción). Fue entonces cuando Pérez fue elegido presidente directo. Así Belgrano comenzó a crecer y clasificó a su primera copa internacional la Copa Sudamericana en el 2012; al día de hoy va por su tercera aparición en la copa. El panorama pinta bien. En Alberdi son grandes, pero no se cansan de crecer. Por eso, Pérez se ideó la campaña “Despertemos al Gigante” para reestructurar y ampliar el Estadio Julio César Villagra, más conocido como ‘El Gigante de Alberdi’.

 

Despertemos al Gigante

“Solo faltás vos” es el slogan que saca adelante el ambicioso proyecto para remodelar el estadio. La idea es sencilla: por cada peso que ponga la comunidad, el club pone uno. La meta es construir un Estadio ’28 días’ que esté siendo utilizado durante todo el mes y no solo en fechas de partido. El Gigante tendrá un polideportivo (con piscina cubierta, canchas de basquetbol, voleibol y fútbol sala), un comedor y sede social. En cinco etapas el Estadio se ampliará para recibir a más de 50.000 hinchas cada partido y se convertirá, aún más importante, en un hogar para los que viven en Alberdi y sus alrededores. Los cordobeses lo saben y quieren poner su granito de arena (o bultico de cemento) para construir algo que es de ellos. Han reunido sus esfuerzos y al día de hoy han recaudado $8.646.600 ($4.323.300 de los hinchas y 4.323.300 del club). La proyección es de $23.987.000 a dos años y parece que van a lograrlo. Los motiva la prensa y los premios: “Despertemos al Gigante” ganó el premio Marca de Gol – Conexión Fútbol 2015. La iniciativa es un respiro de aire fresco para los hinchas argentinos que saben que por más que el país esté asediado por la recesión, está en sus manos hacer enorme a su club.

 

Aunque nos falta mucho, la cosa puede cambiar

En Colombia todavía nos falta mucho. Casos emblemáticos de gestión como el de Belgrano de Córdoba contrastan a diario con el de clubes, grandes y chicos, que llevan años buscando la manera de revertir situaciones desfavorables y aún no logran dar en la tecla. ¿Qué me dice, estimado lector, de los cinco años que lleva en la B un club como el América de Cali? ¿ Y del antirécord del Huila con asistencia de dos personas a un partido de liga? ¿Y del ‘si no nos pagan, no jugamos’ que cada quince días resuena en los medios? Ni hablar de la violencia de hinchas: Millonarios en Manizales, Nacional en Lima, y así abundan ejemplos.

 

Y no es que aquí nos falte pasión, o que no haya hinchas dispuestos a ir domingo a domingo a la cancha. No. Tampoco se trata de que en Argentina o Europa haya individuos más capaces que aquí en Colombia. No. El problema está en la carencia de planes sostenibles de gestión empresarial dentro de los equipos de fútbol. Aquí llevamos años pensando y gestionando las empresas del fútbol como si fueran tiendas de barrio. No es falta de pasión, es falta de gestión.

 

Pero la cosa puede cambiar, va a cambiar. Iniciativas como la que se llevó a cabo el pasado jueves 5 de mayo en el teatro del Gimnasio Moderno representan un halo de esperanza para el fútbol colombiano. En un evento sin precedentes en Colombia, Novo Fútbol (www.novofutbol.com) organizó el Primer Foro en Gestión y Gerencia de Clubes de Fútbol. Ellos son una organización joven que busca revolucionar la manera en la que entendemos y administramos el fútbol. El evento reunió a más de 250 apasionados del fútbol y de la gestión empresarial que tuvieron el privilegio de sentarse a unos pocos metros de los gerentes de Boca Juniors, River Plate, Newell’s Old Boys, Independiente Medellín y Millonarios FC y escucharlos discutir acerca de cómo la gestión responsable y las estrategias empresariales sanas han hecho de sus equipos entidades prósperas y socialmente comprometidas.

 

Afiche Oficial

 

Eventos como este marcan el punto de partida de un cambio que, no será de un día para otro. El reto es grande, pero movimientos como Novo Fútbol y casos paradigmáticos como el de Belgrano de Córdoba e Independiente Medellín aquí en Colombia, demuestran que la cosa puede ser diferente, que la cosa puede cambiar, que el fútbol, cuando es tratado responsable- y estratégicamente, no sólo es rentable, sino que también es la herramienta constructiva más poderosa que está a disposición de la sociedad. Ponga su pesito y únase al movimiento del buen fútbol.

 

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