Se enamoraron en Buenos Aires, se hicieron leyenda en España. Reviva la historia de amor de Forlán y Román.
Se conocieron en Buenos Aires una noche cualquiera… Diego era entonces un pibito uruguayo con pinta de escandinavo que jugaba en las inferiores de Independiente. Román, la figura de Boca y la mayor esperanza de la hinchada xeneize al borde de la locura después de seis años sin títulos. Un amigo común llamó a Forlán para decirle que Román quería conocerlo. El astro de Boca y su amigo recogieron a Forlán en el Mercedes y lo llevaron a comer, Riquelme lo arropó, como haría con un hermanito menor. A finales de 1998 unos meses después de aquel encuentro, la leyenda empezó a tomar forma: Forlán debutó con el primer equipo de Independiente y Román sacó campeón a Boca.
Román siguió cosechando éxitos en Boca y, de la mano de Bianchi y un trío inolvidable de jugadores colombianos, levantó la Toyota Libertadores. Forlán por su lado se hizo mayor a punta de goles y empezó a llamar a la puerta de los “grandes” de Europa. Ferguson ganó la carrera por el uruguayo y se lo llevó para Manchester en enero de 2002. Riquelme, sin su amigo, no aguantó mucho en Argentina, hizo las maletas y cruzó el charco para unirse al Barça en el verano de ese mismo año. Necesitaban proximidad.
Hasta aquí podría decirse que todo iba de ensueño. Uno se vestía de cortos en Old Trafford y el otro, en el Camp Nou… ¿qué podría salir mal? La verdad es que casi todo. Ambos sufrieron la eterna incomprensión del fútbol europeo. Román se cansó de que los técnicos de Barcelona (primero van Gaal y luego Antic) lo pusieran de extremo izquierdo y aceptó irse al Villarreal. Su amigo uruguayo, cansado del frío de la tribuna de suplentes del Teatro de los Sueños, no lo pensó dos veces cuando en el verano de 2003 recibió la llamada de Manuel Pellegrini, nuevo jefe en el Madrigal, para ser la dupla de Riquelme.
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“Juan Román Riquelme era el sueño de todo delantero”, confesó años después ‘Cachavacha’. La amistad de años atrás fuera de las canchas mutó a romance indeleble en el rectángulo de cal. Se entendieron a la perfección. La ecuación era un orgasmo del Cono Sur: el ex-técnico de River, la ex-figura de Boca y la ex-promesa de Independiente… tres extraterrestres que sabían lo que era cargar con el peso de un escudo grande en Argentina construyeron el Submarino Amarillo. Riquelme era el cocinero y ‘Cachavacha’ un comensal insaciable. ¿El resultado? 37 goles en dupla. Forlán se ganó la Bota de Oro y el Villarreal un lindo tercer puesto. Gracias a la pareja feliz, El Madrigal se volvió a preparar para el
En la Champions del 05/06 empezando en Román y terminando en Forlán, El Submarino fue el equipo de todos y navegó invicto hasta la semifinal. El torneo fue para la pareja del sur una auténtica luna de miel, orgasmo tras orgasmo…hasta que el sueño acabó. Al último minuto Román marró el penal más infame que el fútbol ha visto y entonces vino la crisis.
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Esta fue la causal de divorcio…
Después de un semestre de desencuentros entre Román y su técnico (que dejó de dormir por el penal errado), Boca aprovechó para repescar a su 10 y ofreció hacerse cargo de su ficha. Febrero de 2007 fue la fecha de la separación. Todo lo bueno se acaba.
Forlán siguió rompiendo redes vestido de amarillo, pero sin Román no se divertía lo mismo. En verano de 2007 cambió el Madrigal por el Vicente Calderón con la promesa de la presidencia del Atlético de que harían todo lo posible por fichar a su amigo. El fichaje no pudo ser —una lástima— y el mundo no pudo volverlos a ver cogidos de la mano. Siguieron sus caminos aparte. Diego se hizo un hueco en la historia colchonera y le devolvió el brillo a su selección en el Mundial de Sudáfrica, mientras que Juan se graduó como Dios en el Olimpo de Boca.
Ya Román colgó los guayos y Forlán está jugando sus últimos cotejos en la Superliga de India. Próximamente la noche de Buenos Aires será el único testigo de sus encuentros.
Termine con: El amor en los tiempos del fútbol.